Vino en bote por el Mariel y ahora triunfa con un ron inspirado en una triste historia
El éxodo del Mariel ha producido algunos de los mejores y peores momentos para la imagen del exiliado cubano en Estados Unidos. La llegada de 125,000 cubanos entre el 15 de abril y el 31 de octubre de 1980 significó para Miami una renovación cultural por la amplia representación de artistas de varias disciplinas que trajeron su aporte a la ciudad.
El éxodo sirvió también como trasfondo de uno de los filmes con más arraigo en la cultura popular norteamericana, Scarface, el que, con la actuación de Al Pacino como Tony Montana –un “marielito” narcotraficante y asesino,– y la dirección de Brian De Palma, es muy difícil ignorar. Pero Scarface puso un gran peso en la imagen de tantos cubanos que vinieron a este país a trabajar, cuya reputación se vio afectada por los delitos cometidos por los delincuentes que el gobierno de Fidel Castro insertó entre ellos al vaciar las cárceles y enviarlos entre los refugiados políticos.
Ahora el éxodo del Mariel ha inspirado un ron, La Marielita, creado por la escritora y empresaria Janet Díaz Bonilla, que lo concibió como un homenaje a la libertad que buscaban esos cubanos, y en especial a la de ella, una niña de 6 años que hizo una travesía de 17 horas junto a su familia, en un mar embravecido con olas de 20 pies, para llegar a Estados Unidos.
“La gente del gobierno nos dijo que nos fuéramos bajo una tormenta. No nos hundimos de milagro”, rememora Díaz Bonilla, sobre la política del gobierno cubano de abarrotar los botes sin importar el peligro que corrían los inmigrantes cubanos de ahogarse en el estrecho de la Florida al venir en frágiles embarcaciones, como el bote de madera que trajo a la familia de Díaz Bonilla.
“Yo llevaba una muñequita de trapo, el guardia me la quitó, era lo único que yo llevaba”, dice Díaz Bonilla, que salió del puerto del Mariel, al oeste de La Habana, el 17 de mayo de 1980.
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Este es uno de sus últimos recuerdos de Cuba, después de estar en El Mosquito, como llamaron al campamento donde el gobierno cubano reunió a los que iban a emigrar, para luego destinarlos a los botes, casi nunca en el que los familiares de Miami habían alquilado o que ellos mismos venían pilotando.
Un ron y un guion de cine
El ron La Marielita tiene su antecedente en un guion de cine que Díaz Bonilla escribió para contar su lado de la historia, el que no está en filmes como como Scarface (1983) o La familia Perez, una comedia de 1995 en la que un grupo de marielitos, que no tienen relación filial entre sí, pretenden ser una familia para obtener ventajas ante el servicio de Inmigración.
“No vinimos los Tony Montana del mundo, sino muchas familias como la mía”, dice Díaz Bonilla, que antes de llegar a Estados Unidos había visto el sufrimiento de su familia.
Su padre fue condenado a ocho años de prisión después de ser atrapado a 20 millas de las costas de Cuba tratando de escapar en una balsa, y sufrió torturas en las cárceles castristas.
“Lo pusieron seis meses en ‘la gaveta’ “, dice Díaz Bonilla, refiriéndose a celdas estrechas en las que a veces confinaban hasta cuatros presos desnudos, que permanecían parados y se turnaban para que al menos uno pudiera dormir.
A su abuelo “Manolo”, Luis Manuel Díaz, le quitaron varias bodegas y dulcerías. Precisamente en una de estas bodegas, en Artemisa, un pueblo en las afueras afuera de La Habana, el pequeño comerciante vendía licores finos. En su esfuerzo como empresario, y también en su pérdida, pensó Díaz Bonilla cuando estaba concibiendo el ron. Sus abuelos no pudieron llegar a Miami hasta el 1989.
“La marielita” fue una etiqueta que le pesó a Díaz Bonilla, que a su llegada a Key West, fue enviada con su familia a Fort Chaffee, un centro de entrenamiento del ejército en Arkansas, en el que confinaron a 19,000 refugiados del éxodo del Mariel para procesar sus documentos migratorios.
Ante las demoras, los cubanos protestaron violentamente el 1 de junio del 1980 y se creó una crisis que resultó en un refugiado muerto y varios heridos, tanto del lado de los cubanos como de los policías estatales que contenían el motín.
“Incendiaron las barracas y tuvimos que correr para no quemarnos. Me arrastraron por el piso, todavía tengo la marca en la pierna”, recuerda Díaz Bonilla del incidente.
Finalmente en Miami, la niña de 6 años enfrentó discriminación por la mala imagen que tenían los nuevos exiliados.
“Cuando me llevaron a la escuela a inscribirme, la directora dijo que yo no podía estar en esa escuela porque los padres no querían que hubiera marielitos”, dice Díaz Bonilla.
Ahora, cada vez que ella cuente la historia del ron, también informará sobre este éxodo que, en su opinión, no recibe la misma atención que éxodos de cubanos anteriores como la Operación Pedro Pan o los Vuelos de la Libertad (Freedom Flights).
Cuba, Nicaragua y Panamá unidas en un ron
Con todo ese trasfondo vivencial, Díaz Bonilla y su esposo registraron el nombre del guion La Marielita, y mientras esperaba por ser filmado, decidieron convertirlo en un ron.
Para elaborarlo eligieron Panamá por recomendación del esposo de Díaz Bonilla, que nació en Nicaragua, y conoce la buena reputación de los rones centroamericanos. El próximo paso fue entrar en contacto con una destilería del Consorcio Licorero Nacional y con uno de los maestros roneros más importantes, el cubano Francisco Fernández Pérez, “Don Pancho”, establecido en Panamá desde los años 1990.
“Lo último que pensé es que mi maestro ronero fuera cubano”, dice Díaz Bonilla de Don Pancho, que viene de una familia de maestros roneros.
El arte cubano de la confección de rones fue nombrado en diciembre como parte del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, junto a saberes y tradiciones como la baguette francesa y el té chino.
“Don Pancho aportó una gran seguridad, como alguien que lleva más de 60 años formulando rones, además tiene un excelente entendimiento de nuestra cultura y tradiciones”, señala Díaz Bonilla, quien le pidió a Don Pancho que el ron fuera atractivo tanto para el paladar femenino como el masculino.
“Siempre digo que La Marielita tiene suficiente cuerpo para que agrade al hombre y es suave como para que la mujer lo disfrute”, señala Díaz Bonilla sobre el ron añejado 18 años en barriles de whiskey Bourbon.
Graduada en Psicología y autora de los libros, Rainbow House y Carpool, Díaz Bonilla fue reconocida recientemente como empresaria en los Powerful Latinas Awards, entregados a 18 latinas destacadas, en diciembre, en Doral.
La etiqueta de La Marielita, basada en un cuadro del pintor Humberto Benítez –un artista cubano que tiene su galería en Coral Gables– refleja la esencia de la niña Janet y de la empresaria en que se ha convertido. Vestida de amarillo, por su devoción a la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba, una figura femenina da a la espalda al espectador, para atravesar aguas revueltas. Atrás queda Cuba y por delante toda una vida, incluyendo el inusitado destino para una escritora que convierte un guion sobre una experiencia triste en un ron, una bebida que se toma en fiestas. Si esta historia tuviera banda sonora sería la de Lágrimas negras de los Matamoros, con su paso del bolero al son.
El ron se puede comprar en tiendas de Miami como Jensen’s Liquors, Vintage Liquors, Pantry Liquors, Sunset Corners, en bares de la Calle Ocho, como Ball & Chain y Cafe La Trova, y en https://lamarielita.com/
Si conoce a una persona cuya historia de superación personal y profesional pudiera ser reflejada en esta serie de perfiles de el Nuevo Herald, se puede comunicar a smoreno@elnuevoherald.com o gguerra@miamiherald.com.