Absolutamente nada en el mundo

Acabábamos de regresar de viaje la noche anterior, cuando, a eso de las seis de la mañana, me despertó mediante un mensaje de texto en el que me pedía ir a la cocina para hablar, sonaba serio, recuerdo que sentí ese hormigueo en el estómago que viene en automático cuando te dicen “tenemos que hablar”. Modorra y para entonces algo ansiosa, fui a la cocina, me senté frente a él, pero para mi sorpresa, no habló, me indicó con señas la máquina de café, llené mi taza y antes de que pudiera darle el primer trago, me entregó una carta, sin decir nada más, una carta de cinco cuartillas en la que me explicaba las razones por las que lo mejor era decir adiós, y vaya que nos sobraban los motivos.

Después de varias semanas y sesiones de terapia, sentí la necesidad de reflexionar sobre lo que había sucedido, desde mi perspectiva, buscaba tener mucho más claro lo que acababa de vivir, no quería repetir los mismos errores, por el contrario, quería evitar viejos patrones y evadir a toda costa volver a caer en un ciclo sin salida, como la serpiente que se muerde la cola.

Así que, finalmente caí, me di a la tarea de darle una oportunidad a todos esos libros que me habían recomendado por años y que no me daban confianza por estar en la categoría de “superación personal”.

Y justo así, comencé con “El Efecto Compuesto”, y decidí hacer los ejercicios propuestos, escribir una lista de las cualidades que consideraba fundamentales en una potencial pareja, aunque lo amplié e intenté ser lo más específica posible; desde detalles como que no tuviera alergia a los gatos, que le gustará hacer ejercicio, que disfrutara de actividades al aire libre y tuviera buena ortografía hasta lo más trascendental como que debía admirarle, con responsabilidad afectiva, íntegro en su actuar, y claro, con sentido del humor, capacidad de asombro y ganas de vivir nuevas experiencias, solo y conmigo.

Pero no fue simplemente un ejercicio de enumeración; sino que, se convirtió en un viaje introspectivo para definir también quién era yo y quién quería ser en una relación, y sobre todo, qué era negociable y que no. Porque justo ahí, en los no negociables está la clave.

Después, guiada por los principios de “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” me sumergí en la tarea de definir también, lo más especifico que pude, mis valores y metas personales, reconociendo que la construcción de una relación sólida comienza con una comprensión clara de una misma.

Hoy me parece tan obvio, pero en ese momento entendí porqué estos libros se convierten en los más vendidos y es que, en ningún momento me había detenido a cuestionar porqué hacía las cosas que hago, ni mucho menos a analizar y revaluar la lista de mis valores de vida. Estuve tantos años buscándome a través de la validación de los demás y priorizando a mis parejas que me había dejado de lado.

Crear una lista de mis propias cualidades fue de lo más desafiante, y me sumergí en un proceso de autodescubrimiento, cada paso que tomé para acercarme a esta mejor versión de mí misma, me acercaba también a la posibilidad de atraer a alguien especial, y con suerte, mucho más compatible, que en lugar de limitarme, pudiéramos expandirnos juntos, rompiendo con viejas formas.

Con lo que no contaba era que en el camino, me concentré tanto en mi evolución que, en un momento, me olvidé de la búsqueda amorosa. Sin embargo, cuando menos lo esperaba, llegó una persona que encarnaba todas las cualidades que alguna vez imaginé. La ironía estaba en que, conforme iba conociéndole y ponía palomita en la lista que había hecho, más desconfianza me daba continuar, como si se tratara de una trampa o alguna clase de brujería. Ya saben, por aquello de que por lo general, cuando algo parece demasiado bueno para ser cierto, no es cierto.

La admiración mutua, el respeto y la comunicación se convirtieron en los pilares de esta nueva relación en la que, poco a poco fui confiando más. Aunque a veces la inseguridad intenta hacerse espacio, me detengo desde mi nueva versión, recordándome qué hay que ir un día a la vez, que todas las personas tenemos nuestra propia historia y que lo más importante es disfrutar el viaje.

Hoy creo que encontré un compañero de vida, cuando menos lo esperaba, y aunque la tentación de volver a viejas formas de vincularme acecha de forma constante, decido elegir las lecciones aprendidas. Después de todo, las relaciones de pareja están en constante construcción, habitando ese punto intermedio entre nuestros mundos, creando una realidad compartida.

Este relato no es una historia mágica de amor, sino un testimonio de cómo la combinación de estrategias me ayudó en mi camino hacia una mejor relación, al menos, conmigo, ya veremos este año que viene, si mis listas se mantienen como están o también se transforman, al final lo único seguro es que no importa que libro elijas para empezar este año sino ser brutalmente honesta y dejar atrás las situaciones y personas que ya no van contigo.

Ahora suena el teléfono y ya no hay ansiedad, puedo dejarlo por horas mientras trabajo o estoy con amigos, y esta tranquilidad que da la aceptación y la confianza no la cambiaría por absolutamente nada en el mundo.