3 hitos que marcaron el regreso de la democracia en Argentina hace 40 años (más allá del juicio a las juntas militares)

Carteles que conmemoran los 40 años desde que asumió Alfonsín.
Argentina conmemora el domingo cuatro décadas desde la llegada al poder de Raúl Alfonsín, que marcó el final de la dictadura.

Argentina no solo celebra este 10 de diciembre la asunción de Javier Milei. También conmemora 40 años del fin de la última dictadura militar y el comienzo del período democrático más largo de su historia.

Ese logro tuvo un protagonista clave: Raúl Alfonsín, el presidente que tomó las riendas del país en 1983 tras la desolación social y económica que dejaron los más de siete años de dictadura militar.

Alfonsín pasaría a la historia -no solo de Argentina sino del mundo- por ordenar, días después de asumir, que se juzgue a los líderes de las juntas militares que habían gobernado con brutalidad entre 1976 y 1982 (y que habían promulgado una ley de autoaministía para protegerse, que el Congreso, a instancias de Alfonsín, anuló).

Para ello, el líder de la Unión Cívica Radical (o UCR, la rival histórica del peronismo), instituyó la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), cuyo trabajo fue recopilar las evidencias que sirvieron de base para el juicio.

Este consejo de notables, encabezado por el escritor Ernesto Sábato, recogió denuncias sobre los secuestros, torturas y asesinatos de miles de argentinos que habían sido detenidos ilegalmente en centros clandestinos por las fuerzas de seguridad, y que luego fueron "desaparecidos", con métodos como los "vuelos de la muerte", con los que eran lanzados vivos al mar.

Así, Argentina se convertiría, dos años más tarde, en la única democracia latinoamericana -y uno de los pocos países del mundo, sino el único- que condenó a sus propios opresores en tribunales comunes.

Pero este juicio fue solo uno de los logros más destacados del gobierno de Alfonsín, quien presidió el país hasta junio de 1989, debiendo renunciar unos meses antes del final de su mandato en medio de una crisis de hiperinflación.

Videla y los altos mandos militares durante el Juicio a las Juntas, en 1985.
Videla (cuarto desde la izquierda) y otros ocho líderes de las juntas militares fueron juzgados por tribunales civiles.

Aunque su manejo de la economía recibió críticas -uno de sus detractores más duros es el propio Milei, quien una vez dijo que su terapia para descargarse emocionalmente era pegarle a un muñeco con la cara de Alfonsín- lo cierto es que ningún otro expresidente es tan unánimemente respetado por el pueblo argentino.

En su funeral, el 1 de abril de 2009, decenas de miles de personas hicieron fila por horas para despedir sus restos, que fueron velados en el Congreso.

Aquí te contamos otros tres enormes avances que logró el llamado "restaurador de la democracia", y cómo cambiaron a Argentina.

1. Patria potestad compartida

Aunque hoy Argentina es cuna del feminismo -con movimientos como Ni Una Menos o la campaña de los pañuelos verdes que logró la aprobación de la ley del aborto- la situación de las mujeres era muy diferente hace cuatro décadas, cuando asumió Alfonsín.

En Argentina regía un verdadero patriarcado y la prueba más evidente de ello era que las mujeres no tenían derecho de tomar decisiones sobre sus propios hijos, un poder que, por ley, únicamente estaba en manos de los progenitores masculinos.

Durante su campaña electoral, el líder radical prometió cambiar esta situación.

“A la mujer argentina, que sufre las consecuencias de una sociedad anticuada y machista, que ni siquiera le confiere la posibilidad de compartir la patria potestad de sus hijos, le decimos sencillamente que vamos a concretar en serio la igualdad que le confiere la ley, y le niegan los hechos”, se comprometió.

Tras asumir, cumplió con su palabra, impulsando en 1985 la ley 23.264 de patria potestad compartida, que le dio el derecho conjunto a ambos padres a decidir sobre sus hijos menores de edad.

Alfonsín, realizando su icónico saludo con manos unidas, el día de su asunción, el 10 de diciembre de 1983.
Alfonsín, realizando su icónico saludo con manos unidas, el día de su asunción, el 10 de diciembre de 1983.

Curiosamente, la acción de Alfonsín restableció un derecho que las mujeres argentinas ya habían tenido muchos años antes, con la reforma constitucional de 1949, realizada durante la presidencia de Juan Domingo Perón, pero que perdieron en 1956 a manos del gobierno militar que derrocó al segundo gobierno peronista.

Aunque el Congreso volvió a a establecer la patria potestad compartida en 1974, fue -irónicamente- la primera presidenta mujer del país, María Estela Martínez de Perón (quien heredó el cargo de su marido, tras su muerte), quien volvió a vetar la ley.

A pesar de que Alfonsín simplemente les devolvió a las argentinas un derecho que habían perdido 36 años atrás, su postura le valió un enfrentamiento con la Iglesia católica y sectores conservadores.

Un choque que se profundizaría con otro derecho que impulsó...

2. Ley de divorcio

Cuando asumió Alfonsín, Argentina era uno de los pocos países del mundo en los que no existía el divorcio.

Si una pareja se separaba, el hombre -que en la época solía ser el sostén económico de la familia- no tenía ninguna obligación legal de asistir económicamente a su esposa e hijos.

Por otra parte, si un hombre separado volvía a formar pareja y tener hijos con otra mujer, tanto el vínculo como esos niños eran considerados ilegítimos.

Todo eso cambió con la Ley de divorcio vincular, promulgada por Alfonsín en 1987.

La norma modificó el Código Civil argentino, permitiendo la disolución de la unión matrimonial.

Una vez más, lo que hizo Alfonsín fue devolver un derecho que había existido: fue sancionado en 1954 durante el gobierno de Perón y derogado dos años más tarde por el mismo gobierno de facto que anuló la patria potestad compartida.

No obstante, la resistencia que enfrentó Alfonsín de la jerarquía católica y los sectores conservadores fue enorme.

Alfonsín, visto aquí con su pequeña nieta
Alfonsín, visto aquí con su pequeña nieta, fue un gran defensor de las mujeres y los niños.

"Durante el debate en el recinto la Iglesia organizó muchas acciones en contra de la Ley, creo que hubo hasta una procesión a Luján", contó Sandra Dell Oro, directora del Instituto de Políticas de Género del Colegio de Abogados del partido de San Martín, a la agencia oficial Télam.

"Se intentó instaurar el lema de que la aprobación de la ley era nociva para la sociedad", afirmó.

Aunque la experta señaló que la ley era "perfectible", ya que "no existía, como ahora, la disolución del vínculo a pedido de sólo una de las partes" resaltó que "a lo que se tenía antes era todo un avance".

Según datos del gobierno argentino, antes de la aprobación de la ley "existían 3.000.000 de personas, un 10% de la población, separadas de hecho e inhabilitadas para volver a casarse legalmente".

Dell Oro remarcó que la ley de divorcio también les dio a estas personas un marco legal para solucionar "trámites, herencias y situaciones que no podían ser resueltas".

Desde la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Argentina (APDH), uno de los organismos de mayor trayectoria en el país, señalaron a BBC Mundo que las leyes que propició Alfonsín generaron profundos cambios sociales que acompañaron el regreso de la democracia.

"En esos temas Argentina era un país atrasado, con legislación antigua y de cuño católico", afirmaron Eduardo Tavani, Guillermo Torremare y Soledad Astudillo, quienes comparten la presidencia de la APDH.

"Las nuevas normas en materia de derecho de familia, especialmente la ley de divorcio vincular –cuya sanción fue muy resistida por los sectores conservadores y católicos-, implicaron un ensanchamiento de los márgenes de libertad de la sociedad en su conjunto".

3. Tratado de Paz con Chile

Además de un país atrasado y arrasado por la dictadura, Alfonsín también heredó de los militares un delicado conflicto con Chile, vecino con el que Argentina comparte una extensa frontera.

El diferendo limítrofe era por la soberanía de unas islas en el canal de Beagle, en el sur de ambos países.

Aunque los desacuerdos habían comenzado a finales del siglo XIX, la tensión escaló en 1977, cuando en Chile también gobernaban los militares, bajo el mando de Augusto Pinochet.

El rechazo argentino a un fallo de un tribunal arbitral internacional, que debía definir quién tendría la soberanía de las islas, llevó al país más grande a alistar sus fuerzas armadas en diciembre de 1978, en preparación para una ocupación.

Videla y Pinochet en 1978.
Videla y Pinochet llevaron a sus países al borde de una guerra en 1978.

El conflicto bélico se evitó con la mediación del entonces papa Juan Pablo II, quien acababa de asumir como líder de la Iglesia católica.

El Papa envió a Sudamérica una delegación encabezada por el cardenal Antonio Samoré, quien logró que los gobiernos de facto de Videla y Pinochet firmaran el Acta de Montevideo en enero de 1979, por el que acordaron volver al statu quo de 1977 y aceptar la mediación papal para buscar una solución duradera.

Pero fue a Alfonsín quien le tocó poner punto final a la discordia.

Tras un proceso de paz que duró cinco años, de 1979 a 1984, las delegaciones diplomáticas de Argentina y Chile en el Vaticano llegaron a un acuerdo.

La propuesta le otorgó las islas en la mitad norte del canal de Beagle a Argentina y las islas en la mitad sur a Chile y dio derechos de navegación a ambos países.

Antes de acordar la firma del Tratado de Paz y Amistad que sellaba este pacto, Alfonsín decidió consultar a la ciudadanía, convocando a un plebiscito.

Aunque la consulta popular no era vinculante, el mandatario prometió respetar la decisión del pueblo.

Más del 80% de los argentinos apoyaron la paz con Chile, que Argentina firmó días más tarde, el 29 de noviembre de 1984, en el Vaticano, y luego fue ratificado por el Parlamento.

El hombre que lideró la delegación argentina en la Santa Sede, el experto en Derecho Internacional Guillermo Moncayo, dijo en 2009 a BBC Mundo que la paz con Chile no hubiera sido posible sin la consulta popular ordenada por Alfonsín, que mostró un fuerte apoyo de la mayoría de la población al acuerdo, que era resistido por sectores del peronismo en el Congreso.

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