4 datos destacados de la vida y la carrera de Claudia Sheinbaum, la primera presidenta de México
Claudia Sheinbaum hizo historia este martes 1 de octubre al tomar posesión como la primera presidenta de México.
Después de una cómoda victoria en las elecciones de junio, la reconocida científica y política de 62 años se enfrentará ahora al desafío de gobernar a un país de 130 millones de habitantes.
Le tocará liderar algunos cambios profundos, como la recién aprobada (y controvertida) reforma al Poder Judicial, con la que los magistrados y jueces del sistema federal serán elegidos por voto popular a partir de 2025.
Sheinbaum estudió física y fue una aguerrida líder estudiantil; luego condujo prominentes investigaciones sobre el cambio climático y la contaminación, al mismo tiempo que tejía sus redes en política.
A continuación, te contamos 4 datos reveladores de su vida y de su carrera.
1. Es apasionada por la ciencia y ganó (junto a un equipo) el nobel de la Paz
La primera pasión de Claudia Sheinbaum no fue la política sino la ciencia, área en la que ha tenido una destacada carrera.
De madre bióloga (ganadora del Premio Nacional de Ciencias en 2022, en la categoría de Ciencias Físico-Matemáticas y Naturales) y padre químico, la mandataria electa creció en una familia donde las conversaciones científicas eran un práctica cotidiana.
Luego de graduarse de la secundaria, Sheinbaum, la segunda de tres hermanos, entró a estudiar física e ingeniería energética en la Universidad Autónoma de México (UNAM), donde obtuvo la licenciatura en 1989 con una tesis titulada “Estudio termodinámico de una estufa doméstica de leña para uso rural”.
En 1994, hizo una maestría en ingeniería energética, y luego se aventuró a hacer un doctorado, convirtiéndose en la primera mujer en ingresar en la UNAM a ese grado en esa especialidad.
Su tesis doctoral la hizo en el extranjero, en el Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, que es administrado por la Universidad de California.
Por este motivo se trasladó a Estados Unidos junto a su primer esposo, Carlos Imaz, y sus dos hijos -Rodrigo y Mariana Imaz-, donde vivieron cuatro años.
Aunque su currículo está estrechamente relacionado con la academia -fue profesora e investigadora titular del instituto de ingeniería de la UNAM-, también es reconocida por su trabajo en organizaciones públicas ligadas al Estado, como la Comisión Nacional para el Ahorro de Energía y la Comisión Federal de Electricidad.
Internacionalmente, ocupó cargos en importantes instituciones, como el Banco Mundial y en el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El cambio climático es una de sus pasiones y ha elaborado metodologías que han permitido medir la contaminación y crear sistemas de alerta sobre la emisión de gases de efecto invernadero.
Fue precisamente esa trayectoria la que hizo que en el año 2000 la presidenta fuera recomendada a Andrés Manuel López Obrador, quien en ese momento asumía como jefe de gobierno de Ciudad de México.
Sheinbaum tenía 37 años cuando asumió como secretaria de Medio Ambiente del Distrito Federal, su primer cargo político.
Pero tomar esa responsabilidad no significó que abandonara sus investigaciones científicas.
De hecho, durante esos años integró el Panel Intergubernamental de expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, un equipo de más de 600 académicos que en 2007 ganó el Premio Nobel de la Paz por difundir conocimiento sobre la materia.
En “Claudia: El Documental” -un filme publicado en el marco de la campaña presidencial-, la nueva gobernante asegura que para ella fue una sorpresa el reconocimiento, pues en medio de todo su trabajo le había “costado mucho” seguir siendo parte del panel.
“Pero cuando salió el Nobel, pensé: qué bueno que no lo dejé”, reconoció.
Una de las incógnitas sobre el sexenio que inicia es si su experiencia en el tema ambiental se materializará en esfuerzos y legislaciones loables.
2. Fue líder estudiantil
Claudia Sheinbaum tenía sólo 6 años cuando explotaron las protestas de 1968 que sacudieron a buena parte del mundo.
México no fue la excepción.
Campesinos, obreros, amas de casa, intelectuales y estudiantes se unieron para exigir un cambio democrático en el país.
Entre estos últimos estaban los padres de la presidenta, Carlos Sheinbaum y Annie Pardo, quienes como alumnos de la UNAM se involucraron en el activismo de izquierda de la época, participando de manifestaciones y revueltas estudiantiles.
Un activismo que llevaron hasta su casa, donde se solían realizar importantes reuniones con otros líderes políticos de los que era testigo esa niña que 55 años después se convertiría en la primera mujer en gobernar el país.
En el libro biográfico que escribió sobre Sheinbaum, el periodista Arturo Cano cuenta que ella atesora recuerdos de esos años como visitas a la cárcel de Lecumberri donde estaba un amigo de la familia, Raúl Álvarez Garín, quien fue uno de los principales dirigentes del movimiento estudiantil de la época.
“En mi casa se hablaba de política en el desayuno, en la comida y en la cena”, le dijo Sheinbaum a Cano.
Todo lo anterior marcó profundamente a la mandataria, que suele decir que es "hija del 68".
Siguiendo los pasos de su padres, Sheinbaum se involucró desde muy joven en agrupaciones y movimientos políticos.
Uno de los momentos más destacados de esa participación fue la huelga de hambre que lideró en 1978 Rosario Ibarra de Piedra, la primera candidata presidencial de México (en 1982), férrea defensora de los derechos humanos y una de las grandes inspiraciones de la sucesora de AMLO.
Con aquella huelga -que se realizó en la Catedral Metropolitana-, 84 mujeres y cuatro hombres exigían la libertad de presos políticos en medio de la llamada "guerra sucia", durante la que se cometieron crímenes y graves violaciones a los derechos humanos en contra de miembros de movimientos sociales y disidentes.
Sheinbaum tenía 15 años y el 28 de agosto decidió acudir a la Catedral para apoyar la causa.
En un homenaje a Ibarra de Piedra, la presidenta recordó que esa fue la primera vez que durmió fuera de su casa -y, por cierto, en un ambiente hostil, con el hostigamiento constante de policías y militares.
En la década de 1980, siendo estudiante de física de la UNAM, Sheinbaum se involucró en la lucha obrera y en los paros de aquellos años.
Participó activamente en el movimiento estudiantil de 1986 y 1987, que se enfrentó a las “políticas neoliberales”, y formó parte del Consejo Estudiantil Universitario (CEU) que luchó también por mejorar la calidad académica de profesores e investigadores.
En registros de la época, se la ve liderando asambleas y dando discursos al resto de sus compañeros.
Incluso cuando estuvo fuera del país continuó participando de protestas, como una que se realizó ante la visita a California del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari, en la que se exigía la ampliación democrática en México y un "comercio justo" entre ambos países.
En junio de 2023, a través de su cuenta de X (Twitter), compartió una foto de esa marcha y señaló: “Ya han pasado unos años, pero conservo el mismo sentimiento y anhelo de justicia social, para que haya patria para el pobre y patria para el oprimido”.
Desde que era estudiante luchaba por la democracia, por la justicia social y contra el modelo neoliberal del que se beneficiaban solo unos pocos.
Les comparto esta foto de 1991, cuando estuve en California, en una estancia académica y junto con varias compañeras y compañeros… pic.twitter.com/zMoXRkNKSv— Dra. Claudia Sheinbaum (@Claudiashein) June 26, 2023
Según el periodista Arturo Cano, muchas personas que conocieron a Claudia Sheinbaum en su época estudiantil la recuerdan como una “buena oradora” y con una alta capacidad de persuasión.
3. Fue la primera mujer que asumió la jefatura de gobierno de CDMX
La activa participación de Sheinbaum en movimientos estudiantiles la hizo estrechar lazos desde muy joven con la izquierda mexicana, y posteriormente con con AMLO, con quien fue construyendo una relación cada vez más estrecha.
Desde que comenzaron a trabajar juntos en 2000, ella se convirtió en una gran aliada de López Obrador, acompañándolo de cerca en sus dos intentos frustrados por llegar a la presidencia del país -en 2006, cuando fue su vocera de campaña, y en 2012-, y luego en 2018 cuando resultó ganador.
También participó junto a él en la conformación del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), el partido que rompió con la hegemonía de las coaliciones tradicionales mexicanas y que desde su conformación en 2014 ha logrado llegar a la presidencia y obtener la mayor representación en el Congreso y en el Senado.
Como representante de MORENA, en 2015 Sheinbaum fue elegida como jefa de la delegación capitalina de Tlalpan.
Esto le sirvió de trampolín para el hito que marcó en 2018 como la primera mujer electa jefa de gobierno de CDMX, un cargo que ciertamente pavimentó su camino hacia el Palacio Nacional.
Durante este período, le tocó lidiar con la pandemia de covid-19, logrando que la capital mexicana tuviera una de las mayores tasas de vacunación a nivel internacional.
Además, marcó una diferencia importante con AMLO: mientras él se rehusaba a usar mascarilla -y sus adversarios lo acusaban de "minimizar" la pandemia-, ella no sólo aparecía en eventos públicos con el cubrebocas sino que también impulsó fuertemente su uso en CDMX.
Entre los logros que consiguió en la alcaldía, Sheinbaum ha destacado la reducción en un 51% de la tasa de homicidios dolosos y en un 58% los delitos de alto impacto en la capital, aunque sus críticos han puesto en duda aquellos números.
En campaña, la mandataria prometió que, si ganaba la elección, replicaría en todo el país la estrategia de seguridad que impulsó en CDMX.
Claudia Sheinbaum siempre ha defendido el concepto del Estado de bienestar, el acceso a la educación pública, a la vivienda y a salarios dignos. A su vez, es crítica del sistema neoliberal y del “poder económico”.
Defiende e impulsa la llamada "Cuarta Transformación", el ambicioso proyecto con el que AMLO llegó al poder en 2018 y que -como la Independencia, la Reforma, y la Revolución de 1910- prometía renovar los cimientos de la sociedad mexicana.
Sus labores en política también le han traído críticas y controversia.
Como jefa delegacional de Tlalpan, le tocó enfrentar el terremoto de 2017 y el derrumbe de una escuela que dejó 19 niños muertos. La oposición la acusó de "tener elementos" para haber cerrado el colegio un año antes de la tragedia debido a su construcción defectuosa.
Luego, en 2021, siendo jefa de gobierno de la capital mexicana, se tuvo que enfrentar a otra tragedia: el accidente en la línea 12 del metro que dejó 27 muertos e hirió a más de un centenar.
La mandataria, una vez más, fue el blanco de los ataques.
Diversas investigaciones -encargadas por las víctimas y por la propia Sheinbaum- demostraron deficiencias en el diseño y la construcción pero también en el mantenimiento.
En la campaña por la presidencia esos escándalos resurgieron, así como la idea de que ella es sólo una “extensión” de López Obrador.
“Me siento segura de mí misma. No me importan esas cosas que dice la oposición de que el mío sería otro gobierno de López Obrador”, le dijo Sheinbaum a la BBC en mayo de este año, refiriéndose a esas críticas.
4. Vida personal
Claudia Sheinbaum viene de una familia de origen judío.
Sus abuelos paternos eran judíos asquenazí y llegaron a México desde Lituania en 1920; los maternos eran judíos sefardíes y llegaron de Bulgaria en 1940, en medio de la Segunda Guerra Mundial.
La presidenta electa no fue criada bajo una educación ligada a la religión. De hecho, asistió a un colegio laico de expatriados.
Pero la nueva presidenta de México tiene lazos con el judaísmo.
Así lo explicó ella en una actividad con mujeres de la comunidad judía en 2018, la que fue registrada por el sitio Enlace Judío.
“Yo crecí con mis padres nacidos en México, crecí en realidad sin religión, así me educaron mis padres, pero evidentemente la cultura se trae en la sangre”, indicó.
“Soy cercana porque finalmente en la casa de mis abuelos celebrábamos todas las fiestas judías. Y yo me siento mexicana, soy mexicana, pero estoy muy orgullosa de mi origen, orgullosa de mis abuelos maternos y paternos”, agregó.
El judaísmo se ha mantenido al margen de la familia que ella formó, primeramente con Carlos Imaz, su marido por casi 20 años (entre 1987 y 2016).
Imaz y Sheinbaum se conocieron mientras ambos eran líderes estudiantiles en el Consejo Estudiantil Universitario (CEU).
Tuvieron una hija -Mariana- cuando Sheinbaum tenía 26 años y era ayudante de Cálculo en la universidad (además de estar estudiando su maestría).
Mariana es la única hija biológica de la mandataria, pero ella también reconoce como propio a Rodrigo Imaz, el primer hijo de su exmarido.
“Con Rodrigo se estableció una conexión muy grande, inmediatamente fue mi hijo”, señala ella en “Claudia: el documental”.
Carlos Imaz es una figura conocida dentro de la izquierda mexicana. Llegó a ser fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y jefe delegacional de Tlalpan, en 2003. A poco de asumir este cargo, sin embargo, se vio envuelto en un escándalo de corrupción.
La pareja se separó en 2016.
Tiempo después, Sheinbaum se reencontró por Facebook con quien fuera su novio de la universidad, Jesús María Tarriba, quien también es físico, de izquierda y está vinculado a la gestión pública: es funcionario del Banco de México.
En “Claudia: el documental”, la mandataria explica que “justo se acababa de divorciar, yo también, y nos contactamos por Facebook”.
Claudia Sheinbaum y Jesús María Tarriba se casaron en noviembre del año pasado en una ceremonia “íntima y familiar”.
Ahora, la presidenta tiene un enorme desafío por delante.
Está por verse si logrará cumplir sus promesas, entre ellas, disminuir el 36% de pobreza que tiene el país, aumentar el salario mínimo, mejorar el sistema judicial para que los delitos no queden impunes o extender el servicio público de salud a todos los mexicanos.
Sin duda una labor difícil; una responsabilidad que estará sobre los hombros de esta científica por los próximos 6 años.