El 'águila de sangre': el método de tortura más brutal de los vikingos
Cualquier estudioso de las sagas nórdicas medievales, interesado en la historia y cultura escandinava, o simplemente espectador de la sangrienta serie “Vikingos” (tenéis disponibles seis temporadas en HBO) ha oído hablar alguna vez de la que tal vez sea la forma de tortura más cruel que la humanidad haya llevado jamás a la práctica. Conocida como “águila de sangre”, los bárbaros seguidores de Odín reservaban este sádico baño de sangre a sus peores enemigos, aquellos a quien verdaderamente odiaban e inspiraban sus peores y más vengativos instintos.
Si no has oído hablar nunca de ella aún estás a tiempo de escapar a semejante crueldad, no sigas leyendo. De lo contrario aquí va una breve descripción. Se sitúa a tu archienemigo en el suelo boca abajo, dejando libre la espalda para que el “carnicero” actúe sin demasiados miramientos. Se abren dos incisiones paralelas a ambos lados de la columna vertebral con un cuchillo muy afilado o con un hacha. Se van rompiendo las costillas hacia el exterior de modo que una vez se acabe la escabechina, el pobre desgraciado muestre una especie de alas óseas (cubiertas con piel) asomando por la espalda. Una vez despejado el camino, se extraen los pulmones y se dejan fuera.
La leyenda dice que aquel que sufriera todo sin abrir la boca iría directo al Valhalla donde sería recibido por Odín. En cambio aquel que se quejara un poquito iría al lúgubre Helheim, gobernado por la diosa de la muerte Hela, hija por cierto de Loki.
Uno de los primeros relatos en los que aparece detallada el águila de sangre data del siglo IX. En él se cuenta la historia de Aealla, rey de Northumbria (hoy Yorkshire, Inglaterra), que fue víctima de un ataque vikingo a manos del líder Ragnar Lothbrok. El rey Aealla logró resistir el ataque de los daneses, y acabó con la vida del cabecilla arrojándolo a un pozo lleno de serpientes. La historia continúa cuando los hijos de Lothbrok invadieron Inglaterra en el año 865 y se hicieron con York. Entre ellos se encontraba Ivarr el Deshuesado, un auténtico sádico que vengó a su padre mediante un ritual ejemplarizante que recayó en las espaldas (nunca mejor dicho) del citado rey Aella.
La crueldad y fiereza de los nórdicos está tan mitificada en nuestros días, que hay quien piensa que esta forma de tortura jamás existió, de modo que algunos investigadores, médicos y anatomistas se han propuesto a acabar con el debate. ¿Realmente existió esta demencial forma de ejecución? La respuesta, según un equipo interdisciplinar de expertos británicos es un “sí” que no deja lugar a dudas.
Entre los coautores de este trabajo, que se publicará a finales de este mes en la revista Speculum, nos encontramos con dos expertos en medicina científica de la Universidad de Keele en Inglaterra, llamados Monte Gates y Heidi Fuller. Ambos reconocen abiertamente que lo que les motivó a investigar esta forma de tortura fue la serie “Vikingos” antes mencionada. Pronto se dieron cuenta de que para encontrar respuestas necesitaban la ayuda de un historiador, de modo que se pusieron en contacto con Luke John Murphy, de la Universidad e Islandia. La colaboración resultó fructífera y las diferentes perspectivas de la medicina y la historia resultaron muy útiles para formarse una idea completa de aquellos sangrientos años.
En el artículo, los autores recorren metódicamente las fuentes medievales antes de pasar a discutir lo qué le pasaría al cuerpo humano si se llevase a cabo la versión completa del procedimiento. ¿La respuesta? A menos que el matarife tuviera el pulso y el instrumental de un cirujano moderno, y realizara la operación con sumo cuidado, la víctima moriría desangrada o por asfixia muy rápidamente. Pero incluso haciéndolo con muchísima delicadeza, algo que reconozcámoslo, no era una de las virtudes de los vikingos, lo más normal es que el sujeto muriera antes de que el verdugo completara el águila de sangre.
En opinión de John Murphy, este ritual juega un papel prominente en nuestra actual construcción de los vikingos, que generalmente favorece una visión violenta de los habitantes de la edad de hierro en la región nórdica. En realidad esto ha venido sucediendo desde hace bastante tiempo. De hecho el historiador cuenta que los estudiosos británicos en la era victoriana tendían a exagerar los aspectos más crueles de los vikingos como forma de enfatizar tanto la barbarie pretérita de los nórdicos, como la naturaleza civilizada del tiempo que les había tocado vivir a los súbditos de su majestad.
Por lo que puedo leer, el trabajo citado contó incluso con software de modelaje anatómico en el que recrearon paso a paso las versiones más extremas de la tortura vikinga. Luego compararon los resultados con el registro histórico y arqueológico. Lo que descubrieron fue que los torturadores podrían haber usado lanzas acabadas en gancho para poder “desplazar” hacia afuera las costillas a partir de la columna vertebral.
En fin, demos gracias porque ahora las formas más comunes de tortura sean las constantes y larguísimas sesiones de publicidad a las que nos someten las cadenas privadas cada vez que emiten uno de sus programas estrella. No me extraña que cada vez más gente civilizada le dé la espalda a la televisión para ver por streaming series "educativas" como Vikingos. ¡Incongruencias de la vida!
Me enteré leyendo Smithsonian Magazine.
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