¿Hay una manera ética de matar ratas? ¿Debería acaso preocuparnos?

Una antigua trampa francesa de la colección de Shawn Woods, presentador de un canal de YouTube llamado “Mousetrap Monday”, cerca de Monmouth, Oregón, el 1.º de febrero de 2023. (Michael Hanson/The New York Times).
Una antigua trampa francesa de la colección de Shawn Woods, presentador de un canal de YouTube llamado “Mousetrap Monday”, cerca de Monmouth, Oregón, el 1.º de febrero de 2023. (Michael Hanson/The New York Times).

El lugar: una casa modesta al final de una calle estrecha en Culver City, California. El problema: la propietaria de la casa había estado alimentando con pan a una población de ratas, que se habían trasladado a su cocina y salón, y luego a los techos, donde habían empezado a invadir desde arriba a los inquilinos vecinos. El diagnóstico: “Increíble”, dijo Dave Schuelke, un exterminador rubicundo que es la mitad de la empresa de control de plagas y reparación de viviendas Twin Home Experts. “Nunca había visto algo así”.

Schuelke hablaba sin aliento a una cámara que él mismo había enfocado. Estaba solo detrás de la casa, pero su público objetivo eran los casi 250.000 suscriptores del canal de YouTube de Twin Home Experts, donde él y su hermano gemelo idéntico, Jim, publican videos de ellos en el trabajo. Hace nueve años empezaron a subir videos sobre reparaciones domésticas en general, pero más de 70 millones de visitas después, su contenido se ha inclinado hacia las ratas.

“La gente quiere ver ese tipo de cosas sangrientas”, aseguró Dave Schuelke, dejando la cámara. “La gente quiere ver acción”.

Las razones para controlar la población urbana de ratas son abundantes: los animales pueden contagiar enfermedades a los humanos, destruir propiedades y dañar los ecosistemas autóctonos. Sin embargo, las ratas también son animales sociales cognitivamente avanzados, y las dudas respecto a cómo controlarlas eficazmente pueden plantear complicadas cuestiones éticas. Las trampas de pegamento dejan a las ratas hambrientas, durante días, antes de morir. El veneno provoca una muerte lenta y dolorosa y puede poner en peligro a otros animales salvajes. Las trampas de madera suelen atrapar las extremidades o la cola de las ratas, que en su desesperación roerán los apéndices. Las trampas de captura en vivo son difíciles de ejecutar y, cuando muchas ratas se quedan atrapadas juntas en el mismo lugar sin comida, pueden comerse unas a otras.

Incluso si se extraen ratas de un entorno urbano, ¿qué se hace con ellas? ¿Soltarlas en los bosques, donde pueden dañar los ecosistemas existentes? ¿Conservarlas como mascotas? Las ratas son vilipendiadas pero resistentes; peligrosas pero inculpables. “De entrada, uno se encuentra en una posición muy incómoda”, afirmó Robert Corrigan, un neoyorquino experto en roedores que lleva décadas estudiando las ratas urbanas. “No hay manera de salir de ella”.

Trampas de ratas silvestres

Shawn Woods, presentador de YouTube que difumina los momentos de agonía de las ratas en los videos y a menudo hace demostraciones de las trampas con animales disecados, en el estudio improvisado de su casa cerca de Monmouth, Oregón, el 1.º de febrero de 2023. (Michael Hanson/The New York Times).
Shawn Woods, presentador de YouTube que difumina los momentos de agonía de las ratas en los videos y a menudo hace demostraciones de las trampas con animales disecados, en el estudio improvisado de su casa cerca de Monmouth, Oregón, el 1.º de febrero de 2023. (Michael Hanson/The New York Times).

Los hermanos Schuelke, junto con un puñado de empleados, llevaban unas tres horas moviéndose por la casa de Culver City en busca de nidos de ratas y aberturas por las que pudieran colarse los animales. La estrategia de los gemelos consistía en cerrar todos los puntos de entrada y salida de ratas, y colocar trampas por toda la casa a medida que los animales se volvían más hambrientos y desesperados.

Pero todo el lugar estaba en peligro. Había agujeros en el tejado, las paredes y el suelo. La propietaria de la casa, una mujer de 82 años llamada Ann Chung, dijo que podía oír a las ratas debajo de ella por la noche. Expresó cierto cariño por los animales: les daba de comer dos veces al día. Pero ahora las ratas destrozaban sus colecciones de periódicos, libros y ropa, y manchaban sus alfombras dos veces con orina y grasa. “Estoy derrotada en la vida, en todo, por culpa de estas ratas”, señaló Chung.

En Estados Unidos hay más de 4400 patentes de ratoneras, pero es difícil encontrar diseños específicos para atrapar ratas: la mayoría son simplemente ratoneras más grandes. Además, las plagas de ratas suelen ser una tarea más industrial que las de ratones, menos propias del bricolaje y más de exterminadores profesionales, que saben reutilizar mejor las trampas. En parte por eso, Woodstream, el más grande fabricante de trampas para ratas y ratones, vende casi 60 millones de ratoneras al año y nueve millones de trampas para ratas, según Miguel Nistal, presidente y director general de la empresa. La mayoría son las clásicas trampas de resorte de madera, que Woodstream vende bajo la marca Victor.

Nistal dice que la principal queja que recibe sobre sus trampas para ratas es simplemente que no matan a las ratas. Los ratones son plagas relativamente sencillas; buscan cualquier fuente de alimento disponible y, como son pequeños, es fácil despacharlos. Pero Nistal afirma que, según las investigaciones de su empresa, solo mueren en torno al 65 por ciento de las ratas que activan las trampas. Estas se escurren o burlan la trampa y se llevan el cebo sin peligro. Las ratas también desconfían de las cosas nuevas, como las trampas. “Cuando usted y yo nos hayamos ido y no haya nada más en la Tierra, habrá cucarachas y ratas”, aseguró Nistal.

Nistal explica que se fijó en los “puntos débiles del consumidor” para orientar el desarrollo. La eficacia es uno de ellos, pero también hay que tener en cuenta la reutilización, la ocultación de los animales muertos y la notificación remota de que se ha activado una trampa. Para satisfacer estas necesidades, Woodstream ha desarrollado docenas de trampas que se dividen en tres categorías básicas: trampas de pegamento, trampas de muelle y trampas eléctricas. Sin embargo, la mayor parte de las ventas de la empresa proceden de la clásica trampa de resorte Victor, inventada en 1897.

En qué consiste ser rata

La principal especie de rata tanto en Nueva York como en Los Ángeles es la Rattus norvegicus, la rata parda: un roedor de tamaño mediano, resistente, intuitivo y extraordinariamente fecundo con una cola en forma de látigo. (Un estudio descubrió que las ratas marrones hembras de una favela brasileña producían en promedio 79 crías viables al año). Las ratas marrones viven en colonias y establecen redes de túneles en los que juegan, se acicalan unas a otras y se tocan las narices en actos de reconocimiento. También tienen una gran colección de expresiones faciales y pueden percibir las emociones de los demás miembros de su colonia. Quizá en parte por ello, se ha descubierto que las ratas marrones prefieren de manera sistemática recompensas que beneficien a otros, en lugar de a ellas mismas.

Muchos estudios sobre la cognición de las ratas se han concentrado en las ratas de laboratorio, criadas para experimentación. Sin embargo, Michael Parsons, ecologista urbano de la Universidad de Fordham que lleva dos décadas estudiando las ratas de ciudad, afirma que las ratas marrones silvestres (así como las ratas negras, más pequeñas y menos comunes) son incluso más avanzadas que sus homólogas de laboratorio. “Tienen una personalidad única y experimentan el arrepentimiento, el remordimiento y la justicia social”, explicó Parsons.

Corrigan, que ha vivido y dormido en graneros llenos de ratas para comprenderlas mejor, se mostró de acuerdo: “Son animales inteligentes, toman decisiones, se arrepienten cuando las toman, son altruistas: todo lo que hacemos nosotros, ellas lo hacen también”.

Erin Ryan, que trabaja para la Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales de la Columbia Británica, en Vancouver, Canadá, lleva años estudiando las trampas para roedores y pensando en maneras de establecer un programa de control en toda la ciudad que minimice los daños. “Lo que he aprendido en mis investigaciones es que ‘humanitario’ significa algo distinto para cada persona”, afirmó. “Pero siempre hay un momento y un lugar para el control letal cuando se trata de roedores”. Es sencillamente inseguro capturar y soltar cientos de ratas.

Corrigan suele ser contratado para grandes y complejas infestaciones, y diseña programas para ayudar a controlar a los roedores. Puede acabar lidiando con cientos de ratas que viven en las paredes de una habitación o en los sótanos de los edificios. Cuando eso ocurre, dice, es una “guerra sin cuartel para eliminar un riesgo muy real y sustancial para la salud y la seguridad humanas”. Pero al final tiene que matar animales a los que ha dedicado toda su carrera a estudiar. Hace años, Corrigan empezó a escribir sobre las contradicciones de tratar a los roedores con humanidad, y fue lo más difícil que había intentado poner en palabras. “¿Podemos, como humanidad, ser humanos con este animal?”, se preguntó. “La respuesta es un no muy frío y duro”.

c.2023 The New York Times Company