Vicente Fox cae aún más bajo con Yordi Rosado y pensamos que eso era imposible

Vicente Fox durante una conferencia en 2017. (JOHAN ORDONEZ/AFP via Getty Images)
Vicente Fox durante una conferencia en 2017. (JOHAN ORDONEZ/AFP via Getty Images)

Vicente Fox es un meme andante. Tal cual. En Twitter, no hay quien lo tome en serio, sobre todo cuando le da por confundir la bandera de México con la de Senegal, o cuando demuestra que una persona con faltas de ortografía bochornosas puede ser director de Coca-Cola para Latinoamérica. Su entrevista con Yordi Rosado confirmó lo que siempre se supo: Fox era un "showman" que jugaba a ser presidente. Y lo disfrutó tanto que sus anécdotas parecen importar más que sus actos. Así es la vida en la sociedad del espectáculo.

Si ahora podemos lamentar la existencia de los Samuel García de turno, tendríamos que voltear al pasado para tener claro de dónde viene esa manera tribunera de hacer política. Vicente Fox era un orador simpático, dicharachero, que en cierto modo cumplió uno de los propósitos que recordó en su charla con Rosado: desmitificar la política. Pero Fox no entendió que su desmitificación incluyó, y así sucede siempre, un proceso de banalización. La estadía de Fox en Los Pinos se convirtió en un programa cómico que sigue siendo rentable hasta el día de hoy, cual refrito de televisión abierta.

Dicen que los expresidentes nunca se acostumbran a la abstinencia de fama. Quizá algunos nombres recientes en México contradicen esta tesis, principalmente los de bandera tricolor, pues Salinas de Gortari, Zedillo y Peña Nieto optaron por la discreción mediática. Fox y Calderón, en cambio, han preferido seguir haciendo política desde Twitter, el refugio perfecto donde el único riesgo es recibir insultos anónimos. No hay nada que perder para los experimentados políticos que piensan que a todo México les importa saber lo que opinan y lo que se tendría que hacer mejor en la nación que ellos gobernaron con la bandera de la alternancia y del cambio verdadero. Como ahora, pero en color azul.

La entrevista de Yordi estuvo repleta de preguntas a modo. Y así tenía que ser. Sería absurdo pensar en algo diferente. Fox fue abordado por las mismas cuestiones ambientales que Rosado le puede aplicar a cualquiera de sus invitados: cómo pasó de ser repartidor de refrescos a ejecutivo de primera línea; cómo conquistó a Martha Sahagún y qué tan difícil es ser presidente, disyuntiva a la que Fox tenía una respuesta muy clara: “No es muy complicado”, dijo sobre la tarea de gobernar a un país.

Hasta se dio tiempo de llamar “mitos” a las acusaciones de corrupción que pesan sobre los hermanos Bribiesca, hijos de Martha Sahagún, por el caso de Oceanografía, que mereció una investigación del Congreso entre 2005 y 2006. La conclusión de la comisión de la Cámara de Diputados fue clara: había elementos contra los hermanos por tráfico de influencias, información privilegiada, dudoso origen de los recursos económicos empleados y delitos fiscales. Fox, en ese entonces, dijo que eran calumnias y hasta solicitó una disculpa pública. Ese fue el único tema “incómodo” que llegó a asomarse en la entrevista de Yordi.

Fox posando para una foto en el Centro Fox, ubicado en el estado de Guanajuato. (Brett Gundlock/ Boreal Collective for The Washington Post via Getty Images)
Fox posando para una foto en el Centro Fox, ubicado en el estado de Guanajuato. (Brett Gundlock/ Boreal Collective for The Washington Post via Getty Images)

Al final del día, la vida del expresidente Fox se parece mucho a la vida de los grandes artistas o deportistas: no importa cuántos escándalos hayan protagonizado durante toda su carrera, ni tampoco lo despreciable hayan llegado a ser algunos actos, todo se olvida (o al menos se matiza) con el paso de los años. Y como colofón, Yordi eligió el camino más obvio: la romantización de la vida “complicada” que tuvo el exmandatario. Ay qué difícil debe haber sido estudiar en la Ibero con botas y pantalones vaqueros. No cabe duda de que Dios le da las peores batallas a sus mejores guerreros.

La palabra de moda que tanto gusta en esta época, resiliencia, siempre está presente en este tipo de entrevistas. El mensaje desmitifica, como a Fox le gusta, la complejidad de la vida: todo se puede lograr mientras le eches ganas. Según Fox y Yordi, si una persona se pone como meta llegar a la presidencia de la República, lo puede hacer. Solamente tiene que soñarlo, faltaba más. Parece un mensaje de libro de autoayuda, pero no, lo dijeron un expresidente de México y el entrevistador más popular del país.

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