Por qué el asesinato de tres jóvenes musulmanes en EEUU es menos noticia

Foto policial del estadounidense Craig Stephen Hicks acusado de matar a tres musulmanes en Chapel Hill, EEUU el 11 de febrero de 2015
Foto policial del estadounidense Craig Stephen Hicks acusado de matar a tres musulmanes en Chapel Hill, EEUU el 11 de febrero de 2015

Poco después de las 5 de la tarde del martes 10 de febrero, el número de emergencia 911 recibió dos llamadas de dos mujeres desde Summerwalk Circle, en Chapel Hill, Carolina del Norte. La primera dijo que había oído entre 5 y 10 disparos y “niños gritando”. La segunda había oído unos 8 tiros, una pausa, y tres disparos más.

Cuando llegó la Policía encontró tres cadáveres. Eran el joven Deah Barakat, de 23 años; su mujer, Yusor Mohamed Abu-Salha, de 21; y la hermana de ella, Razan, de 19. Barakat estudiaba para ser dentista y su mujer iba a empezar la misma carrera este año. Razan estudiaba arquitectura y diseño ambiental.

Yusor y Deah se habían casado el 27 de diciembre, hace seis semanas. Su idilio había sido tradicional: Barakat pidió matrimonio a Yusor en la primera cita. Esta es una de las fotos de la boda.

El día antes de morir había cambiado su foto de perfil en Facebook por una donde bailaba, recién casada, con su padre.

La joven Yusor Abu Salha baila con su padre el día de su boda.
La joven Yusor Abu Salha baila con su padre el día de su boda.

Eran musulmanes americanos. Al menos las hermanas Abu Salha habían ido a la escuela en Carolina del Norte, en Raleigh. Yusur estuvo el verano pasado en Kilis, al sur de Turquía para llevar paquetes de cepillos e hilo dental. Reunieron tanto material que debieron pagar equipaje extra. Aquí está el álbum fotográfico de aquel viaje.

En verano de 2015, Deah -cuya familia es de origen sirio- iba a ir a trabajar de dentista en campos de refugiados también en Turquía. Aquí está el video donde pedía contribuciones.

Pedían 20.000 dólares y llevaban 15.000 el martes. En el último día y medio, tras los asesinatos, ha aumentado hasta 200.000.

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El presunto autor de los disparos es Craig Hicks, de 46 años. Era vecino de los tres jóvenes. Se entregó poco después del crimen en una comisaría cercana. El miércoles apareció ante el juez, que decidió mantenerle encerrado sin fianza. La próxima vista es el 4 de marzo.

Hicks estudiaba en un centro equivalente a formación profesional para ser ayudante de abogado (un oficio llamado "paralegal" en Estados Unidos). Según un portavoz del centro, era buen estudiante y nunca había tenido problemas por violencia.

Las páginas de Facebook y Amazon de Craig Hicks le pintan como admirador del ateísmo, crítico con las religiones y amante de las armas. Su avatar es el logo de “Ateos por la Igualdad”. En una lista de deseos de Amazon había un revólver, un cuchillo, una mira telescópica, un traje de camuflaje y un drone. Hacía unos días había enseñado una pistola para llevar escondida.

Revólver fotografiado por Craig Hicks en su página de Facebook.
Revólver fotografiado por Craig Hicks en su página de Facebook.

Hicks tenía permiso para llevar armas ocultas. Estaba casado desde hacía siete años con Karen Hicks. El abogado de su mujer insinuó que podía necesitar ayuda mental, pero no confirmó que tuviera ninguna enfermedad.

Su ex mujer, Cynthia Hurley, ha contado al Washington Post que a Hicks le encantaba ver y volver a ver una película de Michael Douglas, Un día de furia, donde el protagonista se dedica a matar a quien ve. Le parecía divertido, dice Hicks.

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La policía reveló la identidad de los tres jóvenes a las 2 de la mañana, varias horas después de su muerte. En las redes sociales, musulmanes ya habían empezado a quejarse de la falta de atención de los medios. En seguida dieron con un hashtag inspirado en las muertes de Michael Brown y Eric Garner del pasado verano: #MuslimLivesMatter, las vidas musulmanas importan.

En Estados Unidos hay miles de muertes a tiros cada año. Si no fuera por la religión de las víctimas, este caso sería uno más. Si hubiera ocurrido en Europa, podría haber recibido más atención. Pero no ocurrió. El caso plantea dos preguntas obvias:

1. Por qué los mató. La Policía y la mujer de Craig Hicks apuntaron a una trifulca constante por unas plazas de aparcamiento. Las víctimas y Craig vivían en edificios de dos plantas con plazas de parking que los rodeaban. Los Hicks, al contrario que los jóvenes, vivían en un edificio donde había un montón de plazas cerca.

En esta foto de Google Earth está marcado con la flecha roja la dirección a la que fue la policía tras las dos llamadas. Hay bastante aparcamiento alrededor. Los vecinos confirman que ven ilógico ese motivo. Pero a Hicks le molestaba aparentemente que aparcaran en alguna plaza específica enfrente de su casa.

Vista con Google Earth de Summerwalk Circle, Chapel Hill.
Vista con Google Earth de Summerwalk Circle, Chapel Hill.

Antes de que su mujer y su cuñada se mudaran a su casa tras la boda, Barakat vivía con un amigo, también musulmán, Imad Ahmad. “[Hicks] venía a la puerta, llamaba y con una pistola en la cintura, decía: “Chicos, no debéis aparcar aquí”.

Pero Hicks no era rabioso solo contra los dos jóvenes musulmanes. Según ha dicho a AP una vecina, Samantha Maness, “hacía sentir a todos incómodos e inseguros. Siempre estaba enfadado, cada vez que lo veía”. Maness también recibió quejas de Hicks e incluso la comunidad se reunió para ver si podían hacer algo contra él. Pero no tomaron ninguna decisión.

Era un tipo claramente raro y gruñón. Podía probablemente haber matado a quien fuera. Pero ¿por qué escogió a tres musulmanes?

2. ¿Tuvo la religión de las víctimas algo que ver? La pregunta más exacta es: ¿Si no fueran musulmanes, los habría matado? Una acusación de crimen por odio agravaría su pena por triple asesinato. A Hicks no le interesa reconocer que los mató por musulmanes -o por religiosos.

La acusación deberá demostrar que Hicks tenía algo contra ellos no porque aparcaran mal, sino porque fueran musulmanes. No será un caso fácil de construir.

En su bio de Facebook, Hicks tenía el siguiente mensaje:

"Si tu religión mantiene la boca cerrada, también lo haré yo. Pero visto que no lo hace, y visto el daño enorme que tu religión ha hecho en este mundo, diría que no tengo solo un derecho, sino una obligación, de insultarla, como hace cada persona racional y que piensa en este planeta”.

Mientras Barakat vivía con su amigo Imad Ahmad, eran dos jóvenes americanos, quizá con ligeros rasgos árabes. Cuando Yusor y Razan se mudaron, sus pañuelos hacían la religión más evidente. Yusor se había quejado a su padre: “Hace un par de semanas nuestra hija nos había dicho: ‘Este hombre nos odia. No nos da buena impresión’”.

Aquí una amiga cuenta cómo Hicks había ido a la casa a quejarse esta vez por ruido mientras jugaban al Risk. No era ni siquiera de noche, pero les acusó de haber despertado a su mujer. Fue con un rifle en la mano.

La Policía dijo a las familias que los jóvenes murieron de tiros en la cabeza y dentro del apartamento. Hicks, parece, fue a matarles. En ninguno de las peleas que he visto hasta ahora Hicks menciona la religión de los jóvenes como problema. ¿Podía irritarle? Es probable. ¿Para matarles? Quién sabe.

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Los musulmanes occidentales tienen una queja y un temor:

1. El temor es que la violencia de Estado Islámico y los crecientes debates y comentarios contra el Islam hagan aumentar este tipo de crímenes. En este caso concreto, la policía no tiene ningún indicio de que sea una campaña.

Pero, ¿influyó el ambiente en Hicks? Es indemostrable. Está claro que si hay casos nuevos pronto, la cobertura y los nervios cambiarán. A Estado Islámico le encantan estos casos, aunque los tres muertos no tengan nada que ver con sus creencias:

2. La queja es que los medios y la sociedad occidentales tratan con un interés distinto unas muertes u otras. Si el titular hubiera sido “Un musulmán mata a tres jóvenes americanos” la atención se habría multiplicado y docenas de agentes federales y periodistas llevarían desde el miércoles intentando averiguar una presunta conexión con Estado Islámico o Al Qaeda y llamarlo terrorismo. Pero visto que el acusado es un tipo blanco ateo, decimos que está loco. Variantes de este tuit circulan desde hace semanas por la red:

La sensibilidad entre los musulmanes del mundo es grande con este presunto prejuicio o sesgo. Este artículo en Al Jazeera sobre la intolerancia de los medios occidentales lleva casi 100.000 likes en Facebook. Es inaudito. La familia de los jóvenes pidió que no se respondiera a violencia con violencia. Es un buen momento para admitir que los musulmanes, como tales, no son más violentos.