Así EEUU debe vencer el virus y salvar la economía este otoño

NEW YORK, NEW YORK - AUGUST 21: People wearing masks walk through Union Square's farmers market as the city continues Phase 4 of re-opening following restrictions imposed to slow the spread of coronavirus on August 21, 2020 in New York City. The fourth phase allows outdoor arts and entertainment, sporting events without fans and media production. (Photo by Alexi Rosenfeld/Getty Images)
El uso de mascarillas debería ser obligatorio en todo EEUU para evitar la propagación del virus (Foto: Alexi Rosenfeld/Getty Images)

(Bloomberg) -- Este verano, Estados Unidos una vez más no logró controlar la pandemia de coronavirus. Este debería ser motivo de gran vergüenza nacional, dado que incluso países tan afectados como Italia y el Reino Unido han logrado controlar el virus de manera mucho más efectiva. El brote en EE.UU. sigue propagándose rápidamente, con decenas de miles de nuevos casos diarios y alrededor de 1.000 muertes cada día. Como consecuencia, la economía se está viendo muy afectada, ya que las personas se quedan en sus hogares por temor al virus.

Pero este otoño, EE.UU. tendrá otra oportunidad. Y gracias a la nueva tecnología para realizar pruebas, sus probabilidades de vencer al covid-19 y comenzar una recuperación económica podrían ser mejores esta vez, si tan solo pudiera reunir la voluntad política y la competencia gubernamental necesarias.

El primer paso para vencer la pandemia es exigir el uso de mascarillas en espacios públicos. Está demostrado científica y empíricamente que utilizar mascarillas es una forma efectiva de frenar la propagación del coronavirus, pero algunos estadounidenses aún se niegan a cumplir con su deber y usar mascarillas en público. El mandato nacional que ordena el uso de mascarillas es inmensamente popular, ya que más de 8 de cada 10 estadounidenses lo apoyan. Pero los estados y las ciudades deberían emitir sus propios mandatos y no esperar que el Gobierno Federal lo haga.

En segundo lugar, todo el país debería participar en un programa de confinamiento por segmentos específicos. Los bares, los comedores interiores, las fiestas en casa y otros eventos que generan contacto prolongado en interiores deberían prohibirse. Las empresas que se ven afectadas por esas prohibiciones deberían recibir rescates durante la pandemia.

Los centros de educación superior también deben mantener a los estudiantes lejos de los campus durante el otoño. Muchas de estas instituciones, desesperadas por no perder sus ingresos y prominencia, han permitido a los estudiantes regresar a sus residencias y reanudar las clases presenciales a pesar de los ya conocidos riesgos. Un ejemplo de una medida fríamente inescrupulosa: un administrador de la Universidad de Yale advirtió a los estudiantes que deben “estar preparados emocionalmente para contagios generalizados —y posiblemente muertes— en nuestra comunidad”. Como era de esperar, esto provocó un aumento inmediato en los casos de covid-19 tras los festejos y sociabilización de los estudiantes. Los alumnos deben ser retirados inmediatamente de los campus, puestos en cuarentena durante dos semanas para evitar contagiar a otros y retomar las clases por Zoom.

Junto con todas estas medidas, EE.UU. necesita desesperadamente mejorar su capacidad para detectar el coronavirus. Al comienzo de la pandemia, la Administración de Alimentos y Medicamentos y los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades cometieron graves errores en la implementación de pruebas generalizadas. Con el tiempo, la situación pareció mejorar, y las pruebas se incrementaron para llegar a cerca de 800.000 por día en julio.

Pero esas impresionantes cifras no contaban toda la historia. La mayoría de las pruebas en EE.UU. son manejadas por laboratorios privados que envían las muestras a instalaciones de procesamiento centralizadas. Eso lleva mucho tiempo, lo que significa que las personas esperan una semana o más para recibir sus resultados. La demora se ve exacerbada por la escasez de reactivos químicos y otros materiales necesarios para las pruebas, lo que a su vez es consecuencia de la negativa de la administración Trump a implementar un programa nacional para la realización de pruebas. La entrega de resultados tras una semana sirve para informar a las personas si se han contagiado, pero no sirve para la mayoría de los otros fines.

Específicamente, el retraso en las pruebas no ayuda a contener el virus a través del rastreo de contactos. La estrategia de “prueba y rastreo” se basa en poder contactar rápidamente a la gente que ha estado expuesta a una persona contagiada y decirles que se aíslen. Pero un resultado atrasado significa que, para cuando un rastreador de contactos se comunica con una persona contagiada, esa persona ya ha estado propagando el virus durante días.

Afortunadamente, es posible que ahora estén disponibles soluciones tecnológicas al problema de la demora en la entrega de resultados de las pruebas. Una opción son las pruebas de antígeno, que están listas en cerca de una hora en lugar de una semana. Otra alternativa son las pruebas de saliva, que simplemente requieren que alguien escupa en un papel. Las pruebas de saliva son mucho más baratas y pueden entregar los resultados mucho más rápido que una prueba típica de muestra nasal. Las pruebas de antígeno fueron autorizadas por la FDA originalmente en mayo, y las pruebas de saliva recibieron la autorización hace poco.

La preocupación en torno a estas pruebas es su precisión. Ambos tipos de pruebas rápidas son menos precisas que las lentas pruebas de muestra nasal, lo que significa que si la prueba es negativa, hay una pequeña pero real posibilidad de que la persona sí pueda estar contagiada. Las pruebas de saliva, por ejemplo, captan las infecciones solo en aproximadamente 90% de las veces. Las personas que dan positivo en una prueba de antígeno o saliva probablemente quieran confirmar su diagnóstico con una prueba tradicional más lenta.

Pero las pruebas de antígeno y saliva pueden ser extremadamente efectivas para el rastreo de contactos. Incluso una precisión de 90% es lo suficientemente buena como para identificar a la mayoría de las personas que han estado expuestas a través del contacto personal.

El bajísimo costo de las pruebas de saliva también podría hacer factible la realización de pruebas generalizadas. Los trabajadores esenciales y la población vulnerable, como los ancianos, podrían someterse a pruebas literalmente todos los días, lo que reduce la necesidad de rastrear contactos y permite contener los brotes de virus de forma muy rápida.

Finalmente, las pruebas rápidas facilitarán la realización de ensayos clínicos para tratamientos contra el covid-19. Tratamientos como los anticuerpos monoclonales son muy prometedores como posibles curas para el coronavirus, y podrían estar disponibles antes que una vacuna. Pero los ensayos para estas terapias se han retrasado por la lentitud del proceso de realización de pruebas en EE.UU.; los voluntarios deben tomar el medicamento a los pocos días de haberse contagiado, por lo que, si las pruebas no pueden analizarse a tiempo, no son elegibles. Las pruebas rápidas podrían resolver ese problema si las agencias reguladoras lo permiten.

Si el comportamiento pasado sirve como referencia, es poco probable que la administración Trump implemente un programa nacional para realizar pruebas rápidas de forma generalizada. Pero ahora que la FDA ha autorizado dichas pruebas, los Gobiernos estatales y las organizaciones filantrópicas aún pueden hacer todo lo posible para que todos los estadounidenses puedan acceder a ellas. No hay mejor esperanza para detener el virus este otoño.

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Nota Original:How to Beat the Virus and Save the Economy This Fall: Noah Smith

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