Anuncios
Elecciones México 2024:

Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

Abrió una librería en plena crisis y hoy su negocio es un éxito en Venezuela

Por Milagros Socorro – Caracas, Venezuela – Fotos: Carlos Ancheta

En Venezuela, cada vez que alguien quiere ilustrar que no todo está perdido, que todavía hay margen para hacer cosas, emprender proyectos y hasta crecer, salta el nombre de Garcilaso Pumar.

–Ahí tienes, pues, Garcilaso Pumar no solo no ha cerrado su librería, sino que abrió otras más; y sigue publicando libros con su editorial.

Garcilaso Pumar. Foto de Carlos Ancheta
Garcilaso Pumar. Foto de Carlos Ancheta

Que no hubiera cerrado la librería, inaugurada ya en tiempos bien avanzados del chavismo cuando muchas otras, incluso las de larga andadura, tuvieron que echar un candado, es sorprendente, pero que haya persistido en el empeño y haya anexado cuatro locales más a lo que ya es una incipiente cadena, es una auténtica hazaña. Pero, ¿quién Garcilaso Pumar?, ¿qué tiene él, que no tengan otros?

Garcilaso Pumar pensó seriamente ser político y ya había decidido seguir carrera académica, cuando algo se atravesó en su vida. Garcilaso, quien tiene estampa de galán de telenovelas mexicanas, nació en Caracas, el 19 de diciembre de 1976. Después de concluir con honores la carrera de Filosofía, en la Universidad Central de Venezuela, en cuyo ámbito había hecho política, conoció al fotógrafo y artista plástico Nelson Garrido, fundador y director de la ONG (Organización Nelson Garrido), centro cultural vanguardista, que alberga una escuela de formación de fotógrafos-artistas cuya descripción merecería nota aparte. El caso es que al ingresar a la ONG y convertirse en asistente de Garrido, la ruta que Garcilaso había planeado se desdibujó.

“Mi vida cambió completamente”, dice Pumar. “Me plegué a la gestión cultural. Nelson me destruyó y quizá destruyó el país…”, completa entre risas.

Entre las enseñanzas más importantes que adquirió de Nelson Garrido es que “si quieres que las cosas salgan bien, tienes que hacerlas tú”. Y lo primero que quiso hacer fue un periódico de distribución gratuita, llamado “En Caracas”, contaba para ello con socios muy bien dispuestos y con la imprenta de su familia, donde, por cierto, se había formado como gráfico. “No necesitaba capital, lo que puse fue el trabajo”.

Garcilaso Pumar. Foto de Carlos Ancheta
Garcilaso Pumar. Foto de Carlos Ancheta

En 2011, envalentonado por la experiencia del tabloide, creó con unos amigos la Editorial Lugar Común, para publicar jóvenes escritores venezolanos. A mediados de 2012, amplió el proyecto a una librería, que ubicó en la urbanización Altamira Sur, de Caracas; en una esquina donde no hay manera de parquear un automóvil. Los clientes tendrían que llegar caminando, lo que en la capital venezolana no es común. Pero al poco tiempo ya el establecimiento era “un centro cultural de bolsillo”, como él dice, donde se dictan talleres, se presentan libros y se dictan conferencias; es también un café y tiene un área para los niños. “En suma”, concluye, “es un espacio de resistencia cultural”.

Cinco años después de la creación de esta primera librería, la marca se ha extendido a cuatro sucursales, que son referencia indispensable de la vida intelectual de Caracas, y una más, en Margarita, donde ya ha cobrado también sitial protagónico en la vida cultural de la isla.

–¿Piensa seguir abriendo librerías, en un país donde la importación de libros es un proceso terriblemente engorroso?

– Hasta 2012, Venezuela era el tercer comprador de libros del continente, detrás de México y Argentina, ahora debe ser el último. La producción local ha caído dramáticamente: ya no está aquí ninguno de los grandes grupos editoriales, con excepción de Planeta. Pero en cuanto aparezca el local indicado en Petare[barriada popular caraqueña], abriré una allí. Es mi sueño secreto. Petare me interesa muchísimo. Creo que va a ser muy exitosa y derrumbaría el mito según el cual en Petare la gente no lee.

–¿Cuál es su secreto?

–En realidad, ninguno. Y, siempre que me hacen una pregunta como esa, digo lo mismo: en momentos de crisis como el que vive Venezuela, tienes dos opciones: llorar o hacer pañuelos. Nosotros decidimos hacer pañuelos. Y, por cierto, no soy el único.

Hay mucha gente tratando de hacer grandes cosas en Venezuela, no a pesar de la crisis, sino precisamente porque estamos en esta grave coyuntura.

¿Cuáles son los errores que ha cometido?

–Han sido demasiados… El principal fue creer que el fin de esta desgracia estaba cerca. Yo siempre aposté a que el país me iba a acompañar y ha sido muy doloroso topar con la realidad de que las circunstancias políticas y sociales no nos han acompañado. Pero ya estamos en esto y, aunque el país nos lo ha puesto todo más difícil, ha habido mucha gente que nos ha acompañado, se ha identificado con el proyecto y ha contribuido a perfilarlo.

–¿Qué lo haría desistir de continuar en su empeño de invertir en Venezuela?

Nada.