Un vistazo a las opciones de un cese el fuego tras el rescate de 4 rehenes israelíes

TEL AVIV, Israel (AP) — El dramático rescate israelí de cuatro rehenes en el corazón de una zona urbana de la Franja de Gaza el pasado fin de semana se produjo en un momento sensible tras ocho meses de guerra, mientras Israel y Hamás estudian una propuesta estadounidense de cese el fuego y liberación de los cautivos que quedan.

Ambas partes enfrentaban presión adicional para llegar a un acuerdo. Era improbable que el complejo rescate se replicara a la escala necesaria para recuperar a los rehenes que quedan, y fue un potente recordatorio de que los israelíes que aún sobreviven están retenidos en duras condiciones. Ahora Hamás tiene menos piezas de cambio.

Pero también podrían reafirmarse, como han hecho en varias ocasiones durante meses de negociaciones indirectas mediadas por Estados Unidos, Qatar y Egipto. Hamás sigue insistiendo en la necesidad de que la guerra termine como parte de cualquier acuerdo, mientras que Israel sigue comprometido con destruir al grupo armado.

A continuación, un vistazo a los efectos de la operación y cómo podría afectar a las conversaciones de cese al fuego:

ENTUSIASMO Y CRECIENTES PETICIONES DE ACUERDO

La operación de rescate fue la más exitosa desde el inicio de la guerra y llevó a casa a cuatro de los aproximadamente 250 rehenes capturados por Hamás en su ataque transfronterizo del 7 de octubre. Eso incluía a Noa Argamani, que se convirtió en símbolo de los esfuerzos por liberar a los rehenes.

El asalto también mató al menos a 274 palestinos, según el Ministerio de Salud de Gaza, lo que agravaba el sufrimiento de la población gazatí, que ha tenido que soportar una guerra brutal y una catástrofe humanitaria.

El rescate se recibió con entusiasmo en Israel, un país aún conmocionado por el ataque de Hamás y angustiado por el destino de los 80 rehenes y los restos de otros 40 ya fallecidos que siguen en Gaza. Es probable que los israelíes de línea dura se aferren a la incursión como prueba de que la presión militar por sí sola es suficiente para llevar de vuelta a los demás.

Pero desde que comenzó la guerra, sólo otros tres rehenes han sido liberados por fuerza militar. Las tropas israelíes mataron por error a tres más después de que lograran escapar por su cuenta, y Hamás dice que otros han muerto en ataques israelíes.

“Si alguien cree que la operación de ayer absuelve al gobierno de la necesidad de llegar a un acuerdo, está viviendo una fantasía”, escribió el columnista Nahum Barnea en el popular periódico Yediot Aharonot. “Hay gente allí que necesita que la salven, y cuando antes mejor”.

Incluso el vocero del ejército, el contralmirante Daniel Hagari, admitió los límites de la fuerza militar. “Lo que traerá a casa con vida a la mayoría de los rehenes es un acuerdo”, dijo a los periodistas.

Unos 100 rehenes fueron liberados durante un cese el fuego de una semana el año pasado a cambio de palestinos encarcelados en Israel, y aún se considera que un acuerdo similar es la única forma de recuperar al resto de los rehenes. Horas después del rescate del sábado, decenas de miles de israelíes asistieron a protestas en Tel Aviv para pedir un acuerdo.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció la semana pasada una propuesta de plan gradual de alto el fuego y liberación de rehenes, y puso en marcha el esfuerzo diplomático más concentrado de Washington para conseguir una tregua.

Aunque Biden lo describió como una propuesta israelí, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha cuestionado de forma pública algunos aspectos del plan, en especial su petición de retirada de fuerzas israelíes de Gaza y una tregua duradera. Sus socios de coalición ultranacionalistas han amenazado con hacer caer su gobierno si pone fin a la guerra sin destruir a Hamás.

Parece que eso no ha hecho más que aumentar las suspicacias de Hamás, que ha pedido garantías internacionales de que la guerra terminará. No está claro si se han ofrecido esas garantías, y Hamás no ha respondido oficialmente al plan.

NETANYAHU BUSCA APOYOS

La operación de rescate fue una inusual victoria para Netanyahu, al que muchos israelíes culpan de los fallos de seguridad que llevaron al ataque del 7 de octubre y de no haber recuperado a los rehenes después de meses de dura guerra.

Se ha deleitado del éxito de la operación y el sábado se apresuró a llegar al hospital donde estaban los rehenes liberados y reunirse con ellos ante las cámaras. Los sondeos recientes de opinión ya han mostrado algunos progresos en mejorar su imagen, y la operación de rescate será de ayuda.

Pero cuando se disipe el entusiasmo, enfrentará una intensa presión de un gobierno estadounidense que quiere desactivar la guerra y una base ultranacionalista que quiere erradicar a Hamás a cualquier precio. Su principal rival político, el general retirado Benny Gantz, abandonó el sábado la coalición de emergencia formada con la guerra y dejó a Netanyahu aún más en manos de la línea dura.

Netanyahu ya recibe críticas de algunas familias de rehenes fallecidos, que dicen que ellos no recibieron esas visitas y le acusan de atribuirse el mérito sólo de los éxitos de la guerra. Israel también encontrará una creciente presión internacional por la alta cifra de palestinos muertos en la incursión.

“El éxito de liberar a cuatro rehenes es una victoria táctica magnífica que no ha cambiado nuestra deplorable situación estratégica”, escribió el columnista Ben Caspit en el diario israelí Maariv.

Es una situación difícil de maniobrar incluso para alguien como Netanyahu, a quien amigos y enemigos por igual consideran un político magistral.

La operación podría ofrecer un apoyo entre el público israelí que le permita justificar un acuerdo con Hamás. O podría concluir que el tiempo está de su parte y que puede forzar un acuerdo más duro con los milicianos mientras asumen un fuerte revés.

HAMÁS PIERDE PIEZAS DE CAMBIO

Hamás ha perdido cuatro valiosas piezas de cambio que había aspirado a cambiar por prisioneros palestinos destacados. Argamani, muy conocida por un video en el que se la veía suplicar por su vida mientras los milicianos se la llevaban en una motocicleta, era una pérdida especialmente grande para Hamás.

La incursión también podría haber sido un golpe para la moral de Hamás. En el ataque del 7 de octubre, el grupo logró humillar a un país con un ejército muy superior, y desde entonces se ha reagrupado varias veces pese a las devastadoras operaciones militares en toda Gaza.

Pero el hecho de que Israel pudiera realizar una compleja operación en pleno día en medio de una abarrotada zona urbana ha restaurado al menos de forma temporal el prestigio que perdieron las fuerzas de seguridad israelíes el 7 de octubre.

La operación también redirigió la atención global a la crisis de rehenes en un momento en el que Estados Unidos reúne presión internacional sobre Hamás para que acepte el acuerdo de cese al fuego.

Pero Hamás tiene un largo historial de resistir la presión de Israel y de otros, a menudo a un enorme coste para los palestinos. Los milicianos podrían concluir que es mejor utilizar los rehenes que quedan para poner fin a la guerra mientras aún pueden, o podrían simplemente buscar lugares mejores para ocultarlos.