Washington mira el fin del gobierno de Macri con "desilusión"
WASHINGTON.- Ninguna ciudad del mundo se acercó tanto a Buenos Aires como Washington durante la presidencia de Mauricio Macri. La capital de Estados Unidos recibió de brazos abiertos a Macri y lo ungió como un modelo para la región. Y en Washington, Macri obtuvo todo el respaldo necesario para financiar su "gradualismo", primero en Wall Street, y luego en el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Ahora, tras las primarias, Washington mira el fin del gobierno de Macri con "desilusión", en la visión de un diplomático, y sigue con inquietud las señales que envía Alberto Fernández, en un intento por dilucidar si ofrecerá -como muchos creen- un gobierno peronista moderado, o un retorno al kirchnerismo más duro.
Ante el veredicto de las urnas, en la comunidad de inversores, analistas, diplomáticos y funcionarios que trabajan con la Argentina parece existir una firme certeza de que Macri dejará la Casa Rosada en diciembre. Por eso, la pregunta en mente de todos durante la "transición" -que aún no es tal- es qué peronismo liderará Alberto Fernández. Algunos, en el interín, aún tratan de hilvanar una explicación al fin del experimento macrista.
La relación bilateral sigue activa, pero con un perfil mucho más bajo. La última conversación entre Macri y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se mantuvo bajo un fuerte hermetismo. La Casa Blanca no la confirmó y tampoco difundió el clásico comunicado oficial que suele acompañar a esos contactos.
Pero el gobierno de Trump brindó esta semana dos señales concretas: Ivanka Trump, hija y asesora del mandatario, llevó a su paso de menos de 24 horas por Jujuy una inversión de US$ 400 millones que negoció durante varios meses el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, para inversiones en rutas. Y el Banco Mundial, donde Estados Unidos tiene el mayor poder de voto, al igual que en el Fondo Monetario Internacional (FMI), aprobó dos préstamos por US$ 395 millones para la Argentina.
Mientras el gobierno de Macri pone sus energías en estabilizar la economía, la pregunta del millón es cómo será un eventual gobierno de Fernández. Los contactos con el Frente de Todos se han multiplicado en busca de una respuesta a esa pregunta, que lleva inexorablemente a otra: qué injerencia real tendrá Cristina Kirchner, una figura que aquí genera agrios recuerdos, caras de espanto o risas irónicas.
Día atrás, en la conferencia anual de la Corporación Andina de Fomento y el Diálogo Interamericano que se realizó en Washington, Alberto Fernández fue comparado en varias conversaciones informales con Néstor Kirchner, Carlos Menem, Marcos Peña -ambos forjados por el mismo cargo-, e incluso hasta con Donald Trump. Aquí lo ven como un peronista moderado y creen que "las dos caras" que ha mostrado en la campaña con un menú de declaraciones polémicas obedecen a sus necesidades políticas, y no a sus convicciones reales. Un ejemplo: Venezuela.
La duda, entonces, es si Alberto Fernández podrá hacer lo que él y su equipo han vendido puertas adentro y en algunas pinceladas en público. Una visión que ganó fuerza en Washington y en Wall Street es que Alberto Fernández deberá sí o sí orquestar un gobierno moderado y una relación amigable con Estados Unidos porque no tendrá más remedio: su gobierno, como el de Macri, necesitará del financiamiento externo. Hay quienes incluso avizoran una suerte de neomenemismo, sin llegar a las "relaciones carnales" de la presidencia de Carlos Menem.
Así y todo, el complejo equilibrio interno que Alberto Fernández deberá sostener en el Frente de Todos, donde conviven los gobernadores, el Partido Justicialista, los gremios, La Cámpora y el massismo, mantiene las dudas con vida, y el temor a un retorno del kirchnerismo más duro nunca termina de disiparse del todo.