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Los sueños asesinados de Rachel D’Avino

La muerte, no hay peor absurdo. Y cuando la juventud nos colma y la felicidad parece al alcance de la mano y el final tan distante, entonces morir es apenas un verbo extraño en la gramática de la vida. Pero una bala ciega puede destrozar en un segundo todo el éxtasis y despertarnos, con fatal estrépito, del sueño de la inmortalidad.

Rachel D'Avino, una joven profesora, fue una de las víctimas de la masacre en la Escuela Elemental Sandy Hook, en Connecticut, el viernes pasado. Cuando encaró al asesino, en un intento heroico de proteger a sus alumnos, no pensó en salvar su prometedora carrera, ni en el futuro feliz al lado de su novio Anthony. En ese instante decisivo la movió su gran pasión: los niños.

Sin embargo, a D'Avino la separaban pocos días de obtener el máximo nivel académico, un Doctorado en el Instituto de Autismo y Estudios del Comportamiento de la Universidad de Hartford. Este miércoles debía pasar el examen de certificación de Analista conductual. Uno de sus profesores, John Molteni, recordó en Facebook que como profesional había dedicado su vida a los niños con necesidades especiales.

En el obituario, sus padres escribieron: "Ella integraba a estos niños a su vida diaria; con frecuencia los llevaba a casa y organizaba fiestas para ellos. Ella los enseñaba y los trataba como si fuesen de la familia. Su naturaleza maternal, comprensiva y paciente hacia las personas con dificultades para el aprendizaje fueron sus grandes dones."

D'Avino había comenzado a trabajar en la escuela Sandy Hook hacía menos de dos semanas cuando Adam Lanza ejecutó su matanza.

Y si bien la fecha del examen estaba fijada en su agenda, D'Avino ignoraba que asistiría a otra cita importante en 10 días. Su novio, Anthony Cerritelli, había solicitado a los padres de la muchacha la bendición para pedirle matrimonio la víspera de Navidad.

Adam Lanza podría haber sido uno de los alumnos de D'Avino. Según los relatos de sus compañeros de aula, el adolescente se conducía con extrema timidez en los entornos sociales. Incluso en la escuela le asignaron un psiquiatra por temor a que se infligiera daños a sí mismo. Solo las armas y los videojuegos lo entusiasmaban. Su madre, la primera víctima de la masacre del viernes, se enorgullecía de la extraordinaria inteligencia del muchacho. Nadie lo consideraba una persona violenta.

El tiroteo en la escuela Sandy Hook ha reabierto el debate sobre el control de armas en Estados Unidos. El presidente reelecto, Barack Obama, ha prometido medidas firmes desde el gobierno federal para detener el auge de estas masacres. Este año otro hombre armado asesinó a 12 personas en un cine en el pueblo de Aurora, Colorado, en el estreno de la película "Batman. The Dark Knight Rises". En 2012 han muerto cerca de un centenar de personas por tiroteos masivos en ese país.

La madre de Rachel D'Avino, Mary, sabe que su hija ya no recibirá su título de Doctorado, ni se casará con Anthony. En cambio, será recordada por su heroísmo y acompañará a los niños asesinados en la escuela Sandy Hook, en algún lugar a salvo de la locura y las armas de fuego que afligen hoy a Estados Unidos.