Angkor, una ciudad reflejo del Cosmos

La fascinante ciudad camboyana de Angkor, antigua capital del Imperio Jemer, esconde entre sus construcciones un mensaje sagrado que vincula sus numerosos templos con los astros.

Hoy en día, más de un millón de turistas visitan anualmente los restos de la imponente ciudad, ubicada en las exuberantes selvas del norte de Camboya. Sin embargo, desde su construcción en el siglo IX hasta su redescubrimiento más de mil años después por el explorador Henri Mouhot, sus increíbles construcciones habían permanecido ocultas a los ojos occidentales.

La gigantesca ciudad —fue la mayor urbe preindustrial del mundo, con una superficie de 3.000 kilómetros cuadrados— está salpicada por más de mil templos, lo que la convierte en uno de los enclaves más sagrados de toda Asia.

Sus orígenes están vinculados a la cultura del Imperio Jemer, y la ciudad vivió una gran prosperidad hasta el siglo XV, momento en el que la capital se trasladó a Ponme Penh.

A pesar de esta apabullante acumulación de edificios religiosos, en la antiquísima ciudad camboyana destaca de forma especial el llamado templo de Angkor Wat. Datado en el siglo XII, fue construido por orden del rey Suryavarman II (1113-1150) en honor al dios hindú Vishnú.

El llamativo templo posee una planta rectangular, y está separado del terreno circundante por un foso inundado. Para acceder a su interior hay que pasar un puente en su lado oeste, que conduce a una calzada recta que lleva al visitante hasta la puerta principal.

Básicamente, Angkor Wat está compuesto por tres terrazas, cada una más pequeña que la anterior y situada a una altura mayor. En la parte central, más elevada, destacan cinco torres, una central más alta y otras cuatro que la rodean.

No hay ninguna duda de que la visión de este templo, ubicado en el hermoso paisaje camboyano, resulta espectacular. Sin embargo, su mayor particularidad, un secreto relacionado con la astronomía, no es visible a simple vista.

A nivel simbólico, Angkor Wat es una evocación en la tierra del monte Meru, centro del universo y lugar de residencia de las divinidades del panteón hindú. Este simbolismo cósmico se acentúa si nos fijamos en las cinco torres del santuario, que evocan los cinco picos de la montaña sagrada.

Pero aún hay más sorpresas. En el año 1976, un equipo de investigadores estadounidenses dio a conocer, a través de las páginas de la publicación científica Science, unas conclusiones sorprendentes.

Los sacerdotes-astrónomos camboyanos emplearon en la construcción del recinto una medida conocida como "codo camboyano", cuya longitud equivale a 0,43545 metros. Tras examinar las dimensiones del templo, los investigadores descubrieron que los arqueólogos del templo habían codificado en ellas mensajes de naturaleza calendárica.

Así, si medimos los muros exteriores del recinto descubrimos que tienen una longitud de doce veces 365,24 codos. Es decir, la duración exacta del año solar. Igualmente, los ejes norte-sur y este-oeste del recinto interior donde se eleva la torre central arroja una cifra casi idéntica: 365,37 codos, un número que vuelve a aludir al ciclo solar.

No es la única clave. Si medimos la distancia existente entre distintos puntos que aparecen en el recorrido del eje este-oeste del edificio, encontramos varias cifras expresadas en codos: 1.728, 1.296, 864 y 432.

Si multiplicamos por mil cada una de estas cifras, obtenemos exactamente la duración en años de los distintos periodos de tiempo de la mitología hindú: Krita Yuga, Treta Yuga, Dvapara Yuga y Kali Yuga.

Por otra parte, el fascinante estudio daba a conocer la existencia de varias alineaciones astronómicas con ciertas partes del templo. Se registraron hasta un total de veintidós alineaciones, aunque los investigadores destacaron de forma especial tres de ellas:

En el equinoccio de primavera, un observador situado al comienzo del puente que conduce a Angkor Wat, observará con asombro que el Sol se eleva al amanecer justo sobre la torre central del conjunto. Tres días después, el fenómeno se repite si variamos unos metros nuestra posición. Un detalle importante, pues los jemeres celebraban el año nuevo en el equinoccio de primavera, y durante tres días.

Desde la misma entrada oeste se aprecian otros alineamientos destacados. Durante el solsticio de verano, el Sol se eleva justo sobre la colina sagrada de Phnom Bok, a unos 17 kilómetros  de Angkor Wat. Por el contrario, en el solsticio de invierno, el fenómeno se produce en dirección sudeste, y en este caso el Sol nace justo en el templo de Prasat Kuk Bangro.

Más información:

STENCEL, Robert, GIFFORD, Fred y MORÓN, Eleanor. "Astronomy and Cosmology at Angkor Wat". 'Science', Vol. 193, número 4250, 23 de julio de 1976.