Piranesi, el creador de "cárceles" imaginarias

Las fabulosas arquitecturas fantásticas de un grabador genial

Una 'vedute' (vista) de Roma realizada por Piranesi | Crédito: Wikipedia.
Una 'vedute' (vista) de Roma realizada por Piranesi | Crédito: Wikipedia.

Giovanni Battista Piranesi (1720-1778) tuvo claro desde muy joven que su futuro estaba en la arquitectura. Un sueño que logró convertir en realidad con apenas veinte años, aunque paradójicamente en toda su vida sólo firmó las obras de un edificio –una restauración y reforma, además–, las de la iglesia de Santa María del Priorato en la colina romana del Aventino.

Y sin embargo, Piranesi construyó miles de edificios, aunque sólo estaban en su cabeza y, más tarde, en los miles de dibujos y grabados que realizó. Un legado impresionante que acabaría por influir de forma decisiva en diferentes corrientes artísticas de los siglos XIX y XX, e incluso en los diseños de decorados de no pocas películas de terror.

Piranesi nació en la localidad de Mogliano Veneto, al norte de Venecia, y tras recibir su primera educación de su hermano Andrea, quien le instruyó en latín y cultura clásica, un jovencísimo Giovanni se trasladó a la ciudad de los canales para continuar su formación de la mano de su tío, el arquitecto Matteo Lucchesi, que trabajaba como magistrado de obras hidráulicas para el gobierno de la Serenísima.

Tras unos años completando sus estudios de arquitectura, y admirando las obras de Palladio y Vitrubio, Piranesi viajó a Roma en 1740 acompañando al embajador de Venecia en los Estados Pontificios, y allí, en la Ciudad Eterna, quedó vivamente impresionado por la arquitectura de la ciudad papal, y en especial por los restos de las ruinas del Imperio Romano.

El impacto de aquellos restos fabulosos fue tan grande que comprendió que su talento nunca sería suficiente para igualar semejantes maravillas, así que decidió volcar su inquietud por la arquitectura a través de otra disciplina artística: el grabado.

Retrato de Giovanni Battista Piranesi | Crédito: Wikipedia.
Retrato de Giovanni Battista Piranesi | Crédito: Wikipedia.

Ingresó en el taller del maestro grabador Giuseppe Vasi, y durante tres años aprendió todos los secretos del oficio. En 1743, mientras residía en Roma, dio forma a su primera serie de estampas arquitectónicas, bajo el título de Prima Parte di Architettura e Prospettiva (Primera parte de Arquitectura y Perspectiva). Después regresó temporalmente a Venecia y se empapó del arte de uno de los más reputados pintores de su tiempo, Giovanni Battista Tiepolo, cuyo taller visitó con asiduidad.

Sin embargo, su mente seguía atrapada en aquellas maravillas de la Antigüedad que había contemplado en Roma, así que en 1747 decidió regresar a la ciudad pontificia. Estableció su taller de grabado cerca de la célebre Academia de Francia, y comenzó entonces a dar forma a su extensísima serie de grabados compuesta de vedute (vistas) de la ciudad, en las que inmortalizó tanto edificios más o menos contemporáneos como construcciones de la antigüedad romana.

En su serie Le Antichità Romane plasmó algunas de los monumentos más sobresalientes del Imperio, pero también aportó un punto de originalidad al crear composiciones en las que se mezclaban restos reales con reconstrucciones surgidas de su imaginación. Aquellas obras creadas sobre planchas de metal no sólo dejaron testimonio del aspecto que tenían las ruinas romanas en el siglo XVIII, sino que además sirvieron para documentar los nuevos hallazgos que se iban produciendo en aquellos años.

Todo este corpus de trabajo, compuesto por cientos de grabados, ayudarían a sentar las bases del estilo neoclásico, pues muchos artistas y arquitectos consultaban sus obras, pero también acabarían influyendo a artistas de corrientes artísticas futuras.

Una de las fantásticas cárceles imaginarias del artista veneciano | Crédito: Wikipedia.
Una de las fantásticas cárceles imaginarias del artista veneciano | Crédito: Wikipedia.

Su obra más singular, y que también acabaría teniendo una gran influencia en corrientes posteriores, fue la serie conocida como Carceri d’Invenzione (Cárceles imaginarias), en las que Piranesi desarrolló una obra completamente original. En ella creó una serie de grabados que representaban una Roma subterránea e imaginaria, poblada por estructuras imposibles de aspecto fantástico, en la que abundan intrincadas escaleras y máquinas inexistentes.

Estas carceri, realizadas entre 1750 y 1761, fueron muy apreciadas en el siglo siguiente por los artistas vinculados al movimiento romántico, y los escritores de novela gótica, y ya en el siglo XX, por los surrealistas o los pintores metafísicos como Giorgio De Chirico. Contemplando las prisiones imaginarias de Piranesi, es fácil adivinar también su impronta en algunos de los dibujos de M. C. Escher, e incluso en el diseño de decorados de no pocas películas de terror del siglo XX.

A su muerte en 1778 Piranesi, el arquitecto que sólo diseñó un edificio “real” en toda su carrera –y en el que fue enterrado–, había dejado un riquísimo y fascinante legado de más de dos mil obras, que no sólo documentaban la arquitectura de su época y las ruinas de una Antigüedad que tanto le fascinó, sino también una originalísima e imaginativa labor plagada de edificios fantásticos que hoy perviven para la posteridad en sus brillantes grabados.

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