Tras la abolición de Roe, surge un debate sobre lo que significa la palabra 'aborto'

Una defensora de los derechos reproductivos se manifiesta fuera del Centro de Atención de la Salud de la Mujer en Nueva Orleans después de que la Corte Suprema de Estados Unidos revocó la jurisprudencia del caso Roe v. Wade, el 24 de junio de 2022. (Kathleen Flynn/The New York Times)
Una defensora de los derechos reproductivos se manifiesta fuera del Centro de Atención de la Salud de la Mujer en Nueva Orleans después de que la Corte Suprema de Estados Unidos revocó la jurisprudencia del caso Roe v. Wade, el 24 de junio de 2022. (Kathleen Flynn/The New York Times)

Incluso después de cincuenta años de debates sobre el aborto en Estados Unidos, la interrogante más polémica que sigue predominando es muy básica: ¿qué es el aborto?

Las principales sociedades médicas y los códigos de facturación de este sector definen el aborto como cualquier procedimiento que ponga fin a un embarazo: si la mujer trata de obtener el procedimiento para vaciar su útero después de un aborto espontáneo, por a un diagnóstico fetal grave o para poner fin a un embarazo no deseado.

“Un aborto es un aborto”, dijo Louise King, ginecobstetra y especialista en bioética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard.

Los legisladores y los grupos provida disienten, pues argumentan que solo es un aborto si la mujer o el proveedor de salud deciden poner fin al embarazo. Por lo general, esto significa que la interrupción de un embarazo en una situación médica grave es aceptable, mientras que la interrupción de un embarazo no deseado no lo es.

Durante las cinco décadas de vigencia de la jurisprudencia del caso Roe contra Wade que estableció el derecho constitucional al aborto, este debate se limitaba a una controversia semántica. Pero tras la decisión de la Corte Suprema de revocar este derecho, la mera definición de la palabra aborto ha adoptado nuevas consecuencias políticas, jurídicas y médicas.

Los estados están batallando para definir lo que permitirán y lo que no. Los médicos también, ya que los que se encuentran en estados que ahora prohíben el aborto dicen que han dejado de realizar los procedimientos porque las violaciones a la ley pueden dar lugar a largas penas de prisión, multas estratosféricas y la pérdida de la licencia médica.

La mayoría de las leyes permiten excepciones para salvar la vida de la mujer embarazada. Pero la incertidumbre sobre lo que se considera una amenaza para la vida ha provocado lo que el presidente de la Asociación Médica Estadounidense calificó de “caos”, ya que los profesionales médicos intentan decidir qué situaciones se incluyen en esas excepciones. A las mujeres se les está negando la interrupción del embarazo por abortos espontáneos y para poner fin a embarazos que tienen pocas o ninguna posibilidad de sobrevivir o se les deja enfermar más antes de poder practicar un aborto que se considere que puede salvarles la vida.

Manifestantes por el derecho al aborto y en contra del mismo frente al tribunal federal de Indianápolis, el 3 de mayo de 2022. (Jamie Kelter Davis/The New York Times
Manifestantes por el derecho al aborto y en contra del mismo frente al tribunal federal de Indianápolis, el 3 de mayo de 2022. (Jamie Kelter Davis/The New York Times

Esto ha puesto a los políticos que ayudaron a promulgar esas leyes, en su mayoría republicanos, a la defensiva en las campañas electorales de medio mandato. Ante las críticas, han tratado de elaborar nuevas definiciones de aborto y culpar a los médicos de los malentendidos.

Los políticos antiabortistas de Luisiana se enfrentaron en agosto a la indignación por un hospital que le negó el aborto a una mujer que llevaba un feto que, según los médicos, nacería sin cráneo. Una de las tres prohibiciones del estado permitía el aborto para poner fin a embarazos “médicamente inútiles”. Pero la condición del feto, anencefalia, no estaba incluida en una lista específica de excepciones permitidas por la ley.

Jeff Landry, el fiscal general del estado, culpó a los médicos, ya que declaró: “Es el hospital el que ha creado ambigüedad donde no la hay”.

“En el supuesto de que dicho diagnóstico se certificó de manera adecuada, la extracción del nonato ‘no es un aborto’”, escribió en una carta al abogado general del hospital.

Katrina Jackson, una demócrata que presentó una de las prohibiciones al aborto en el estado, declaró ante la estación de televisión local que el procedimiento que la mujer quería practicarse no era un aborto: “Esta mujer está buscando un procedimiento médico para un bebé que no es viable fuera del útero”.

La mujer terminó viajando casi 2253 kilómetros para acudir a una clínica de Planned Parenthood en Nueva York, donde interrumpió el embarazo.

Las sociedades médicas y los doctores que están a favor del derecho al aborto afirman que definir el aborto por la intención es una distinción que no marca ninguna diferencia, porque cualquier interrupción procede con la intención de terminar ese embarazo. Y los procedimientos son los mismos, independientemente de que la mujer haya sufrido un aborto espontáneo o quiera interrumpir un embarazo no deseado: el aborto quirúrgico implica la dilatación y el legrado o la dilatación y la evacuación; el aborto farmacológico se realiza con píldoras.

Acusan a los activistas antiaborto de tratar de agregar un juicio de valor, con la intención de sugerir que el aborto es algo a lo cual solo las mujeres promiscuas recurren.

“Cuando ocurre algo triste o devastador, siempre escucharás al movimiento provida decir que ‘eso no es aborto’, porque no pueden hacerse a la idea de que también lo es”, comentó Jenny Ma, quien ha litigado contra las prohibiciones al aborto como abogada principal del Centro de Derechos Reproductivos.

“Puedes agregarle las palabras que gustes; se puede decir parto inducido, se puede decir, entre comillas, electivo, pero es lo mismo”, dijo. “Todo forma parte de cómo se ha estigmatizado el aborto”.

Poco después de la revocación de Roe, los médicos de Ohio le negaron un aborto a una niña de 10 años que había quedado embarazada a consecuencia de una violación, debido a que el estado prohíbe el procedimiento después de la detección de actividad cardiaca fetal —que suele aparecer en torno a las seis semanas de gestación— y no incluye excepciones para víctimas de violación.

Sin embargo, Catherine Glenn Foster, presidenta del grupo antiaborto Estadounidenses Unidos por la Vida, testificó ante el Congreso que “afectaría a su vida y, por lo tanto, entraría dentro de cualquier excepción y no sería un aborto”.

Los grupos que se oponen al aborto argumentan que los estados han sido cuidadosos en la redacción de las prohibiciones para asegurarse de que cualquiera que necesite un aborto por razones médicas tenga acceso a él.

“Eso no es lo mismo que el aborto electivo, el aborto que se realiza con el propósito principal de producir un bebé muerto”, afirmó Donna Harrison, presidenta ejecutiva de la Asociación Estadounidense de Ginecobstetras Provida.

A pesar de ello, algunas prohibiciones estatales —como la de Texas— especifican que el procedimiento “no es un aborto” si se practica para tratar un aborto espontáneo; otros, incluidos Arizona y Wisconsin, no incluyen ninguna excepción para ese caso (los términos aborto y aborto espontáneo están tan mezclados que en esas leyes, escritas en el siglo XIX, que el aborto se define como “procurar un aborto espontáneo”).

El lenguaje relacionado con el embarazo siempre ha motivado debates apasionados. A principios de la década de 2000, los grupos provida presionaron con éxito para que se prohibiera a nivel federal un procedimiento de interrupción del embarazo muy poco frecuente que suele realizarse en el segundo trimestre (este procedimiento se conoce médicamente como dilatación y evacuación intacta) al renombrarlo: “aborto por parto parcial”.

Pero en el nuevo debate para definir el aborto, los grupos que abogan por este derecho afirman que tal vez ellos también hayan abonado a la confusión sin proponérselo.

Incluso cuando Roe era la ley del país, los hospitales solían crear comités para decidir si el aborto era ético o se justificaba como “terapéutico”. De ahí que los grupos que defienden el derecho a decidir establecieron clínicas independientes para tratar de ampliar el acceso. Jamila Perritt, ginecobstetra y presidenta de Médicos por la Salud Reproductiva, dijo que eso fomentaba la creencia de que los abortos realizados en las clínicas no eran iguales a los que se hacían en los consultorios médicos o en los hospitales cuando una mujer ponía fin a un embarazo debido a un tratamiento contra el cáncer o a una anomalía fetal.

“He tenido pacientes que me dicen: ‘No soy como las demás, que no se cuidaron’”, afirma Perritt.

Los grupos provida no siempre concuerdan en la definición de aborto aceptable. Por ejemplo, Harrison dijo que ella no cree que el procedimiento sea la respuesta correcta a una violación o en los casos en que se diagnostica que el feto presenta una anomalía mortal. Aunque el embarazo de la niña de 10 años de Ohio fue un “espantoso desastre social”, Harrison afirmó que “no ponía en riesgo su vida”. De igual modo, en su opinión, los fetos con lo que denominó “un diagnóstico de vida limitada” pueden ser llevados a término en los cuidados perinatales.

Quienes están a favor de decidir argumentan que este debate no debe girar en torno a las excepciones que deben permitirse en las leyes estatales, porque esas excepciones no pueden contemplar todas las posibilidades; incluso pueden agravar el estigma que rodea el aborto y la pérdida del embarazo.

“Estamos creando esta narrativa de que algunas personas merecen atención médica y otras no”, explicó Kristyn Brandi, becaria Darney-Landy del Colegio Estadounidense de Ginecoobstetricia. “En medicina, no hacemos esa división basada en la razón o la división basada en la situación. Es más, el embarazo necesita terminarse por la razón que sea y proporcionaremos esa atención porque es lo que necesita la persona que tenemos frente a nosotros”.

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