Yanina Latorre: "No me gusta contarles mi vida ni a mis amigas, porque no confío"

Yanina Latorre: "No me gusta contarle mi vida ni a mis amigas porque no confío"

Yanina Latorre: "No me gusta contarle mi vida ni a mis amigas porque no confío"

"Soy la número uno de las panelistas". Muñeca brava, Yanina Latorre sabe que todo lo que dice trae cola, y sostiene sus declaraciones contra viento y marea. "Creo que es lo que mejor tengo porque laburar de esto y ser tibia no da, y más en los tiempos que corren. Nunca voy para atrás, me la banco, lo sostengo, lo defiendo. No soy panqueque, tengo una postura muy marcada y no soy hipócrita", dice a modo de presentación.

Histriónica, divertida, de risa contagiosa, a Yanina sus ojitos le brillan más cuando dice alguna maldad. En una charla con LA NACION, habla de trabajo, de objetivos, de sueños, de la familia, los hijos, la infidelidad y su relación con Diego Latorre. Pero, antes que nada, elige contar cuál es su diferencial en una televisión poblada de programas de panelistas.

"Sé separar el trabajo de la amistad. Está lleno de panelistas que defienden a muerte a sus amigos aunque no tengan razón, y le pegan a sus enemigos, por más que hagan las cosas bien. Me parece mediocre. Tengo un montón de enemigos, y siempre nombro a Jorge Rial pero también rescato lo bien que hace las cosas, y que me gusta su laburo. Por qué voy a decir que trabaja mal si es mentira, por más que yo no lo quiera como persona. Y hay gente a la que le tengo cariño, como a Cinthia Fernández, y la critico en cosas que me parece que no están bien. Laburo de esto y creo que me debo a mi público", apunta.

-¿Es fácil separar la amistad del trabajo? Debés tener muchos chismes que no contás...

-Para mí es re fácil. Pero no para el otro [risas] Tengo todo re claro. Cuando laburo, laburo y cuando vivo, vivo. Al otro le cuesta entenderlo pero a mí no me importa.

-¿Sos la preferida del conductor?

-Andrea [Taboada] y yo estamos desde el primer día en el programa. Cuando le preguntan a Ángel, responde que yo soy su preferida y no creo que sea por cariño, porque también puede separar las cosas. Somos muy amigos y sabe que trabajo bien.

-¿Cómo es tu relación con las "angelitas"? ¿Se aman o se odian?

-Esa es nuestra dinámica. Todas tenemos carácter fuerte, personalidad y discutimos. Es lo que pasa normalmente, que no estás de acuerdo con el otro y discutís. De todas maneras, voy a trabajar y no a hacer amigos. Nos llevamos bien, con algunas tengo más afinidad que con otras aunque no necesariamente tenemos que ser amigas. Hay reuniones y comidas pero no hacemos todo juntas. Y nos decimos las cosas al aire: creo que es lo mejor que tenemos.

-¿Cómo es un día en tu vida?

-Me levanto muy temprano, a las 6.30 de la mañana, y leo todos los diarios. Por más que trabajo de panelista de espectáculos, me gusta saber todo. Es parte del trabajo, además; me molesta las que se sientan en un panel porque son lindas, jóvenes y mediáticas, no tienen idea de lo que pasa alrededor y no pueden opinar porque no saben nada. Releo la rutina del programa, chequeo, busco. Soy de las que pasan data, primicias, y estoy involucrada en la producción. En verano vivo en Pilar y en invierno, en Belgrano, así que tengo un tiempito de viaje. Llego justo al canal, me maquillo y me peino. Y cuando termino, al mediodía, generalmente tengo reuniones, almuerzos; sociales y de trabajo. Entreno tres veces por semana, me ocupo de mi casa. Soy muy intensa. Mis hijos [Dieguito, de 16 años, y Lola, de 19] y Diego se ríen porque a las 6 de la tarde ya ni contesto el celular. Ni quiero hablar con nadie.

"Me molesta las que se sientan en un panel porque son lindas, jóvenes y mediáticas, no tienen idea de lo que pasa alrededor y no pueden opinar porque no saben nada", dice Latorre sobre las panelistas

-¿Porque estás cansada o de mal humor?

-Agotada. Yo nunca estoy de mal humor. Tengo un espacio en mi casa que es sólo para mí, con una televisión. Me instalo ahí y casi siempre veo series, porque a esa altura estoy agotada también de la tele. Seguir enganchada es retroalimentar lo que hago todo el día o, a veces, veo cosas que ya dije, pero cambiadas. Entonces me pongo de mal humor y enseguida cambio de canal. O leo un rato. Y pasa Dieguito, pasa Lola, charlamos un rato. Diego padre pasa más tarde porque trabaja de noche. Tenemos una diferencia horaria que nos viene muy bien. En realidad en mi casa no hay cena familiar. Cuando llego a casa me guardo y necesito silencio, necesito desenchufarme. Por eso también me tomo tantas vacaciones, necesito un mes.

-¿Cuándo es el encuentro familiar?

-En el desayuno. Y los fines de semana tenemos también nuestros momentos. En la semana Diego llega tarde, después de las 10 de la noche, y a esa hora ya cené porque estoy muerta de hambre. Dieguito es adolescente y quiere comer en su cuarto y Lola va boyando, tiene su novio, el año pasado estaba en el Bailando. No tenemos la costumbre de la cena. El viernes a la noche sí comemos todos juntos porque Diego no trabaja. Y el fin de semana vamos viendo. Pero no soy de esas madres que pide que se queden a cenar: si Lola quiere salir con el novio sus amigas, está todo bien. Soy relajada. Mi mamá me obligaba a cenar en familia y eso me molestaba. Creo que por oposición, dejo que cada uno coma a la hora que quiera y donde le guste. Y funcionamos bien así. La familia es importantísima para mí, pero no hace falta que las reuniones sean alrededor de la mesa. Hay familias que se juntan todos los días a comer y son un desastre. Yo estoy en el cuidado, el diálogo, los escucho, los acompaño, comparto. No soy una gran comedora y ese no es mi folklore. Pero sí el diálogo. Primero soy madre y después, persona.

-Mucho se habla de tu relación con Diego: están separados pero viven juntos, se van de vacaciones en familia... ¿Cuál es la situación hoy?

-Somos familia. No sé qué decirte. Tuvimos una crisis y estamos viendo qué pasa. En realidad estamos todos juntos. Tuve una crisis propia después de todo lo que pasó en el 2017. Se ve que caí recién el año pasado y empecé a pensar en mi. Entonces, estoy ahí. Pero está todo bien. Mi idea es estar tranquila. Insisto, estamos todos juntos, ni él se va a ir de casa ni nada por el estilo. Sé que se dijeron muchas cosas, que estuve en un hotel con otro hombre, que por plata hago cualquier cosa. Y nada que ver. Dicen todo al revés. Tengo un humor ácido y, a veces, no lo entiende todo el mundo. Igual, que quede claro que me banqué cosas mucho más duras que los chistes que hago. Fue bastante más grave lo que me banqué en el 2017. Si sobreviví a eso, sobrevivo a todo. Que Diego se aguante mis chistes. Pasa que vivimos en una sociedad machista y dicen: "Ay, pobre Diego". No, pobre yo que di la cara y banqué a la familia. El insulto diario para mi es "cornuda", y sobre todo lo dicen las mujeres. La panelista que no tiene sustento, si quiere atacarme, también me dice cornuda, hasta me pasa con mis compañeras. No tienen otra manera de atacarme porque laburo bien y la data es buena. Sufrí, estuve del otro lado y nunca me escondí, jamás falté al trabajo y sin embargo me lo siguen tirando por la cabeza; en el fondo, gozan con mi sufrimiento. Pero bueno, es el medio.

-¿Hiciste terapia en ese momento?

-No creo en la terapia. No me gusta contarle mi vida a nadie, ni a mis amigas. Y me molesta que me pregunten, porque me siento invadida. Soy muy para adentro, aunque no lo parezca. No le cuento mi vida a nadie, ni a mis mejores amigos.

-¿Por qué?

-Porque no confío en nadie. Tengo un defecto profesional. Lo que me entero de los famosos es porque me lo cuentan los amigos y familiares, y nunca sé si mi amiga le va a comentar a alguien y ese alguien a otro. No cuento nada. Cero.

-Pero alguna confidente tenes, seguramente.

-Con la que más hablo es con mi mamá, Dora. Y con mi hija Lola. En ese momento, Lola era muy chica. Con lo que pasó, se tuvo que hacer fuerte. Con Dieguito también hablo un montón, aunque no de mi pareja con su papá porque todavía es muy chico. Y mi mamá es todo. Tengo ese vínculo hermoso con los tres. Soy una madre muy intensa que cree en el diálogo.

-¿Vas a estar en el "Bailando 2020"?

-Me llamaron, sí. También hablé con Marcelo (Tinelli), me lo volvió a decir y quedamos en reunirnos. Me gusta la idea, me divierte pero me da un poco de fiaca. Estoy grande e intensa, se me termina la vida. Laflia es una productora que me gusta, me llevo bien. Pero hay que ensayar mucho. Estoy viendo, todavía. Y a Lolita la llamaron para hacer una tira. Eso lo manejan los representantes; yo la acompaño pero no me meto.

-¿Es verdad que vas a conducir un programa con Diego?

-Estoy muy bien con Los ángeles de la mañana en eltrece y en radio Mitre los sábados, con Polino auténtico. Todo el tiempo me llaman para conducir. Tengo que dar el salto, creo que es lo que me falta y me seduce pero me da fiaca también. Me gustan el espectáculo y el humor. Soy como una Joan Rivers [actriz y comediante en los Estados Unidos que conducía el ciclo Fashion Police], me gusta ser mala y lo disfruto. La gente por la calle me dice que digo todo lo que ellos dirían. Me aman, me tiran buena onda. Las nenas quieren que sea su mamá, porque soy una madre canchera. Hay cosas mucho peores que insultar, como matar, robar, ser infiel. A la gente le divierte mi personaje. Soy la número uno en lo que hago y lo disfruto. Aparte, viajo un montón: por contrato tengo cuatro viajes al año. Yo laburo, no caliento sillas: llevo data, trabajo todo el día. Aprendí el oficio.

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-¿Cómo te metiste en el medio?

-Por Cristina Pérez. Somos muy amigas, de la época del inicio del Twitter. Tuiteaba un montón y todos me tenían de ahí. Hasta ese momento era la esposa de Diego, tenía a mis hijos chicos, era contadora de mi familia. Era muy burguesa, no me interesaba trabajar en los medios ni ser famosa. También soy licenciada en administración de empresas y estudié historia del arte toda la vida pero nunca terminé la carrera porque con la tele fui yendo y viniendo. Me encanta leer, estudiar, soy curiosa, quiero saber, conocer. Y bueno, Cristina quiso llevarme a su programa de Radio del Plata, porque le parecía graciosa e interesante. Mi columna era una mezcla de humor y espectáculos. Probé y me gustó. Nunca me imaginé que iba a seguir. En estos años siento que me ordené y aprendí un montón.

-¿Y qué vino después?

-Después trabajé con el Pelado López, con Viviana Canosa, con Carlos Monti y un día hice radio con el Gato Silvestre, con Eduardo Feinamn hasta que me llamó Jorge Lanata, a quien amo y admiro, y sentí que con él había llegado. Tuve una columna hermosa que se llamaba "psycho", que hablaba de los famosos con un desparpajo hermoso. Siempre me pongo en el lugar del que me está viendo y pienso en qué le puede entretener. Las señoras de Recoleta todavía me dicen "pyscho". Estuve en Infama, en Gran Hermano, en el "Bailando" dos veces. También hice Los especialistas el año pasado y no estuvo bueno, no resultó; acepto los fracasos. Ahora estoy con los número uno, Ángel y Polino. Estoy cómoda. Soy la número uno de las panelistas. Quizá mi objetivo sea conducir, pero por ahora voy re contenta a mi trabajo.

-¿Cómo te cuidas?

-Nunca comí carnes rojas porque no me gustan. No como harinas desde hace cuatro o cinco años, ni fritos, ni conservas tampoco. No tomo gaseosas. Soy re sana. Me gusta mucho el alcohol, tomo mucho vino. No soy fanática de la comida. Tengo la edad que tengo (50) y no estoy operada. Chicas, asuman que llegué bien. Me cuido, tengo un poco de botox, hago tratamientos de belleza pero nada invasivo. Muchas me dicen que estoy bien porque estoy operada y no es así. Parece que acá todo es un pecado: si sos gorda, si sos linda, si estás operada. No me operaría la cara. Creo en la posibilidad de envejecer con dignidad y es lo que estoy tratando de hacer. Tengo un montón de defectos y patas de gallo. Tengo botox porque trabajo en la tele y es imagen. No quiero mutar. No quiero verme al espejo y no ser la misma, no reconocerme.

-Sos una de las primeras botineras y no tenes problemas en contar que no te hablás con tus suegros, ¿cómo están las cosas con ellos?

-Soy de la época de las botineras familieras, como Laura Goicochea, Claudia Villafañe. No tengo vínculo con la familia de Diego. Muy pocas lo dicen porque le tienen miedo a los suegros pero las familias de los jugadores de fútbol son una tipología que debería estar en los libros de psicología. No las vendo porque nadie quiere contarlo, pero después a Claudia le pasó con las hermanas de Diego, a Cinthia Fernández con la familia de Mauro Defederico...

-¿Cuánto hace que no se ven?

-El año pasado fue el cumpleaños del hermano de Diego, me pidió que lo acompañara y los vi, pero hace unos ocho años que no tenemos vínculo. Diego tampoco los ve. Y ellos no ven a sus nietos más que en la tele o por fotos. Tampoco insistieron. Un día dije basta, hasta acá llegó mi amor. La relación siempre fue incomoda porque si te casás con un jugador de fútbol sos una prostituta que venís a quedarte con un botín, que le vas a hacer un hijo a tu hijo y le vas a robar la plata. ¡Tenemos 25 años de casados! Creo que los padres tenemos que aprender a aceptar las elecciones y decisiones de nuestros hijos. Podemos acompañar o dar un consejo y nada más. Está más que comprobado que a Diego lo quiero por lo que es y no por la plata, formamos una familia, eduqué muy bien a mis hijos. Soy una mamá gallina con sus pollitos. Y mis suegros rescataban siempre lo malo y nunca lo bueno.

-Hasta que te cansaste...

-Al principio me la banqué porque era joven hasta que un día dije: con qué necesidad, son tus padres, fumátelos vos. Yo tengo un tema con la casa, es mi templo y entran solamente quienes nos quieren a todos. Y para mis suegros era la casa de Diego, el auto de Diego y yo, la invitada. Un día, en casa, le hice una seña a Diego, él los invitó a retirarse y ellos no preguntaron por qué. Difícil. Creo que los padres de Diego se equivocaron y me duele que sean grandes y todavía tengan la soberbia de no darse cuenta. Si yo me equivoco con mi hija, le pido perdón. Pero ellos están ofendidos. Nunca lo vieron como padre y esposo, siempre como Diego. Estoy convencida de que muchas cosas que le pasaron y le pasan a mi marido, hasta en nuestra pareja, vienen de ese lugar. Hay una parte de su vida que no resolvió y es un gran inmaduro. No es fácil lo que le pasó y me da pena, pero le solucioné la vida muchas veces, y esto lo tiene que solucionar él. Cuando me vio, la madre me dijo que tenía que hablar conmigo, pero con quien tiene que hablar es con su hijo. Las madres de los hombres son jodidas: ojalá no me pase con Dieguito.

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-También contaste que no tenías buena relación con tu papá, ¿lo perdonaste?

-Falleció hace unos ocho años. Nunca lo perdoné. Mis padres se separaron cuando yo tenía 16 años y nos enteramos que mi papá tenía una vida paralela, con una mujer que lo quería, y de hecho se murió en su casa y lo cuidó muy bien. Porque no puedo decir otra cosa. Cuando me enteré y se lo planteé, me dijo que no, que era una de las tantas. No sé por qué no la blanqueó. A partir de ahí empezó una relación complicada porque me hubiera gustado que mi papá se sentara y me dijera que estaba con otra mujer, aunque al principio yo pataleara, porque soy un poco antigua y creo en la familia. Teníamos una relación difícil, pero éramos una familia y veía a mis hijos, teníamos relación. Eso no sucedió con la familia de Diego.

-Son una familia muy matriarcal, ¿qué visión tenes del feminismo?

-Uy, es un tema. Soy feminista por matriarcal, pero no me representa nada de lo que pasa hoy. Son talibanas que odian a los hombres. Y no es la esencia del feminismo. Todo es muy extremista y eso me molesta.

-Suponiendo que te separaras definitivamente de Diego, ¿te animarías a conocer a un hombre por redes sociales?

-¡Nunca! Cero. Me parece un horror. Está buena la familia, es el refugio de uno. Hoy todos van y vienen, se casan enseguida y casi sin conocer al otro. Hay como una cosa de modernidad que no está buena.

Agradecimientos: Four Seasons Hotel Buenos Aires