Obama recomienda un libro que refleja su política exterior

Una colección de relatos del ex marine Phil Klay es la obra reciente favorita del presidente

En la imagen un registro del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien calificó a Dan Pfeiffer, exdirector de comunicaciones de la Casa Blanca, como una persona "inteligente, constante, incansable y fiel a los valores con los que empezamos". EFE/Archivo
En la imagen un registro del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien calificó a Dan Pfeiffer, exdirector de comunicaciones de la Casa Blanca, como una persona "inteligente, constante, incansable y fiel a los valores con los que empezamos". EFE/Archivo

Obama escogió Redeployment, de Phil Klay. No está aún traducido al español; el título sería algo parecido a "Repatriación". Es un conjunto de relatos breves de ficción sobre la guerra de Irak. Klay es un ex marine. El libro ganó hace unos meses el National Book Award, quizá el premio más prestigioso en Estados Unidos.

Así explicó Obama su elección:

Es un conjunto de historias rápido pero poderoso y, para mí, doloroso sobre la experiencia de soldados ordinarios en Irak. Creo que es un recordatorio, especialmente importante para un comandante en jefe, de que los planes y estrategias antisépticos y la opinión de los tertulianos en Washington, es muy diferente de la guerra y el conflicto que vive la gente sobre el terreno.

Descargué el libro el lunes y lo he leído. Es magnífico. Las historias de Klay muestran al menos dos cosas: uno, la enorme distancia entre los combatientes y los civiles y el precio que pagan al volver con la familia, y dos, la incomprensión de la guerra en plena misión y las consecuencias imprevistas que puede tener.

Un ejemplo de la dificultad de incorporarse a la vida normal una vez en casa es este fragmento de la primera historia, que comparte título con el libro:

[Mi mujer y yo] tomamos mi paga de combate e hicimos muchas compras. Que es la manera en que Estados Unidos lucha contra el terrorismo.

Así que aquí hay una experiencia. Tu mujer te lleva de compras a Wilmington. La última vez que caminaste por la calle de una ciudad, el primer marine iba a un lado analizando las azoteas al otro lado. El siguiente marine comprobaba las ventanas de los pisos más altos, al siguiente marine le tocaban las ventanas un poco más bajas, y así hacia abajo hasta que tus chicos cubren el nivel de la calle, y el último marine tiene las espaldas.

En una ciudad hay un millón de lugares desde los que te pueden matar. Al principio te vuelve loco. Pero luego vas como si estuvieras entrenado, y funciona. En Wilmington, no tienes un equipo, no tienes un colega de combate, ni siquiera tienes un arma. Te sobresaltas diez veces buscándolo y no está allí. Estás a salvo, así que tu nivel de alerta debe estar en blanco, pero no lo está.

Marines estadounidenses suben a un avión de transporte en Lashkar Gah, en la retirada de tropas británicas y estadounidenses de la provincia de Helmand, el 27 de octubre de 2014
Marines estadounidenses suben a un avión de transporte en Lashkar Gah, en la retirada de tropas británicas y estadounidenses de la provincia de Helmand, el 27 de octubre de 2014

Para los que vivimos siempre en alerta blanca, parece fácil seguir así. Pero quien ha salido un día tras otro a patrullar por Faluya o Ramadi, dice Klay, vive en el alerta naranja:

Esto es naranja. No oyes o ves como solías. Tu química cerebral cambia. Captas cada pieza del entorno, todo. Podría ver una moneda en la calle a casi 20 metros. Tenía antenas que llegaban hasta el final de la manzana.

Esta es la vida allí y es imposible trasladarla aquí. Luego están las dudas sobre la misión y el salvajismo que puede conllevar. En uno de los relatos, un soldado católico habla con el capellán de la base. El recluta quiere enseñarle al sacerdote una foto en la cámara:

Me preparé para algo terrible, pero la imagen solo mostraba un niño iraquí que se agachaba sobre una caja. “El niño está poniendo una bomba”, dijo. “Cogido en el jodido momento. La hicimos explotar en el lugar después de que el niño se fuera, porque incluso el sargento Haupert no quería alcanzar a un niño”. “Ese niño no debía tener más de cinco o seis años”, dije. “No podía saber qué hacía”.

“¿Y eso es una diferencia?”, dijo. “Yo nunca sé qué hago. Por qué salimos. Qué sentido tiene. Esta foto era al principio. Ahora, hubiera disparado al jodido niño. Estoy cabreado por no hacerlo. Si pillara a ese niño hoy lo colgaría de los cables del teléfono fuera de casa de sus padres y entrenaría tiro hasta que no quedara nada”.

Es ficción, claro. Pero hay pruebas de abusos a lo largo de la década en Irak. Este fragmento es solo una amenaza verbal, ni siquiera eso. Da una idea de por dónde puede salir la presión que reciben los soldados ante una labor loca de repetir la misma misión casi a diario con peligro fijo para sus vidas.

*

Obama ha escogido un libro que ilustra la locura de la guerra. Se hace raro leer el libro y pensar que estas historias las ha leído también quien dirige todo este chanchullo. El presidente de Estados Unidos es el jefe del ejército más poderoso del mundo y cada día manda a soldados a misiones: no a la guerra, pero sí a volar con drones o de fuerzas especiales. Es raro que se enfrente a lecturas así.

Estados Unidos llevó a cabo nuevos ataques aéreos contra objetivos del Estado Islámico cerca de Arbil, la capital de la región semiautónoma kurda de Irak, dijo el domingo el Comando Central de Estados Unidos. Marines de EEUU inspeccionan los F/A-18C Hornet en el portaviones estadounidense USS George H.W. Bush (CVN 77) en el Golfo el 7 de agosto de 2014. REUTERS/Mass Communication Specialist 3rd Class Margaret Keith/U.S. Navy/Handout via Reuters

En 2008, semanas antes de dejar el cargo, Karl Rove, asesor de George W. Bush hizo una lista aproximada de las continuas lecturas del presidente. Hay mucha historia pero nada de poner en duda la misión en Irak u decisiones propias. Pero sí estaba El extranjero, de Albert Camus.

Según Rove, el único libro que lee cada año el presidente Bush es la Biblia. Bill Clinton prefiere las Meditaciones de Marco Aurelio. George H. W. Bush arriesgó algo más y optó por Guerra y paz de Leon Tolstoi. (Hillary Clinton cita también Los hermanos Karamazov, de Dostoyevski.) El libro de Obama no es su favorito de siempre, pero sí de estos meses.

Es una elección interesante. Humaniza la guerra de Irak y, en parte, la guerra moderna en general. Obama ha defendido que la guerra debe ser la última solución. Le seguirán pidiendo que mande armas o tropas a varios lugares del planeta: Siria y Ucrania son las exigencias más recientes. Dice Obama a la CNN:

Una de las razones por las que soy reflexivo con la toma de decisiones en política exterior, y una de la razones por las que pienso que hay que apuntar antes de disparar, es porque me he encontrado con suficientes jóvenes en [el hospital militar] Walter Reed y hablado con bastantes familias que han perdido a los suyos, y me acuerdo de que hay costes para las decisiones que tomamos. A veces hay que tomarlas, pero son reales y son serias y no podemos hacer juegos políticos y no podemos jactarnos o reaccionar o intentar golpearnos el pecho cuando tomamos esas decisiones. Si vamos a desplegar a tipos en una guerra, es mejor que sea por una maldita buena razón, y mejor que tengamos un objetivo claro que merezca el sacrificio que estos tipos hacen.

Son las consecuencias imprevisibles de la guerra. Se entiende mejor su política dubitativa en Siria y Ucrania. Se entiende también mejor que, a pesar de todo, haya recibido el Nobel de la Paz.

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Historia original: Yahoo España