Las 23 palabras que tiene que decir Kamala Harris para ganarle a Donald Trump mañana... y en noviembre
NUEVA YORK.- “Joe y yo hicimos muchas cosas bien, pero también hicimos algunas cosas mal, y esto es lo que aprendí de toda esa experiencia”.
Les apuesto lo que quieran a que esas 23 palabras, o algo por el estilo, son la clave para que Kamala Harris gane el debate de mañana contra Donald Trump, y también la elección…
Le bastará pronunciar esas palabras para mejorar enormemente sus chances de ganarse a los votantes indecisos en esta reñida carrera electoral. Si no las pronuncia y sigue tratando de disfrazar sus volteretas en materia de políticas públicas con los incoherentes argumentos que utilizó durante la entrevista con la cadena CNN –que si bien su postura sobre el método de extracción de petróleo por fracking y sobre la inmigración han cambiado, “mis valores no”–, entonces la cosa se le va a complicar.
Vicepresidenta: ¿me puede explicar qué quiere decir con eso de que su postura cambió pero sus valores no? ¿Entonces qué debemos esperar durante su presidencia: hechos consumados o valores? Nuestra última encuesta de opinión muestra que hay muchos votantes que todavía no lo saben…
Está bien que diga: “Como vicepresidenta aprendí mucho. Estoy orgullosa de nuestro historial de haber puesto a Estados Unidos en un camino sustentable hacia un futuro de energía limpia y renovable, que nos convertirá en un país más seguro y más próspero. Pero también entiendo que a eso no se llega de la noche a la mañana. Tanto por razones de seguridad económica como de seguridad nacional, necesitamos una estrategia energética integral ya mismo. Así que pueden confiar en que, conmigo en la presidencia, Estados Unidos seguirá liderando el mundo en la explotación de nuestras ventajas de petróleo y gas, pero lo haremos de la manera más limpia posible y haciendo esa transición a la mayor velocidad que se pueda”.
También estaría bien que diga: “El presidente Biden y yo heredamos de Trump una política fronteriza cruel, que incluía separar a los padres de sus hijos. Tal vez por un exceso de compasión, la revertimos demasiado y nos pasamos para el otro lado. Pero aprendimos de ella, y lo que aprendimos es que la única solución es una reforma migratoria integral que cuente con el apoyo de ambos partidos. Así que nuestro gobierno se sentó con uno de los republicanos más conservadores, el senador por el estado de Oklahoma James Lankford, y elaboró un proyecto de ley de inmigración bipartidario que habría logrado precisamente eso. ¿Y qué hizo Trump? Les ordenó a los republicanos que lo borraran de su agenda. ¿Y me vienen a preguntar a mí por el cambio de mis posturas?”.
Los políticos siempre subestiman hasta qué punto los votantes –y los medios de comunicación– respetan a un líder capaz de decir: “La primera vez no hicimos las cosas del todo bien, pero lo vamos a arreglar”, algo que Trump nunca, jamás de los jamases, podría hacer. Como dijo recientemente James Carville en un ensayo de opinión publicado en The New York Times: “Para muchos votantes, un líder que pueda admitir abiertamente los cambios en su manera de pensar sería como una bocanada de aire fresco”.