La estatua de Buda que ocultaba una momia en su interior

Un secreto guardado durante casi 1.000 años

Imagen exterior de la estatua (izda.) y vista interna gracias a un escáner | Crédito: Drents Museum.
Imagen exterior de la estatua (izda.) y vista interna gracias a un escáner | Crédito: Drents Museum.

Las estatuas de Buda, de estilos y épocas diferentes, son algo muy habitual en aquellos países asiáticos en los que el budismo es una fe extendida. Sin embargo, pocas pueden “presumir” de ocultar una sorpresa en su interior. Y eso es precisamente lo que sucede con una antigua escultura china fechada entre los siglos XI y XII de nuestra era.

La figura, decorada con laca y pintura dorada, fue una de las piezas “estrella” en una exposición realizada el año pasado en el Drents Museum de Assen, una pequeña localidad de los Países Bajos. Y no es de extrañar pues, lejos de ser “simplemente” una escultura de casi 1.000 años de antigüedad, la pieza cuenta en su interior con algo igualmente valioso: la momia de un monje budista que vivió en las fechas de creación de la estatua.

La existencia de este espectacular y sorprendente “bonus” se conocía desde el año 1996, fecha en la que el propietario de la estatua –un coleccionista privado holandés– encargó una restauración de la figura. Mientras procedía a realizar la tarea, el conservador retiró la plataforma de madera sobre la que se sostiene la escultura, y fue entonces cuando descubrió que había una momia en su interior.

Tras el hallazgo, los especialistas sometieron a los restos a una prueba de Carbono 14 para determinar la edad exacta de la escultura y la momia, y los resultados señalaron la citada fecha de los siglos XI o XII d.C. Sin embargo, la momia no fue examinada con mayor detalle, algo que se solucionó el año pasado, cuando un grupo de expertos liderados por Erik Bruijn –especialista en arte y cultura budistas– sometieron a la estatua a una batería de pruebas que incluían tomografías computarizadas y análisis con una sonda médica.

Otra imagen de la momia del monje obtenida mediante resonancia magnética.
Otra imagen de la momia del monje obtenida mediante resonancia magnética.

Los exámenes se llevaron a cabo en el Centro Médico Meander, con la supervisión de varios expertos en radiología y medicina, y los resultados ofrecieron nuevos detalles que ayudarán a comprender mejor esta insólita práctica. Entre otras cosas, los expertos descubrieron que el lugar ocupado originalmente por las vísceras del cuerpo momificado había sido rellenado con una mezcla de telas y papel, en cuya superficie se han encontrado restos de caligrafía china.

Gracias a estos caracteres, los expertos creen haber averiguado la posible identidad de la momia, que se correspondería con el maestro chino Liquan, un célebre monje budista del siglo XII que fue muy venerado tras su muerte, pues tenía fama de haber alcanzado la iluminación.

Uno de los conservadores del Museo Drents, el arqueólogo Vincent van Vilsteren, señaló que en varios países asiáticos con tradición budista, como China, Corea o Japón, existió antiguamente una exótica costumbre relacionada con la “auto-momificación”. En esta práctica, algunos monjes budistas muy ancianos reducían drásticamente su dieta para eliminar grasas y líquidos y favorecer un posterior proceso de momificación natural. Cuando estaban a punto de morir, estos monjes eran enterrados aún vivos, aunque provistos de un pequeño tubo para permitirles respirar bajo tierra y continuar con la meditación hasta el momento de su muerte.

Los detalles de la investigación y las conclusiones del estudio realizado sobre la estatua-momia verán la luz en un completo trabajo que se publicará próximamente. Mientras, la singular estatua podrá ser vista de nuevo en público en el Museo de Historia Natural de Hungría, con motivo de una exposición dedicada al mundo de las momias.

Fuentes: Livescience, Drents Museum

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