La vida privada y política de una gran paradoja: Daniel Scioli

Daniel Scioli es uno de los personajes más enigmáticos de la política argentina. Su carrera comenzó con un Carlos Menem que necesitaba farándula en su gobierno, pero se transformó radicalmente con el paso de los años. Hoy ya es una figura más que conocida, pero, sin emabrgo, sigue siendo una gran incógnita: ¿Para qué lado juega el gobernador de la Provincia de Buenos Aires?

Tiene una capacidad muy valorada en la política, casi un don: la de caer bien parado. Basta recordar el tironeo por la falta de pago de los aguinaldos en la Provincia, o la cantidad de conflictos que le atribuyen con la Presidenta, ante los cuales siempre tiene una respuesta prolija y que lo hace eludir la cuestión de fondo. Y si no, siempre puede apelar a su frase de cabecera: "Con fe, con optimismo y con producción".

Pero, ¿qué se esconde tras su enigmática figura? ¿A qué está jugando Scioli? Mariano Confalonieri fue columnista de C5N, investigador en el diario Perfil y redactor de política. Con su experiencia en el campo, trazó una biografía que desnuda la personalidad, los secretos y la carrera política de Daniel Scioli. ¿Puede ser candidato presidencial? Aquí, algunas respuestas.

- Todos conocen a Scioli pero a la hora de responder preguntas, deja más dudas que certezas. Es un enigma para la población. ¿Qué es, entonces, lo que la gente conoce de él?

-  Lo que la gente conoce de Scioli son varias caras. La primera es la de un gobernador que se mueve todo el tiempo en el territorio de lo "popular", organizando, por ejemplo, recitales con Los Pimpinela o Ricardo Montaner. Ven en Scioli una persona que, al no venir de la política, no confronta y no tiene el mismo estilo que muchas de las figuras que integran el Frente para la Victoria. La imagen de Scioli, que es bastante alta para un gobernador en un segundo mandato, sugiere una paradoja: pese a integrar el kirchnerismo, los antikirchneristas lo ubican en la oposición. Y eso lo logró con un fenomenal despliegue de publicidad en los grandes medios y difundiendo sus reuniones con dirigentes de la oposición, con los que la Casa Rosada no dialoga. Por lo tanto, Scioli es un gobernador oficialista sin serlo. Un ejemplo cabal de esto fue el cierre de listas: el mandatario dijo que no rompió para evitar que el costo lo pague la gente. El mensaje que está dando, entre líneas, es que si no hubiera represalias del Gobierno nacional, él se ubicaría en la vereda de enfrente.

- Tuviste un encuentro con él en el proceso de escritura del libro, y lo describís como "hiperkinético". ¿Por qué? ¿Qué hacía?

- Scioli piensa su gestión en términos de comunicación y de cómo impacta lo que hace en la opinión pública. Lo describo como hiperkinético porque, durante la hora de entrevistas, atendía llamados telefónicos, se iba de su despacho a atender a algún dirigente y volvía. Todo indicaba que se había montado allí un escenario para demostrar que Scioli no puede perder el tiempo en entrevistas porque tiene que gobernar. Hace lo mismo cuando en un día recorre tres distritos y se saca fotos con los intendentes. En definitiva, no quiere decir que eso sea gestión, pero ante la opinión pública queda como alguien que se ocupa de los problemas de la gente.

- A lo largo del libro contás varias negociaciones en las que Scioli tuvo un rol fundamental. ¿Cómo es negociando? ¿Cómo describirías sus técnicas de persuasión? ¿Logra conseguir lo que quiere?

- Negociando en términos de política le fue mal y bien. Mal porque nunca consigue poblar las listas del oficialismo con hombres propios, por eso es que, aún teniendo una Legislatura oficialista, tuvo que enfrentar dos pedidos de informes en su contra, votado por su propio bloque. Bien porque en términos de imagen siempre queda parado como aquel que, por pensar distinto, es castigado por el Gobierno nacional. Ahora, Scioli también negocia con empresarios "amigos" y les otorga emprendimientos al menos de una manera muy desprolija, como se cuenta en el libro.

- ¿Cómo incidió el accidente que tuvo en 1989 en su vida? ¿Qué le dejó esa traumática experiencia? ¿Cómo se adaptó a vivir con una sola extremidad?



- Scioli estuvo realmente a punto de morirse en 1989 cuando la hélice de su lancha le cortó el brazo derecho. Fue una experiencia muy traumática de la cual salió psicológicamente fortalecido. En lugar de caer en un pozo depresivo, mostró una actitud proactiva. Vivir sin un brazo fue un verdadero problema hasta que pudo aprender a vestirse, a comer sin ayuda e incluso a hacerse el nudo de la corbata. Scioli tuvo que aprender, además, a escribir con la mano izquierda, y lo logró.

- ¿Cómo fue su acercamiento a Menem y la década del '90? ¿Cómo migró del ámbito deportivo a la política?

- Básicamente, farándula. A Scioli le ofrece Carlos Menem ser candidato a diputado por el PJ porteño en 1997. El abandonaba la motonáutica y se mostró interesado en la propuesta. Tuvo que competir en una interna contra el duhaldista Miguel Ángel Toma, la ganó. Luego perdió en las elecciones, pero entró como diputado nacional. Fue un fiel discípulo del menemismo, al igual que lo habían sido Carlos Reutemann y Ramón Ortega, personajes que venían de la farándula y se metían en la política.

- ¿Qué papel ocupó Karina Rabolini en su vida?

- Fue muy importante en la vida de Scioli. Se pusieron de novios cuando él tenía 28 años. Ella lo acompañó, siempre, a sol y a sombra, en la motonáutica y en la política. Estuvieron separados entre 1997 y 2001, pero así y todo, estando separados seguían en contacto.

- Hay todo un capítulo del libro dedicado a "la difícil tarea de ser el número dos". ¿Cómo fue jugando políticamente Scioli desde 2003 para acá? ¿Está preparado para dar el salto a una candidatura presidencial?

-Desde 2003 hasta ahora, Scioli jugó, sin dudas, dentro del kirchnerismo. Pero lo hizo, siempre, marcando diferencias que le permitieran formar su propio perfil. Aceptó la pelea con el campo, las candidaturas testimoniales y, con muchos reparos, la Ley de Medios. Cada vez que el vicepresidente y luego gobernador marcaba diferencias con el kirchnerismo, recibía el castigo del Gobierno nacional, ya sea recortándole fondos o con duras embestidas verbales.

- ¿Qué tiene y qué le falta para ser presidente?

- Para ser presidente lo que le falta es tiempo. Conserva, hasta ahora, una buena imagen positiva y muchos dicen que es un potencial presidenciable. El pretende ser la continuidad del kirchnerismo, es decir, el candidato bendecido por Cristina Kirchner. Sin embargo, eso es poco probable. Lo otro que le falta es construcción política. Aunque hace más de cinco años que es gobernador, no ha logrado tener lo que se conoce en política como una "tropa" propia que le permita llenar actos o que le reditúe en votos. Y eso es fundamental.