14 de febrero: No, los 'soldados caídos' no existen; se llama presión social y nadie la desea

El 14 febrero se ha convertido en un pretexto para ejercer presión social en busca de una relación. (REUTERS/Jose Cabezas)
El 14 febrero se ha convertido en un pretexto para ejercer presión social en busca de una relación. (REUTERS/Jose Cabezas)

El 14 de febrero en México ha otorgado una imagen que cualquiera podría referenciar. Un hombre se rodea de carteles, peluches, flores, globos, lo que sea, para dar paso a uno de los momentos más incómodos que se pueda presenciar: está a punto de presionar, porque eso es, socialmente a una mujer. Le preguntará frente a una multitud (la mayoría, desconocidos) si quiere ser su novia.

Procederá a darle algún regalo, de los mencionados arriba, o muchos regalos, para que así la confección de la penosa escena sea perfecta. Y entonces, por obra y gracia de los regalos, y por estar enfrente de un público ávido de un final 'feliz', el hombre esperará el desenlace de película: que su propuesta de noviazgo sea aceptada y que todos alrededor aplaudan el momento. Esta táctica, pese a su popularidad (o quizá gracias a ello), ha fracasado demasiado en los últimos años. Y cómo no, si el método no podría ser más ventajista: poner a alguien en una encrucijada social en la que la opción de quedar bien pasa por aceptar la propuesta.

Eso a ojos de quienes no entienden que una relación amorosa debe definirse en el ámbito privado, y que únicamente debe ser elección de quienes deciden y aceptan emprenderla. ¿Alguien le prestaría dinero a otra persona sin condiciones, sin ningún aviso, simplemente porque se lo pide enfrente de una multitud? ¿Por qué pensar que las relaciones se rigen por un reglamento lamentero en el que lleva las de ganar el que mayor presión mete?

Y lo peor no es ese momento como tal. Porque después vienen las consecuencias. Además de los miradas y comentarios de reproche que se harán a quien dijo que no quería, vendrán una condescendencia absurda en favor del rechazado, eso que tan popularmente se conoce como "soldado caído" y que con tanto éxito se ha popularizado en redes sociales. Cualquier imagen de alguien con flores y algún peluche, regalos que no fueron aceptados, se convierte en un mártir a ojos de las benevolentes (cuando quieren) redes sociales.

Por fortuna, los roles han comenzado a invertirse, y de manera justa: quien rechaza la presión social simplemente hace eso, evitar un chantaje emocional y colectivo para decir que sí a algo que no quiere hacer. Y, en contraparte, quien presiona, quien piensa que todo se puede con chocolates, recibe lo que merece por coaccionar a alguien: las reprimendas, la ridiculización en masa. A nadie le gusta que lo obliguen a hacer algo y menos que una negativa sea vista como sinónimo de crueldad, cuando decir que no es lo más normal del mundo en casos así.

¿Qué sentido tiene? Y esto puede preguntarse en dos planos. Si dos personas llevan un buen rato saliendo, se conocen muy bien y la opción de una relación formal está a la vista, ¿por qué arruinarlo de esa manera?, ¿en qué universo podría ser romántico o detallista exhibir al público un deseo que tiene que decirse y decidirse en privado? Y el otro: si una mujer no ha demostrado un interés mínimo ni, por lo tanto, recíproco, ¿a qué otra cosa se aspira al hacer una declaración de la nada sino a recibir un 'no' como respuesta rotunda?

En ambos casos, y eso lo vuelve todavía más criticable, la petición se hace totalmente por sorpresa, lo que representa una mayor condicionante para quien recibe la propuesta: a la presión de las personas que husmean en el espectáculo no pedido debe sumarse el remolino de emociones provocado por una pregunta que surgió de la nada, porque no, el 14 de febrero no es un pretexto para hacerlo. Por fortuna, esto va quedando cada vez más claro, aunque el evidente riesgo de la vergüenza pública no sea suficiente para inhibir al ejército de chantajistas que todavía osan refugiarse en el salvavidas de convertirse en "soldados caídos" si su presión no funciona.

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