A la mexicana, así son ahora las elecciones presidenciales en EEUU y Trump lo aprendió muy bien

TOPSHOT - US President Donald Trump claps alongside US First Lady Melania Trump after speaking during election night in the East Room of the White House in Washington, DC, early on November 4, 2020. (Photo by MANDEL NGAN / AFP) (Photo by MANDEL NGAN/AFP via Getty Images)
(Foto: MANDEL NGAN/AFP via Getty Images)

El proceso de disputa por el poder en los Estados Unidos es complejo y de larga duración. Estas características hacen que su desenlace sea previsible, en la mayoría de las ocasiones. Esta ocasión fue una de esas excepciones que confirman la regla. Los resultados fueron sorpresivos porque muchos esperaban el triunfo contundente de Joe Biden y sucedió un resultado parejo que dio la pauta para que el presidente Donald Trump declarara su triunfo y denunciara la intención de un fraude electoral.

El pueblo de los Estados Unidos llegó al término de la jornada electoral que, debido a la pandemia y diversos conflictos sociales en el país, tuvo una concurrencia inédita, de casi cien millones de electores, que por correo y de manera presencial votaron. Minutos después de cerrar las casillas, el demócrata Joe Biden dio un mensaje en el que manifestó su confianza en que su candidatura “va por el buen camino para ganar”, pidió paciencia a sus seguidores y les dijo: “Esto no termina hasta que se cuenten todos los votos”.

Ante el mensaje de Biden, el presidente Donald Trump reaccionó mediante un mensaje en el que afirmó: “Nosotros ganamos esta elección. Esto es un fraude para el público estadounidense. Esto es una vergüenza para nuestro país. Nosotros nos estábamos preparando para ganar estas elecciones”. Afirmó que acudirá a la Corte Suprema de Justicia para que se detenga el conteo de sufragios.

La reacción de Donald Trump mostró a un mal perdedor, pero no representa ninguna sorpresa pues durante su campaña dijo que deseaba una transición tranquila después de las elecciones y se dijo dispuesto a reconocer los resultados “siempre que la elección sea honesta”.

La denuncia de Trump de un presunto fraude y su advertencia de acudir a la Corte Suprema mancha el proceso electoral al cuestionar la honestidad de la elección. El proceso no ha terminado, algunos Estados de la Unión no han concluido su conteo de votos y están contando millones de sufragios que los ciudadanos enviaron por correo. La conclusión podría tardar días o semanas.

La advertencia de Trump de acudir a la Corte Suprema contiene la intención de frenar el proceso de conteo de votos cuando él se encuentra con ventaja en la votación.

La ambición de poder es una gran motivación que lleva a los políticos ha cuestionar la validez, no solo de los resultados electorales, sino de las instituciones que llevan a cabo la organización de los procesos electorales.

Lo cerrado de los resultados en las elecciones de 2006, en México, llevaron al candidato del PRD, Andrés Manuel López Obrador, a exigir el conteo “voto por voto, casilla por casilla”, declararse “presidente legítimo” y nombrar un “gabinete espejo” para vigilar y cuestionar al “gobierno espurio”, que no reconoció, de Felipe Calderón.

En procesos en los que está en disputa el poder, en México, el Instituto Nacional Electoral (INE) actúa como árbitro, que organiza los comicios, cuenta los votos y expresa el resultado final de las elecciones. Quienes disputan el poder tiene la oportunidad de inconformarse con el dictamen del INE y acudir al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, cuya sentencia es final e inapelable, con lo que se llega al término de cualquier disputa y con ello se pone a salvo a las instituciones.

Que Donald Trump cuestione la honorabilidad de proceso electoral de su país, sienta un precedente riesgoso para la influencia ideológica que por décadas los gobiernos de los Estados Unidos en ejercido en el mundo, marcadamente durante la Guerra Fría del siglo pasado en la que exigían a sus aliados la práctica de la democracia, la organización de elecciones y a sus socios comerciales, les imponían en sus convenios una “cláusula de democratización”, para hacer negocios con los Estados Unidos.

El resultado de las elecciones en los Estados Unidos, más allá del conteo de votos a favor de Trump o Biden, ya lo conocemos. Es un país profundamente dividido, polarizado por sus preferencias hacia las propuestas antagónicas de uno y otro candidato, de uno y otro partido. El resultado es el trabajo de reconciliación nacional que le espera a quien sea proclamado presidente.

Todavía Estados Unidos opera en el mundo como el fiel de la balanza ante conflictos entre naciones, su presencia, aunque no guste, estabiliza la convivencia entre países y da certidumbre a los mercados y las finanzas internacionales. Eso y mas se podría extraviar por la ambición de poder de un hombre que no quiere que se cuente voto por voto. Aprendió a hacerlo a la mexicana.

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