Quién es Viktor Bout, el “mercader de la guerra” ruso preso en Estados Unidos y que Putin quiere de regreso en Rusia

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Viktor Bout sentado en una celda de detención en el Tribunal Supremo de Bangkok el 28 de julio de 2008, en Bangkok, Tailandia. - Créditos: @Chumsak Kanoknan

MOSCÚ.– El gobierno de Rusia insistió este viernes en que el nombre de Viktor Bout, condenado en Estados Unidos por tráfico de armas, figura en las negociaciones para un potencial canje de presos y espera un “resultado positivo” de los contactos en marcha, de los que apenas han trascendido detalles públicamente.

“No hemos llegado todavía a un denominador común, pero Viktor Bout es una de las personas que se discute y esperamos, sin duda, un resultado positivo”, afirmó el viceministro de Exteriores, Sergei Riabkov, en declaraciones a la agencia de noticias TASS.

Moscú reconoció por primera vez en agosto negociaciones con Washington para recuperar a Bout a cambio de presos estadounidenses, en particular la jugadora de baloncesto Brittney Griner, condenada por la Justicia rusa por posesión y tráfico de drogas. La Casa Blanca también habría introducido en la ecuación al exmarine Paul Whelan, preso en Rusia por espionaje.

La basquetbolista estadounidense Brittney Griner es escoltada a su salida de una corte en las afueras de Moscú, el 4 de agosto de 2022.
La basquetbolista estadounidense Brittney Griner es escoltada a su salida de una corte en las afueras de Moscú, el 4 de agosto de 2022.

Bout, conocido como el “mercader de la guerra” por su responsabilidad en el tráfico de armas, fue detenido en Tailandia en 2008 por orden de Estados Unidos y cumple actualmente una pena de 25 años de cárcel.

Durante casi dos décadas, Bout vendió armamento a estados y grupos rebeldes y mercenarios en África, Asia y América del Sur.

Su notoriedad fue tal que su vida ayudó a inspirar una película de Hollywood, El señor de la guerra (2005), protagonizada por Nicolas Cage en el papel de Yuri Orlov, un traficante de armas basado en Bout.

¿Quién es Viktor Bout?

Aun así, los orígenes de Bout siguen rodeados de misterio. Las biografías suelen coincidir en que nació en 1967 en Dushanbe, entonces capital del Tayikistán soviético, cerca de la frontera con Afganistán.

Bout, un lingüista dotado que más tarde utilizó su supuesto dominio del inglés, francés, portugués, árabe y del persa para construir su imperio armamentístico internacional, al parecer asistió de joven al club de esperanto de Dushanbe, donde llegó a dominar esta lengua artificial.

A esto le siguió un período en el ejército soviético, donde Bout ha dicho que alcanzó el rango de teniente, sirviendo como traductor militar, incluso en Angola, un país que más tarde se convertiría en el centro de sus negocios.

El gran avance de Bout se produjo en los días posteriores al colapso del bloque comunista entre 1989-91, aprovechando un repentino exceso de armamento de la era soviética para alimentar una serie de guerras civiles fratricidas en África, Asia y más allá.

Con la desintegración de la vasta flota aérea de la Unión Soviética, Bout pudo adquirir un escuadrón de unos 60 viejos aviones militares soviéticos con base en los Emiratos Árabes Unidos, mediante el cual podía suministrar sus productos en todo el mundo.

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El ruso Viktor Bout llega al Tribunal Supremo de Bangkok el 28 de julio de 2008, en Bangkok, Tailandia. - Créditos: @Chumsak Kanoknan

Los negocios por encima de la política

Una biografía de 2007 titulada Mercader de la muerte: Armas, aviones y el hombre que hace posible la guerra, de Douglas Farah y Stephen Braun, informó de varios detalles del turbio comercio de Bout. Reuters no pudo verificar de forma independiente su descripción.

Desde una base en el emirato de Sharjah, en el Golfo, entrelazó su imperio de tráfico de armas con un negocio de logística aparentemente inocuo, insistiendo siempre cuando se le preguntaba que era un empresario legítimo con clientes respetables y sin ningún caso que responder.

Aun así, Bout, que apareció por primera vez en el radar de la CIA en medio de informes sobre un oscuro ciudadano ruso que comerciaba con armas en África, era a finales del milenio uno de los hombres más buscados del mundo.

Pero Bout, cuyos clientes incluían grupos rebeldes y milicias desde el Congo hasta Angola y Liberia, tenía poca ideología firme, y tendía a poner los negocios por encima de la política.

En Afganistán, vendió armas a los insurgentes talibanes islamistas y a sus enemigos de la Alianza del Norte prooccidental, según el libro.

Bout también suministró armas al expresidente liberiano Charles Taylor, que ahora cumple una condena de 50 años de prisión por asesinato, violación y terrorismo, a varias facciones congoleñas y al grupo militante islamista filipino Abu Sayyaf.

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En esta foto facilitada por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, el ex militar soviético y sospechoso de tráfico de armas Viktor Bout desembarca tras llegar al aeropuerto del condado de Westchester el 16 de noviembre de 2010 en White Plains, Nueva York. - Créditos: @Handout

El final no llegó hasta 2008, después de que una elaborada operación de la Agencia Antidroga de Estados Unidos permitiera seguir la pista de Bout a través de varios países hasta un hotel de lujo en Bangkok.

Durante una espectacular operación encubierta, Bout fue grabado aceptando vender a agentes estadounidenses encubiertos que se hacían pasar por representantes de la guerrilla izquierdista colombiana 100 misiles tierra-aire, que utilizarían para matar a las tropas estadounidenses. Poco después, fue detenido por la policía tailandesa.

Tras más de dos años de disputas diplomáticas en las que Rusia insistió a gritos en la inocencia de Bout y en la carga política de su caso, fue extraditado a Estados Unidos, donde se enfrentó a una serie de cargos, como conspiración para apoyar a terroristas, conspiración para matar a estadounidenses y blanqueo de dinero.

Bout fue juzgado por los cargos relacionados con las FARC, que negó, y en 2012 fue declarado culpable y condenado por un tribunal de Manhattan a 25 años de prisión, la pena mínima posible.

Desde entonces, el Estado ruso ha querido recuperarlo.

Vínculos con la inteligencia rusa

El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, ha dicho que la extradición de Bout desde Tailandia fue “una flagrante injusticia” y sugirió que era inocente.

Los medios de comunicación rusos han aprovechado en ocasiones los comentarios de una entrevista de 2012 con el juez que presidió el juicio de Bout en Nueva York, en la que se afirmaba que su condena era “excesiva”, para defender el regreso de Bout a su país.

A principios de este año, se especuló con la posibilidad de intercambiar a Bout por Trevor Reed, un veterano del Cuerpo de Marines de Estados Unidos encarcelado en Rusia por cargos de agresión. Reed fue finalmente liberado a cambio de Konstantin Yaroshenko, un piloto ruso encarcelado en Estados Unidos por cargos de tráfico de drogas.

Para algunos expertos, el continuo interés del Estado ruso en Bout, además de sus habilidades y conexiones en el comercio internacional de armas, insinúan fuertemente los vínculos de la inteligencia rusa.

En entrevistas, Bout ha dicho que asistió al Instituto Militar de Lenguas Extranjeras de Moscú, que sirve como campo de entrenamiento para oficiales de inteligencia militar.

“Bout era, casi con toda seguridad, un agente de la GRU, o al menos un activo de la GRU”, dijo Mark Galeotti, experto en los servicios de seguridad rusos del think-tank Royal United Services Institute, refiriéndose al servicio de inteligencia militar de Rusia.

“Su caso se ha convertido en totémico para los servicios de inteligencia rusos, que están dispuestos a demostrar que no abandonan a su propia gente”, añadió Galeotti.

Según Christopher Miller, un periodista que ha mantenido correspondencia con los neonazis encarcelados junto a Bout en la Penitenciaría Marion de Estados Unidos, en Illinois, el ex traficante de armas guarda una foto del presidente ruso Vladimir Putin en su celda y dice que no cree que Ucrania deba existir como Estado.

Contactada por Reuters a través del servicio de mensajería WhatsApp, la esposa de Bout, Alla, que vive en San Petersburgo, dijo: “Tenemos muchas esperanzas de que todo se resuelva y se llegue a un acuerdo”. “Lo único que nos queda es rezar”, añadió.

Agencias DPA y Reuters