Desde que se acabó la temporada no hubo comunicación. Sabía que no iba a regresar a Miami, dice slugger cubano
De Chicago a Kansas City, de Atlanta a Miami, Jorge Soler nunca ha tenido problemas en adaptarse al destino que le depare el béisbol.
Por eso el cubano no perdió tiempo en aclimatarse a su nuevo entorno en los Gigantes de San Francisco y vive una primavera feliz en Scottdale, Arizona.
Hace apenas un par de semanas, el pelotero cubano, una pieza clave para que los Marlins asistieran la pasada temporada a los playoffs, llegó a un acuerdo por tres campañas y $42 millones con los Gigantes y ya no ve la hora de que pueda empezar a producir para su nueva organización.
“Me siento muy feliz de estar aquí’’, reveló Soler a Daniel Alvarez Montes de El Extrabase.
“Me han recibido muy bien. Estoy ansioso de que comience la temporada para darlo todo allá afuera en el terreno’’.
Con 32 años recién cumplidos, Soler había declinado su opción de jugador de $9 millones con los peces y había permanecido más tiempo del común en la agencia libre como uno de los peloteros más cotizados con su innegable poder como mercancía de cambio.
Luego de un decepcionante 2022 plagado de lesiones, el slugger antillano tuvo un gran repunte en la pasada contienda con el club de Miami donde encabezó el casillero de jonrones del equipo (36) y fue convocado al primer Juego de Estrellas de su carrera.
Soler nunca ocultó su deseo de regresar a los Marlins, pero la llegada de un nuevo presidente de operaciones de béisbol y el silencio absoluto de parte de los peces, pronto le hicieron ver al jardinero y bateador designado que su derrotero pasaba bien lejos de los confines de Miami.
“No me sorprendió’’, expresó Soler acerca de la falta de interés de los peces en sus servicios para un nuevo contrato. “Desde que se acabó la temporada no hubo comunicación. Entonces sabía que ahí no iba a regresar’’.
A pesar de que los Marlins apuntan como atenuante el tener desde el inicio de la contienda a Josh Bell y Jake Burger, la ausencia ofensiva de Soler se va a sentir sin duda alguna, pues el cubano completo su despliegue ofensivo con 75 carreras remolcadas, 24 dobles y 124 imparables, además de exhibir un slugging de .512 y un OPS de .853 en 137 partidos, cifras que lo colocaron entre los nominados al Bate de Plata.
San Francisco, huérfano de un hombre de poder nato en su alineación, emergió como la novena que valoró los buenos números en su más reciente campaña con Miami y le ofreció el abrigo que buscaba, algo que Soler no pasa por alto y por eso desea comenzar a devolver esa fe con largos batazos.
La franquicia de la Bahía no tiene un pelotero con 30 jonrones desde los tiempos de Barry Bonds en 2004.
“Sí, ya me habían contado de esos números’’, agregó Soler.
“Es algo que la gente está esperando, pero yo voy a enfocarme en lo mío, en lo mismo de siempre, tratar de hacer buenos contactos a la pelota y el terreno ya dirá la última palabra’’.
Antes de llegar al área de La Bahía, Soler pasó varias semanas como parte del equipo de la Federación de Peloteros Profesionales Cubanos (FEPCUBE) que pretendía participar en la Serie Intercontinental con sede en Barranquilla, antes de que las presiones de los gobiernos cubano y colombiano lo impidieran.
A pesar de ese retroceso, Soler no lamenta en lo absoluto su participación en ese proyecto, donde no solo practicó de manera constante sino que fue parte del juego histórico contra un equipo del Miami-Dade College, al lado de compatriotas como Yuli Gurriel y Leonys Martin, entre otros.
“Esa iniciativa estuvo bastante bien, ya que es uno de los primeros pasos que se da. Estar ahí con el grupo de cubanos fue muy gratificante’’, recalcó Soler.
“Me sentí superbien y creo que en un futuro eso va a avanzar. Con el favor de Dios creo que sí. Yo lo apoyo’’.