¿Quién se anima a pulsar el botón rojo?

Si vas de paseo lo más campante por la calle peatonal de un pueblito de provincias y ves un botón rojo bajo un cartel que te sugiere oprimirlo para poner "emoción" a tu vida ¿cómo reaccionarías? Si tu curiosidad te lleva a responder "apretaría el botón, desde luego" no te queda otra alternativa que seguir leyendo esta nota.

Porque un canal de televisión por cable respondió la pregunta que se hacen todos los gurúes del cibermarketing. "¿Cómo convertir un video en viral?" La respuesta puede ser "una chispa de genialidad". O algún otro ingrediente. Por ejemplo: "sentido de la oportunidad" o, como en el caso que veremos, inteligencia para construir una extraña situación de acción, a la que sus realizadores han sumado un impecable trabajo de postproducción, edición y musicalización.

Así es, para lanzar en Bélgica su canal de cine, la Turner Network Television (TNT) eligió un pueblito donde nunca pasa nada. Diseminó cámaras alrededor de la plaza principal y en el centro puso un pedestal con un botón rojo. Varios transeúntes advierten el "monolito" gracias a una llamativa invitación: un gran cartel colgado de un cable que apunta al botón donde se lee: "Pulsar para añadir dramatismo". Para disfrutar del video basta presionar "Play".

En la historia del cine y las series de televisión encontramos otros legendarios botones que "dispararon" la acción. En 1964, el director Stanley Kubrick filmó una parodia sobre la pesadilla más temida de la Guerra Fría que acabó convirtiéndose en un clásico del cine universal: "Dr. Strangelove. How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb" ("Dr. Insólito. Cómo aprendí a dejarme de preocupar y amar la bomba"). En el film, donde Peter Sellers protagoniza tres papeles, la humanidad depende de la estabilidad mental de los que tienen a mano el botón capaz de desatar la Tercera Guerra Mundial.

Otra historia, el relato breve titulado "Button, Button", de Richard Matheson, inspiró un episodio de la continuación ochentista de la serie "La dimensión desconocida" (Twilight Zone) (se puede ver en dos partes, Parte 1 y Parte 2). Un enigmático hombre de negro le regala a una pareja una caja con la opción de pulsar o no un botón. Si lo presiona, morirá una persona desconocida a cambio de una interesante suma de dinero. Tiene dos finales sorpresivos, uno en el cuento y otro en la serie.

En "Lost" ("Perdidos" o "Desaparecidos", según qué países), J.J. Abrams también ideó una máquina sujeta a la duda sobre la conveniencia de presionar el botón. Y son sus fans, o los televidentes que tuvieron oportunidad de ver esos capítulos de los sobrevivientes del Vuelo 815, quienes imaginan mejor que cualesquiera lo que puede pasar si, cada 108 minutos, no apretamos el botón de la computadora de la Estación Científica El Cisne de la Iniciativa Dharma. Y lo hace con una carga poco tolerable de suspenso: el reloj que hace la cuenta está conectado con una alarma que suena cuando el contador baja a 4 minutos. Cada vez que suena, el "operador de turno" ingresa los números y pulsa "Ejecutar" antes de que el contador llegue a cero. El botón debe oprimirse cada 108 minutos, un número que se repite en las yapa mala, los nombres de dios o la cantidad de vicios -y campanadas purificadoras- en las religiones orientales. Al comienzo del capítulo, el motivo por el cual los "perdidos" no pueden dejar de pulsar el botón es un misterio. Sospechan, como en el cuento de Matheson, que tal tentación, tal esclavitud, es un juego mental. Ellos pueden ser meras marionetas de un cruel experimento psicosocial. Pero desatender a la máquina también puede tener consecuencias devastadoras.

En la cámara oculta de TNT, la curiosidad también desata el vendaval.

Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4