La vida en Idlib, el feudo de los rebeldes que derrocaron el régimen de Al Assad en Siria (y lo que anticipa sobre su posible gobierno)
El camino hacia Idlib, una remota región en el noroeste de Siria, todavía tiene las señales de las antiguas líneas del frente: trincheras, posiciones militares abandonadas, restos de cohetes y municiones.
Hasta hace poco, esta era la única zona del país controlada por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham (HTS).
Desde Idlib, los rebeldes liderados por el HTS lanzaron una ofensiva que derrocó a Bashar al Assad y puso fin a cinco décadas de dictadura de su familia en Siria.
Como resultado, se han convertido en las autoridades de facto del país, que podrían tratar de aplicar su forma de gobernar en Idlib en el resto del país.
La vida normalizada
Tras la caída de Assad, hombres y mujeres, viejos y jóvenes ondeaban las banderas de la oposición con una franja verde y tres estrellas rojas en el centro de la ciudad de Idlib.
Las pintadas en las paredes celebraban la resistencia contra el régimen.
Aunque los edificios destruidos y las pilas de escombros evocaban el recuerdo de una guerra no tan lejana, las casas reparadas, los comercios recientemente abiertos y las carreteras bien mantenidas eran testimonio de que algunas cosas habían mejorado.
Pero había también quejas de lo que muchos consideraban un exceso de mano dura por parte de las autoridades.
Cuando visitamos el lugar a principios de esta semana, las calles estaban relativamente limpias, los semáforos y las farolas funcionaban, y había agentes en las zonas más concurridas.
Se trata de cosas sencillas que no hay en otras partes de Siria y que aquí son motivo de orgullo.
Los rebeldes de HTS
El grupo HTS tiene sus orígenes en Al Qaeda, pero en los últimos años ha intentado reinventarse como una fuerza nacionalista, distanciándose de su pasado yihadista y con la meta de derrocar a Assad.
Cuando los combatientes marcharon hacia Damasco a principios de este mes, sus líderes hablaron de construir una Siria para todos.
Sin embargo, Estados Unidos, Reino Unido, la ONU y otros países -incluida Turquía, que respalda a algunos rebeldes sirios- todavía la describen como una organización terrorista.
El grupo tomó el control de la mayor parte de esta región donde viven 4,5 millones de personas en 2017, aportando estabilidad tras años de guerra civil.
La administración, conocida como el Gobierno de Salvación, se encarga de la distribución de agua y electricidad, la recogida de basura y el pavimento de las carreteras.
Los impuestos recaudados a las empresas, los agricultores y a los que cruzan la frontera con Turquía financian tanto sus servicios públicos como sus operaciones militares.
De Assad al islamismo
"Bajo el régimen de Assad, solían decir que Idlib era la ciudad olvidada", declaró el doctor Hamza Almoraweh, cardiólogo, mientras trataba a pacientes en un hospital instalado en un antiguo almacén de correos.
Se mudó de Alepo con su esposa en 2015 cuando la guerra se intensificó allí, pero no planeaba regresar, ni siquiera con la ciudad bajo control rebelde.
"Hemos visto mucho desarrollo aquí. Idlib tiene muchas cosas que no había bajo el régimen de Assad".
Ante la oposición local y en un intento de obtener reconocimiento internacional, HTS revocó algunas de las estrictas normas sociales que había impuesto cuando llegó al poder, como los códigos de vestimenta para las mujeres y la prohibición de la música en las escuelas.
Y algunas personas citan las recientes protestas, incluso contra los impuestos aplicados por el gobierno, como prueba de que se tolera un cierto nivel de crítica, en contraste con la represión de los Assad.
"No es una democracia plena, pero hay libertad", afirmó Fuad Sayedissa, un activista.
Explicó que "hubo algunos problemas al principio", pero en los últimos años las autoridades "han estado actuando de una mejor maneray están tratando de cambiar".
Nativo de Idlib, Sayedissa vive ahora en Turquía, donde dirige la organización no gubernamental Violet. Como tantos miles de sirios, la caída de Assad le permitió visitar su ciudad nuevamente, en su caso por primera vez en una década.
Pero también se han llevado a cabo manifestaciones contra lo que algunos llaman un régimen autoritario. Según los expertos, para consolidar su poder el grupo atacó a extremistas, absorbió a rivales y encarceló a opositores.
"Cómo actuará el gobierno en toda Siria es otra historia", opinó Sayedissa.
Explicó que Siria es un país diverso y, tras décadas de opresión y violencia perpetradas por el régimen y sus aliados, muchos tienen sed de justicia: "La gente todavía está celebrando, pero también está preocupada por el futuro".
Intentamos entrevistar a un funcionario local, pero nos dijeron que todos habían ido a Damasco para ayudar en el nuevo gobierno.
¿Cambio real o ficticio en HTS?
A una hora en coche de Idlib, en el pequeño pueblo cristiano de Quniyah las campanas de la iglesia sonaron por primera vez en una década el 8 de diciembre para celebrar la caída de Assad.
La comunidad, cerca de la frontera turca, fue bombardeada durante la guerra civil, iniciada en 2011 cuando Assad sofocó las protestas pacíficas en su contra y muchos de sus residentes huyeron.
Solo quedaron 250 personas.
"Siria está mejor desde que cayó Assad", afirmó el fraile Fadi Azar.
Sin embargo, el ascenso de los islamistas ha suscitado temores a que las minorías, entre ellas los alauitas de Asad, puedan correr peligro pese a las promesas de protección del HTS a los diversos grupos religiosos y étnicos.
"En los dos últimos años (el HTS) empezó a cambiar. Antes era muy duro", afirmó Fray Azar, en referencia a los tiempos en los que se confiscaron propiedades y se restringieron los rituales religiosos.
"Dieron (a nuestra comunidad) más libertad; llamaron a otros cristianos refugiados a regresar para recuperar sus tierras y hogares".
Pero, ¿es genuino el cambio? ¿Se puede confiar en ellos?
"¿Qué podemos hacer? No tenemos otra opción", respondió. "Confiamos en ellos".
Le pregunté a Sayedissa, el activista, por qué incluso sus oponentes eran reacios a criticar al grupo.
"Ellos son ahora los héroes, pero tenemos líneas rojas. No permitiremos más dictadores, ni Jolani ni ningún otro", proclamó, refiriéndose a Ahmed al-Shara, el líder del HTS que abandonó su nombre de guerra Abu Mohammad al-Jolani después de llegar al poder.
"Si actúan como dictadores, la gente está dispuesta a decir que no, porque ahora tiene libertad", sentenció.
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