'La versión de Miami de la magia': Un deslumbrante parque temático navideño

Nieve falsa en el Bosque Encantado de Santa Claus en Medley, Florida, el 11 de diciembre de 2022. (Scott McIntyre/The New York Times)
Nieve falsa en el Bosque Encantado de Santa Claus en Medley, Florida, el 11 de diciembre de 2022. (Scott McIntyre/The New York Times)

MEDLEY, Florida — Nieve falsa sopla sobre un terreno de grava para recibir a los visitantes en una de las tradiciones navideñas más perdurables del sur de Florida. Tras un túnel de cegadoras luces de colores, los dioramas celebran las fiestas con un toque subtropical: Papá Noel en moto acuática. Papá Noel en un barco de pesca. Papá Noel surfista.

Los vendedores de comida ofrecen bistec de picanha brasileño y churros de dulce de leche. Por los altavoces suena “All I Want for Christmas Is You” en español. Un árbol artificial de 30 metros se ilumina al ritmo de canciones de reguetón y trap latino.

Es el Bosque Encantado de Santa, la interpretación miamense de la Navidad en Estados Unidos.

Desde hace 39 años, a varios kilómetros de South Beach y la mayoría de las atracciones turísticas de Miami, el parque estacional conocido simplemente como Santa’s ha sido uno de los pilares de las fiestas navideñas. Aunque ahora se encuentra en su tercera ubicación en cuatro años luego de que expiró su contrato de arrendamiento —y ahora el bosque encantado son árboles que han tenido que traer en camión—, sus luces estridentes y su kitsch retro siguen simbolizando la Navidad para muchos de los habitantes de clase trabajadora de la región. Muchos son inmigrantes; algunos nunca han visto nieve de verdad ni han podido permitirse unas vacaciones en Disney.

“En Cuba, no había Navidad”, contó GiGi Diaz, de 37 años, quien inmigró a Miami en su infancia y ha visitado Santa’s casi todos los años desde entonces. “Yo nunca había visto un árbol de Navidad. Aprendí el concepto de Santa Claus cuando tenía 10 años”.

Cuando estaba en la preparatoria, ella y otras chicas en un grupo de danza grabaron una cancion para Santa’s que siguen tocando en la radio durante la temporada navideña. Ahora, lleva a estudiantes de la academia de baile que tiene para que actúen en el parque temático. “Es un lugar donde puedes ser niño otra vez”, expresó Diaz.

En una ciudad poco interesada en las tradiciones, Santa’s se ha convertido en una referencia cultural a la que los adultos que acudían cuando eran adolescentes traen ahora a sus hijos y los vendedores se encargan de los puestos que antes dirigían sus padres.

Karly Calvo, encargada del quiosco de fotos con Santa Claus y de algunos puestos de comida que su padre regentó durante 37 años, se pinta la cara en el Bosque Encantado de Santa Claus en Medley, Florida, el 9 de diciembre de 2022. (Scott McIntyre/The New York Times)
Karly Calvo, encargada del quiosco de fotos con Santa Claus y de algunos puestos de comida que su padre regentó durante 37 años, se pinta la cara en el Bosque Encantado de Santa Claus en Medley, Florida, el 9 de diciembre de 2022. (Scott McIntyre/The New York Times)

“Recuerdo tener 3 años y entrar corriendo para que me pintaran la cara”, contó Karly Calvo, de 28 años, cuyo padre, Carlos, regentaba el quiosco de fotos con Santa Claus y varios puestos de comida durante 37 años. Tras su muerte en abril, ella se hizo cargo.

“Mucha gente que no conozco se me acerca todo el tiempo: ‘¡Tu papá estaba aquí cuando yo era niño!’”, dijo. “A veces sí siento que está aquí conmigo en espíritu”.

Le siguen pintando la cara casi todos los días durante los dos meses al año que Santa’s está abierto.

“Ok, linda”, Jackie Jorge, maquillista, le dijo a Calvo mientras le daba los toques finales a su brillo con un hisopo una tarde de viernes reciente. “Uno, dos, tres: ¡hermosa!”.

En una mesa de pícnic cercana, la familia Leon, que había llegado temprano para evitar las aglomeraciones, se preparaba para regresar a casa.

Jendry Leon, de 33 años, había ido con su esposa, madre e hijo de 12 años, David, un amante de las banderillas y la rueda de la fortuna. “Venimos todos los años”, afirmó Leon.

“Veníamos cuando él era niño”, la madre de Leon, Milagros Rumbaut, de 55 años, agregó.

“Decíamos: ‘OK, es Navidad. ¡Hora de ir a Santa’s!’”, recordó Leon.

Hace poco tuve la osadía de enfrentarme al tráfico de la autopista Palmetto para visitar Santa’s. Confieso que fue por primera vez, pues no sé cómo había logrado evitarlo cuando estudiaba en la Universidad de Miami. Quería entender por qué era tan querido por amigos y conocidos que rara vez faltan a esta cita anual y qué decía esa lealtad sobre la cultura de Miami.

“Parece una locura llamar ‘cultura’ al Bosque Encantado de Santa”, dice Alex Fumero, de 40 años, un productor de cine y televisión de Miami que hace una década aludió al parque temático en un video titulado “12 días de Navidad en Miami”. (“El décimo día de Navidad, Abuela me dio / 10 dólares de descuento en Santa’s”).

“La gente sabe que hay cubanos y latinos”, explicó Fumero, que ahora vive en Los Ángeles. “Pero en realidad no saben que también existe esta cultura de segunda generación autóctona de Miami que es el resultado de toda esta inmigración latinoamericana”.

Como otros criados en Miami, Fumero creció hablando inglés al menos la mitad del tiempo, pero a menudo se le escapa el español (“No sabía que tenía acento hasta que me fui”, comentó) y ha adoptado tanto las costumbres tradicionales de las fiestas estadounidenses como el estilo más pomposo del sur de Florida.

Santa’s lo conjunta todo: “Hay un Santa Claus, árboles de Navidad y luces, pero también una atracción Avalanche que va hacia atrás a toda velocidad y en la que ponen a todo volumen música cachonda”.

“He buscado un Santa’s aquí en Los Ángeles”, añadió, un poco desolado. “Pero no hay”.

Otros diciembres pasados tuve la intención de ir a Santa’s, pero nunca fui. Luego, a principios de 2020, expiró el contrato de arrendamiento de Santa’s en su sede de toda la vida, Tropical Park, que se firmó por primera vez en 1992. El propietario, el condado de Miami-Dade, no lo renovó. La pandemia de coronavirus mantuvo Santa’s cerrado y me preocupé de que hubiera perdido mi oportunidad.

Santa’s regresó el año pasado, pero su nueva sede en la ciudad de Hialeah, al noroeste de Miami, con una población muy cubana, estaba tan abarrotada que las filas para entrar eran de dos horas. El estacionamiento, de máxima importancia para los habitantes del sur de Florida, era una pesadilla.

Este año, el parque temático se encuentra en otro enclave: un terreno de 16 hectáreas en Medley, una ciudad industrial cercana al Aeropuerto Internacional de Miami. El estacionamiento no es un problema, pero el “bosque” que lleva su nombre, una evocación de los muchos árboles altos de Tropical Park, ha desaparecido.

“Pasabas por allí y era como la versión de Miami de la magia”, dice Billy Corben, un director de documentales cuyos abuelos judíos eran amigos del fundador judío de Santa’s, Jerry A. Shechtman. Shechtman murió en 1995; su hijo Steven es ahora el propietario y dirige la empresa con su hermano Brian.

Cuando los primos de Corben los visitaban durante las fiestas, tres generaciones iban en caravana a Santa’s, donde habían encontrado una ruta estratégica para visitar sus puestos de comida y atracciones favoritos.

Las fajitas de Santa’s eran tan buenas, cuenta Corben, que una vez intentó comprar algunas desde el costado de la autopista, por la valla de Tropical Park. Ward Deal, que atiende el puesto de Viva la Fajita, me contó que muchos de sus clientes devotos intentaron hacer lo mismo en la sede vieja de Santa.

“La gente me envía correos electrónicos para saber si estoy aquí y averiguar si deben conseguir un pase de temporada”, dijo. “Veo generaciones de niños que venían en carriolas y ahora están aquí con sus propias familias”. (La fajita de pollo con guacamole no me defraudó).

Corben dijo que ir a Santa’s “se sentía como algo puro”.

“Era capitalismo al desnudo”, reconoció. (Las entradas de 9 a 64 años cuestan 42,99 dólares cada una). “Pero también me parecía algo benévolo. Nos hicieron un regalo de Navidad”.

Hace una pausa.

“Quizá vayamos este año”, dice.

© 2022 The New York Times Company