Vicente, el niño de 5 años que todos los días iza la bandera y canta el Himno antes de ir al jardín

Todos los días, antes de salir al jardín, Vicente Baca, de cinco años, camina hacia la vereda de su casa, donde tiene un mástil. Ahí ata una enorme bandera argentina y la iza, cantando el Himno. Detrás, sus padres lo acompañan. "Es la bandera que más me gusta, la nuestra", cuenta.

En las fechas patrias, antes de asistir al acto en la escuela, convoca a sus tíos y familiares para izarla y tener una ceremonia íntima, en la vereda. "El día que más me gusta es el 25 de mayo", confiesa. Sabe leer y escribir y vive en el solitario pueblo de Ochandio (Partido de San Cayetano), en el sudeste de la provincia de Buenos Aires.

Sólo 60 habitantes viven en el pueblo de Vicente. Las actividades se hacen caminando, es una localidad pequeña en donde todos se conocen. El amor de este niño por el símbolo patrio lo ha vuelto popular en su comarca, pero ha trascendido.

Ochandio está a 200 kilómetros de Mar del Plata, y desde la Base Naval de la ciudad balnearia, los marinos se enteraron de la acción del niño y le obsequiaron una bandera. "A los cuatro años comenzó a cantar el himno y a izar una pequeña bandera en el picaporte de la puerta", cuenta su madre, María Quintas. "Lo hacía todos los días y mi cuñado le hizo el mástil", agrega.

Su vereda, como todas en pueblos como Ochandio, es una parcela grande de pasto. Frente al mástil de Vicente, se ve el horizonte interminable, seco y arenoso, típico de la tierra que tiene al mar cerca. Los vecinos, antes de las 13, lo oyen cantando el Himno, en soledad. Luego de hacerlo, su madre lo lleva caminando al jardín de infantes, a pocos metros de su casa. En el pueblo hay una escuela secundaria. "Vicente vio que la bandera estaba rota por el viento y me preguntó si cuando cobrara podríamos comprarle una nueva. Lo hicimos", afirma María. Hace unas semanas, Vicente le llevó la flamante bandera a la escuela.

"Además de querer a la bandera, se interesa por muchas cosas, lee mucho", dice Mirna Castellanos, la directora del jardín Sagrado Corazón de Jesús. Todos los días le da clases. En la sala son 6 alumnos. "Nosotras podemos dedicarle mucho tiempo a cada niño, pero queremos demostrar que al jardín no se viene solo a jugar, sino también a aprender valores y respeto por nuestros símbolos patrios", afirma. "Los días que tenemos actos, Vicente iza la bandera y canta el himno, por supuesto", agrega.

En su casa valoran la iniciativa del niño. "Le permitimos siempre que él lo haga, cuando lo vemos izar la bandera antes de ir al jardín, nos sentimos muy orgullosos", cuenta su padre Juan José. No tienen Internet, y Vicente apenas ve la tele. "Le gusta ver la Patrulla Canina", cuenta su madre. También ve los programas de preguntas y respuestas como ¿Quién quiere ser millonario?

Luego, sus horas las pasa jugando en el patio o en las calles del pueblo, donde puede andar solo. "Cuando sea grande quiero ser dentista", afirma el niño, camino al jardín. "Nos asombra la seriedad con la que hace todo esto", dice su madre.

La bandera queda alta en la vereda de su casa, flameando fuerte por el viento seco e intenso, propio de esta región. Es una referencia del pueblo. Cuando regresa, la baja hasta el día siguiente, y una vez más vuelve a salir de su casa para izarla, cantando el himno nacional.