Es acogedor y barato, pero ¿quieres vivir en esta atracción de las redes sociales?

En una bulliciosa zona del sur de Londres, cerca de una concurrida estación de metro y de un entramado de líneas de autobús, hay una casita en un contenedor de basura.

La casa de madera contrachapada de 2,5 metros cuadrados tiene una zona central de suelo; estanterías en la pared para guardar cosas (o sentarse); una barra de cocina con fregadero, placa de cocina y refrigerador tamaño juguete; y un altillo con un colchón bajo el techo abovedado. No hay agua corriente, y el baño es un retrete portátil exterior.

Vista exterior de la casa diminuta dentro de un contenedor en Londres, el 20 de agosto de 2023. (Sam Bush/The New York Times)
Vista exterior de la casa diminuta dentro de un contenedor en Londres, el 20 de agosto de 2023. (Sam Bush/The New York Times)

La “casa del basurero” es la creación y el hogar de Harrison Marshall, 29 años, arquitecto y artista británico que diseña edificios comunitarios, como escuelas y centros de salud, en el Reino Unido y en el extranjero. Desde que se instaló en el contenedor de alquiler gratuito (conocido como “skip” en el Reino Unido) en enero, los videos del espacio en las redes sociales han atraído decenas de millones de visitas y decenas de consultas en una ciudad donde los departamentos tipo estudio cuestan al menos 2000 dólares al mes.

“La gente tiene que mudarse a lugares cada vez más pequeños, microdepartamentos, casas diminutas, solo para que les alcance el dinero”, explicó Marshall en una entrevista telefónica. “Es obvio que la vida mínima tiene sus ventajas, pero debería ser una elección y no una necesidad”.

Las plataformas de las redes sociales están haciendo su agosto con los microdepartamentos y las casas diminutas como la de Marshall, lo cual incita la curiosidad por esa forma de vida. Los espacios pequeños han cautivado a los espectadores, ya sea como respuesta al aumento de los precios de la vivienda o a un estilo de vida alternativo que va más allá de los límites, como se ve en plataformas como el canal de YouTube “Never Too Small”. Pero, aunque no hay un recuento preciso del número de casas y microdepartamentos diminutos en el mercado, la atención en las redes sociales no necesariamente ha hecho que los espectadores acudan en masa a instalarse en ellos, tal vez porque a veces puede resultar pesado vivir en estos espacios.

Marshall señaló que el 80 por ciento de quienes se pusieron en contacto con él expresando su interés por mudarse a una casa como la suya en la zona de Bermondsey no lo hacían en serio, y que “la mayor parte son solo rumores y conversaciones”. En su opinión, las casas diminutas se están idealizando porque la vida de lujo está sobreexpuesta.

“La gente está casi insensibilizada debido a las redes sociales”, afirmó. Según Marshall, la gente está más interesada en contenidos sobre el “estilo de vida nómada, o vivir fuera de lo común”, que pasan por alto la otra cara de la moneda: duchas en el gimnasio y un retrete portátil al aire libre.

Interior de la casa diminuta en un contenedor de Londres, el 20 de agosto de 2023. (Sam Bush/The New York Times)
Interior de la casa diminuta en un contenedor de Londres, el 20 de agosto de 2023. (Sam Bush/The New York Times)

El regreso masivo a las grandes ciudades tras la pandemia ha llevado las rentas a cifras récord, intensificando la demanda de viviendas baratas, incluyendo las que apenas superan el tamaño de un lugar de estacionamiento. Pero, aunque el público de las redes sociales piense que ese estilo de vida es “accesible y entretenido”, como dice un experto, no es necesariamente un ejemplo a seguir.

Los espectadores de videos de microdepartamentos son como los visitantes de la Penitenciaría Federal de Alcatraz, en la bahía de San Francisco, que “entran en una celda y tienen la puerta cerrada”, aseguró Karen North, profesora de redes sociales digitales de la Universidad del Sur de California.

Los usuarios de las redes sociales quieren experimentar lo que se siente en el “extremo anómalamente pequeño” de la escala de alojamiento, explicó.

Alto costo

“Nuestro deseo de relacionarnos con personas diferentes —incluyendo personas influyentes y famosos, o personas que viven en un lugar diferente de una manera diferente— puede manifestarse en las redes sociales, porque nos sentimos como si estuviéramos estableciendo una conexión personal”, explicó.

Aunque estos espacios reducidos no son una opción habitual, los residentes que se animan a dar el paso lo hacen por presiones reales. Para quienes buscan vivir y trabajar en las grandes ciudades, la situación de la vivienda tras la pandemia es desesperada. En Manhattan, durante junio el precio medio de la renta fue de 5470 dólares, según un informe de la agencia inmobiliaria Douglas Elliman. En toda la ciudad, la renta promedio este mes es de 3644 dólares, informa http://Apartments.com , un sitio de anuncios.

El panorama de la vivienda es similar en Londres. En los tres primeros meses de este año, el precio promedio de renta en la capital británica alcanzó la cifra récord de 3165 dólares al mes, pues los residentes que abandonaron la ciudad durante el confinamiento volvieron en masa.

Los habitantes de las ciudades asiáticas se enfrentan a presiones y costos similares. En Tokio, la renta mensual promedio alcanzó en marzo un récord, por tercer mes consecutivo. En la actualidad, ese alquiler ronda los 4900 dólares.

Así que, cuando Ryan Crouse, de 21 años, se mudó a Tokio en mayo de 2022 desde Nueva York, donde estudiaba negocios en el Marymount Manhattan College, alquiló un microdepartamento de 16 metros cuadrados por 485 dólares al mes. Los videos de su estudio en Tokio se hicieron virales, con entre veinte y 30 millones de visitas en todas las plataformas, señaló Crouse, que se mudó a un lugar más grande este mes de mayo.

Crouse cree que la pandemia aumentó la curiosidad. Durante el cierre, “todo el mundo estaba en las redes sociales, compartiendo sus espacios” y “compartiendo sus vidas”, y los videos de visitas a departamentos “se volvieron una locura”, dijo. “Eso realmente puso los reflectores sobre espacios pequeños como este”.

La curiosidad de Alaina Randazzo, planeadora de medios que vive en Nueva York, en las redes sociales pareció alcanzar un punto frenético durante el año que pasó en un departamento de 7,4 metros cuadrados y 650 dólares al mes en el centro de Manhattan. Tenía lavabo, pero no inodoro ni ducha: estaban al final del pasillo y eran compartidos.

Aun así, los videos de su microdepartamento en TikTok, YouTube e Instagram recibieron decenas de millones de visitas, según ella. Influentes de YouTube, entre ellos uno de una serie de cocina, hicieron una sesión fotográfica en su microestudio, y unos raperos le enviaron mensajes pidiéndole hacer lo mismo.

“Las fotos hacen que parezca más grande de lo que es”, aclaró Randazzo, de 26 años. “Hay tantas pequeñas cosas que tienes que maniobrar en esos departamentos en las que no piensas”.

Hay “un factor de moda” en torno a los microestudios en la actualidad, dijo, porque “le estás vendiendo a alguien un sueño”: que pueden tener éxito en Nueva York y “no ser juzgados” porque viven en un departamento minúsculo. Además, “a nuestra generación le gusta lo real”, explicó, “alguien que muestre autenticidad” y que intente labrarse una carrera y un futuro ahorrando dinero.

Pero no era el tipo de vida que Randazzo podía mantener durante más de un año. Ahora comparte una casa grande en Nueva York, donde tiene un dormitorio espacioso. No se arrepiente de su microdepartamento: “Me encanta la comunidad que me dio, pero desde luego no extraño golpearme la cabeza con el techo”.

c.2023 The New York Times Company

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