Avistan a una ballena tan rara y única como Moby Dick
Pensaron que era la punta de un iceberg, por su enorme tamaño y color blanco, hasta que la mítica Migaloo emergió de las aguas del mar de coral, en Australia, y se dejó ver en todo su explendor. Es la tercera vez este año que la espectacular y usualmente esquiva ballena jorobada se deja ver y fotografiar por los humanos. Antes del 2012, hacía dos décadas que no se registraban avistamientos de este ejemplar único.
Muy parecida a la descripción de Moby Dick que hace en la famosa novela del mismo nombre el gran escritor norteamericano Herman Melville, Migaloo ha creado su propia leyenda. El inmenso cetáceo albino no es, definitivamente, una ballena jorobada común. Quizás sea la única de su tipo de color blanco, según documenta un sitio web de la Pacific Whale Foundation.
Migaloo fue vista por primera vez en 1991, y se cree que para entonces tendría entre 3 y 5 años de edad. Su rara apariencia la hizo rápidamente famosa, tanto como su alter ego de ficción, Moby Dick, pero el cetáceo también es único por su comportamiento. Las ballenas jorobadas no suelen ser tan esquivas. Nadan en grupos y disfrutan mostrarse, por lo que actualmente su avistamiento se ha convertido en un atractivo turístico, principalmente en las costas de Australia, Nueva Zelanda, América del Sur, Canadá y Estados Unidos.
Las jorobadas o yubartas aparecen en muchas leyendas marinas. El bello espectáculo de estas criaturas gigantes saltando sobre el agua puede explicar en parte esa fascinación. Algunos historiadores hasta las señalan como el posible origen de los mitos de los monstruos marinos y de los cantos de las sirenas. Incluso, se han reportado casos de buzos desorientados por el sonido que emiten.
Esta hermosa especie marina fue objeto de caza indiscriminada y su población se redujo drásticamente, hasta que una moratoria implementada en 1966 la salvó de la extinción. Desde entonces, el número de ballenas jorobadas ha aumentado considerablemente, aunque su comportamiento amistoso, casi suicida, las vuelve víctimas de las redes de pesca, las colisiones con buques y la contaminación acústica.
Ojalá Migaloo escape ilesa de todas esas trampas, y podamos contemplar su belleza por muchos años más.