Ícono de la pelota cubana cumple 10 años en su nueva profesión y espera durar una década más

Ni él mismo lo habría creído, pero Liván Hernández cumple por estos días 10 años de su nueva profesión de maestro.

No son pocos los que alaban la ética de trabajo de quien fuera campeón de la Serie Mundial de 1997 con los Marlins y dejara recuerdos mágicos en los terrenos que pisara.

Hermano de Orlando “El Duque’’ Hernández y un histórico de la pelota cubana, Liván ejerce su magisterio de su Academia de Béisbol en el Babcock Park de Hialeah con la idea de seguir llegando a un numero cada vez mayor de niños con tanta presencia latina y cubana.

De esta manera, Liván teje nuevos sueños de lo que quiere lograr con sus equipos de niños y jóvenes, sin dejar de mirar a ese pasado en las Mayores, donde permanecen en el tiempo sus 178 victorias, casi 2,000 ponches y una cadena de temporadas con 200 o más innings.

Diez años como maestro de béisbol, ¿qué significa?

“Recuerdo en que en el 2014 ya me había retirado. Estaba en mi casa. No hacía nada. Jugaba golf. Salía para la calle todos los días. Hasta que un amigo, Tamayo, me dijo que trabajara en esto y me empezó a gustar. De ahí para acá todo es historia. Son 10 años enseñando’’.

Enseñar béisbol a niños requiere mucha paciencia.

“Es que muchos padres no entienden cómo es la pelota. La pelota tiene algo que si no lo haces correcto te desaparece. Uno trata de explicar cómo es, el funcionamiento, las prácticas. Hay muchos que escuchan y llegan lejos. Hay otros que no escuchan y se quedan en el camino’’.

¿Enseñas para que sean como tú o encuentren su propio camino?

“Uno no enseña en base a lo que uno tenía. Uno enseña en base a lo que tiene el muchacho. Todo el mundo no puede lanzar como yo lo hacía, con la tolerancia que tenía, calmado. Yo trato de llamar los pitcheos en los juegos, como si yo estuviera lanzando. Hemos tenido buenos resultados, hemos estado entre los mejores cinco del país en pitcheo. Hemos firmado peloteros en niveles profesionales’’.

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He hablado con varios padres y todos hablan muy bien de ti.

“Soy exigente en el terreno, grito cuando se hacen jugadas que no se deben hacer, pero los niños se van acostumbrando al sistema mío: cuando hagas un error hay que corregirlo para que aprendan. Hay coaches que no les importa. Solo quieren un trofeo. Nosotros tenemos un sistema de pitcheo diferente. Hay muchos coaches de pitcheo inventados’’.

¿Qué has aprendido en estos 10 años que desconocías de ti?

“Aprendí sobre todo a lidiar con los niños. Cada uno tiene una mentalidad diferente. Siempre hablo con los padres, les doy consejos sobre cómo guiar a los niños. Eso es muy importante. Trato de darles información sobre las escuelas, sobre la verdad del futuro que les espera’’.

Si al momento de retirarte te dicen que serás maestro, ¿lo habrías creído?

“Yo no pensé que iba a durar tanto tiempo, pero me ha gustado dirigir, tengo buenas personas a mi alrededor, los padres son buenísimos. La gente no entiende que esto no es para ganar trofeos. Esos trofeos valen 15 pesos. Aquí se trata del desarrollo del muchacho. Si no ves ese desarrollo no estás haciendo nada. Nosotros los preparamos para que cuando lleguen a high school ya entren jugando béisbol’’.

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Si ahora viene un niño cualquiera, ¿qué consejo le darías a su padre?

“Practicar. Un niño de siete años quizá no tenga ese gran talento, pero si tienes un plan de entrenamiento diario el chico aprende. Si vienes una vez o dos veces a la semana, no va a aprender a jugar pelota nunca. Con uno o dos días vas a perder el tiempo y el dinero’’.

¿Qué te ha dado más satisfacción?

“Ver a los niños progresar. Verlos lanzar en los torneos, verlos enfocados. El problema de hoy en días es el teléfono, los juegos. Los niños tienen un juego en la mañana, pero se acuestan a las dos de la madrugada y los padres permiten eso. Al otro día el padre le grita al niño, pero él permitió que se acostara tarde’’.

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¿Te ves 10 años más de maestro?

“Bueno, el arrendamiento del parque son como 15 años más. La Ciudad de Hialeah ha sido increíble conmigo. Le doy las gracias al alcalde Esteban Bovo. Siempre estamos en contacto. Hemos hecho una ciudad de béisbol. Esto estaba muerto’’.