50 años del 25 de abril: ¿Qué queda por hacer con la 'revolución de los claveles'?
Portugal celebra 50 años de democracia. Libertad de prensa, elecciones libres, derecho a la salud, a la huelga, a la educación... muchos fueron los logros de la revolución. Sin embargo, cada año, en las celebraciones del 25 de abril, se debate sobre lo que aún queda por hacer.
La historiadora social Raquel Varela destaca los logros, sobre todo en el ámbito laboral, en los que los portugueses reivindicaron una amplitud de derechos que nunca antes había existido en el país. Al mismo tiempo, destaca la construcción del Servicio Nacional de Salud y del sistema educativo que, en su opinión, supusieron durante muchos años "avances cualitativos" a nivel social.
"No se trata solamente de derechos, libertades y garantías, sino también, del Estado del bienestar, y de la seguridad y protección en el empleo, porque muchas de estas cosas, desgraciadamente, han retrocedido desde finales de los años 80. Lo que ha quedado es la constatación de que es posible vivir de otra manera. Esta utopía es una esperanza que no se puede borrar, no hay vuelta atrás desde ese punto de vista. Se puede volver atrás en las realizaciones materiales, pero no en la idea en acción", afirma la profesora de NOVA FCSH.
No cabe duda de que Portugal está hoy mejor que hace 50 años, pero la baja productividad de la economía, las precarias condiciones laborales y el deterioro de los servicios públicos sitúan al país por detrás de otras naciones europeas.
Según datos de Eurostat, la productividad por trabajador en Portugal es un 28% inferior a la media de los países de la eurozona. Desde hace al menos 10 años, Portugal se sitúa a la cola de la productividad en la zona de la moneda única. En seis años ha sido superado por los tres países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania), y en el contexto de la Unión Europea por Croacia, Rumanía y Polonia.
Para la coautora del libro 'Breve História de Portugal - A Era Contemporânea', las causas de los problemas de productividad del país están directamente relacionadas con el hecho de que se favorezca más al capital que al trabajo.
"Ha habido, sobre todo desde el siglo XXI, una intensa degradación de los servicios públicos con un alto rendimiento del capital a través de los intereses. Por lo tanto, a través de los préstamos, a través de la deuda pública, lo que va a destruir el potenciual establecido, la capacidad de producir del país, y también va a erosionar los servicios públicos", argumenta.
Además, el PIB per cápita del país sigue estando por debajo de la media europea. En 2023, según las estimaciones de Eurostat, Portugal pasaría a ocupar el 18º lugar entre los Estados miembros de la Unión Europea, dos puestos más que el año anterior y superando a Polonia y Estonia. Sin embargo, sigue estando un 17% por detrás de la media de la UE.
"De hecho, Portugal sigue a la cola de Europa Occidental, sigue siendo el país más pobre de Europa Occidental. Así que, Portugal no ha mejorado su situación relativa en términos de clasificación por países. Portugal sigue siendo el más pobre, es el último, el más atrasado en términos de capital humano, en términos de niveles de educación de su población. Sigue siendo el último de la lista en Europa Occidental, en términos de funcionamiento de las instituciones políticas", afirma el historiador económico Nuno Palma.
Con cinco décadas de vida democrática y 38 años en la Unión Europea, el país también tendrá que replantearse su participación en el proyecto comunitario, y reducir su dependencia del dinero europeo, ya que la previsible ampliación del bloque a Ucrania y los Balcanes Occidentales supondrá una reducción de los fondos disponibles para la política de cohesión.
En opinión del profesor de la Universidad de Manchester y autor del libro 'Las causas del atraso portugués', estos fondos llevan a la población a "no sentir siempre la urgencia de cambiar", y a las empresas a competir por estos fondos sin "una preocupación por crear dinámicas transformadoras para la economía".
"En lugar de ser la salvación del país, como a menudo son vistos y descritos por los actores políticos, siendo una bazuca que salvará al país o una lluvia de millones, en realidad, estos fondos tienen efectos muy negativos, tanto para la economía portuguesa, en particular para la parte de la economía que está sujeta a la competencia internacional, los llamados bienes comercializables y el sector comercializable de la economía. Por otro lado, también tienen efectos negativos sobre el proceso político que existe en Portugal. Básicamente, los fondos europeos son una especie de tirita o aspirina que oculta las consecuencias de las malas decisiones tomadas a nivel político", opina Nuno Palma.
Además, el historiador económico también acusa a los dos grandes partidos que han gobernado en democracia, el PS y el PSD, de no haber sido capaces de generar reformas para converger con el resto de Europa.
Hace cuatro años, Portugal fue rebajado a la categoría de 'democracia defectuosa', y desde entonces nunca ha conseguido volver a la condición de 'democracia plena' que tenía en 2019. El Índice de Democracia 2023, publicado por Economist Intelligence Unit, sitúa al país en el puesto 31 de la clasificación mundial, tres puestos más atrás que el año anterior, y el peor resultado desde 2013.
La caída se debe, principalmente, a la valoración otorgada al criterio "funcionamiento del Gobierno", donde solamente se registra una nota de 6,79 puntos, una caída sustancial respecto al año pasado (7,50 puntos). Portugal es uno de los tres únicos países de Europa Occidental clasificados como 'democracia defectuosa', junto con Bélgica e Italia.