Obama canta victoria más de lo que debería

El presidente presume de sus logros en el discurso del Estado de la Nación

Barack Obama presenta su discurso sobre el Estado de la Unión. EFE
Barack Obama presenta su discurso sobre el Estado de la Unión. EFE

Barack Obama lleva seis años de presidente. En cada uno de esos años su preocupación central ha sido las consecuencias de la crisis financiera de 2008. Estados Unidos tiene ahora de nuevo menos paro que en 2008 y un ritmo de creación de empleo nunca visto desde 1999. El discurso del Estado de la Nación del presidente ha celebrado lógicamente este éxito:

A cada paso, nos dijeron que nuestros objetivos eran erróneos o demasiado ambiciosos; que aplastaríamos el empleo y haríamos explotar los déficits. En cambio hemos visto el crecimiento económico más rápido en más de una década, nuestros déficits reducidos en dos tercios, un mercado de valores que se ha doblado y la inflación de la sanidad a su menor ritmo en 50 años.

Su popularidad ya refleja esta tendencia. Hace pocos meses los números de Obama se acercaban a los de George W. Bush. Ahora se han recuperado y se parece más a Reagan:

Pero hay un problema importante con este discurso: los salarios no han subido como el empleo. Este gráfico sobre el nivel de los ingresos en las últimas décadas es un ejemplo. La tendencia empeoró con la crisis de 2008 y no se ha recuperado:

Aquí se ve mejor cómo el salario medio por hora no ha vuelto al ritmo previo a la crisis:

Pero Obama quiere ya empezar a sacar partido de su éxito. Quiere que el gobierno haga más para ayudar a la clase media a seguir creciendo:

Tenemos que poner nuestros puntos de mira más arriba en lugar de solo asegurarnos solo de que el gobierno no limite el progreso. Tenemos que hacer más que solo apartarnos.

Obama quiere que el gobierno vuelva a invertir en la clase media: pidió que los community colleges -una especie de formación profesional superior de dos años- sean gratis para la mayoría de estudiantes, ampliar el cuidado infantil para que los dos padres puedan trabajar o hacer que las bajas por enfermedad o maternidad sean remuneradas.

Obama quiere en suma que “las familias trabajadoras se sientan más seguras en un mundo de cambio constante”. Esta frase suena a algo parecido a lo que hay en Europa. Para pagarlo, se necesita dinero público. Obama propone un plan con más impuestos sobre los beneficios del capital. Su propuesta se conoce como “plan Robin Hood” -aquí están los detalles. 

Los republicanos han reaccionado rápido. No hay más gasto público sin más dinero público. Es algo que no van a permitir ahora que controlan el Congreso. El senador y probable futuro candidato presidencial Rand Paul ha colgado este meme: “Así, cuénteme más de este ‘gratis’ del que habla, señor presidente”. La moraleja es, claro, que no hay nada gratis, siempre alguien paga:

Otro ejemplo de un conservador ilustre: “Obama: Quiero poner muchas cosas gratis así que vamos a subir impuestos”.

Ninguna de estas propuestas -o casi ninguna- va a ocurrir en un Congreso republicano.

Obama ha intentado terminar con una nota positiva. Ha recordado su discurso famoso en Boston en 2004 donde dijo que no había unos Estados Unidos de izquierdas y otros de derechas, sino que había “unos Estados Unidos”. Tras todos estos años de división, sigue creyéndolo, ha dicho.

Ha animado a los republicanos a trabajar con él porque ya no tiene más elecciones a las que presentarse. Los republicanos han aplaudido alegres esa frase. Obama no ha podido evitar decir: “No me presento porque gané las dos”. Es una gran frase, pero no era quizá el momento de recordar sus victorias justo cuando invitaba a sus rivales a colaborar. Más cuando su partido acaba de perder las elecciones al Congreso.

Aún así, un líder republicano del Congreso ha visto señales positivas. Es poco probable que vaya mucho más allá de las cosas -pocas- en las que ya están de acuerdo:

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No ha sido un discurso de política exterior. Obama ha recordado el terrorismo reciente en París y Pakistán y la lucha contra Estado Islámico en Siria e Irak. Ha destacado su cambio en Cuba, que no hay misión de combate en Afganistán y que Rusia sufre por sus acciones en Ucrania -“aún recuerdo cómo algunos sugerían que la agresión de Putin era una muestra maestra de estrategia y fuerza”, ha dicho en una de sus mejores frases.

Ha insistido en que la diplomacia debe ser el primer recurso y que la guerra es el último. Ha advertido al Congreso que quiere seguir negociando con Irán y que vetará posibles nuevas sanciones que quieran imponer al país de los ayatolás.

Pero el mundo no es así de bonito. Libia y Yemen -que hasta hace poco Obama decía que era un modelo de lucha antiterrorista- son dos países al borde del fracaso con bandas terroristas que campan a sus anchas. La oposición siria moderada no está siendo entrenada ni cuando lo sea parece que servirá para mucho; Obama tampoco ha presumido de que la nueva tendencia en Washington es que el presidente sirio, Bashar al Asad, puede seguir en su cargo. 

“Así es cómo Estados Unidos lidera: no con bravatas, sino con determinación persistente y constante”, ha dicho Obama sobre su política exterior. Como siempre en política, es más fácil decir que hacer.


Historia original: Yahoo España