“Venían a matarnos”: el crudo recuerdo de una familia argentina que vivió la pesadilla de la irrupción de Hamas en su casa

"Fue peor que una película de terror, fue una pesadilla", contó Guido Kohan, de 24 años,
"Fue peor que una película de terror, fue una pesadilla", contó Guido Kohan, de 24 años,

El 7 de octubre pasado, el día en que el grupo terrorista Hamas atacó ferozmente Israel, Mariel Scladman estaba en la cocina de su casa, en el kibutz Ein Hashlosha, a tres kilómetros de Gaza, cuando a través de la ventana vio a un conjunto de hombres que pertenecían a esa organización islámica. Estaban vestidos con su uniforme, llevaban su bandana verde característica y gritaban en árabe.

En ese instante, corrió hacia el refugio de su hogar, donde sus hijos, Mia, de 16 años, y Guido, de 24, y su esposo, Sergio Kohan, de 58, estaban resguardados porque las sirenas habían sonado unos minutos antes.

En mensajes en los grupos de WhatsApp que la familia compartía con sus vecinos habían alertado que terroristas de Hamas se habían infiltrado en los primeros Kibutz. Pero los Kohan jamás esperaron que iban a irrumpir en el jardín de su hogar y mucho menos que después iban a entrar por la puerta principal.

En el refugio, todos permanecieron en silencio por varios minutos hasta que pasó lo que Guido describió a LA NACIÓN como una pesadilla: “Sabíamos que terroristas se habían infiltrado y los militares nos pidieron que cerremos las puertas de nuestras casas. Pero ellos ya estaban en el patio trasero. Fue ahí cuando hicimos un profundo silencio y apagamos los celulares. Fue peor que una película de terror, fue una pesadilla. Los militares nos habían dicho que esperáramos, que la ayuda estuviera en camino”.

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Fueron 15 minutos en los que estuvieron sin hablar y sin hacer ruido, mientras rezaban para que los terroristas no entraran. Pero lo más temido ocurrió: rompieron un vidrio e ingresaron, mientras disparaban y gritaban en árabe.

“Nosotros sabíamos que venían a matarnos. No hay otra explicación. No lograba entender su idioma, pero claramente venían a matar a mi familia y a mí”, expresó Guido.

Fueron 40 minutos en los que los terroristas destrozaron el hogar, prendieron fuego a algunas partes de la casa e intentaron entrar al refugio. Entre los cuatro movieron el ropero contra la puerta para estar más protegidos.

La puerta del refugio recibió varios disparos por parte de los terroristas cuando intentaron ingresar
La puerta del refugio recibió varios disparos por parte de los terroristas cuando intentaron ingresar

“Nosotros llamamos a los servicios de emergencia desesperadamente para alertar sobre la situación. Vivimos una pesadilla que no le deseo a nadie, y que jamás imaginé vivir, no creo que nadie imagine algo así”, dijo el joven que estudia Ciencias Políticas en la Universidad Ben-Gurion, en la ciudad de Beerseba.

En un momento los ruidos se dejaron de escuchar, pero el miedo a que los terroristas estuvieran afuera era tan profundo que se quedaron resguardados durante doce horas. Allí estuvieron sin agua, sin comida e improvisando la forma de hacer sus necesidades.

Así quedó la casa de la familia Kohan luego de la irrupción de Hamas
Así quedó la casa de la familia Kohan luego de la irrupción de Hamas

La alarmas habían parado, pero se escuchaban tiros y gritos. Además había olor a quemado: habían incendiado muchas de las casas de los kibutz.

En un momento empezaron a tocar la ventana del refugio, porque la habitación del refugio da hacia afuera, empezaron a golpearla y se escuchaban voces que afirmaban ser la policía: ‘Somos el ejército, ábranos, ábranos, ábranos’”, recordó Guido.

Pero la familia no confiaba, no quería abrirle a nadie porque había mensajes en los grupos que alertaban sobre posibles engaños por parte de los terroristas haciéndose pasar por militares israelíes.

Después de varios idas y vueltas, su padre, Sergio, le pidió a los soldados que reciten el Shemá Israel (Oye Israel), un rezo que solo los judíos conocen de memoria. “Ellos lo recitaron con el acento en hebreo, con la voz totalmente quebrada de emoción. En ese momento mi papá decidió abrir la ventana del refugio y vio que efectivamente eran soldados que venían a salvarnos”, contó emocionado.

Cuando salieron del refugio se saludaron con los soldados, se abrazaron, pero también les recriminaron haber tardado tanto en llegar al rescate: “En esas situaciones, uno pasa por tantos sentimientos que no sabe lo que dice”, confesó.

Y agregó: “Nos enteramos también que muchos vecinos fueron asesinados y no corrieron con la misma suerte que nosotros. Nuestra vecina Silvia [Mirensky] murió asfixiada porque le prendieron fuego su casa”. Ella también era argentina y tenía 80 años

La casa de Silvia Mirensky
La casa de Silvia Mirensky

“Fue muy feo ver todo eso, sangre en las paredes, gente muerta, vecinos a los que conocíamos mucho, heridos, nuestro hogar destruido. Yo le pedí a mi hermana menor que mire para abajo porque todo fue muy fuerte. Todavía no podemos procesar lo que vivimos y lo que está sucediendo”, afirmó Guido.

Pocos minutos después de haber sido rescatados, los habitantes del kibutz armaron sus valijas y se subieron a sus autos.

Salimos en caravana, todos los que teníamos autos viajamos en ellos; los que no, sobre todo personas mayores que no se podían escapar por sus propios medios, fueron subidas a un camión blindado con soldados acostados en la esquina del camión con armas. Fue así cómo nos evacuaron, nos evacuaron escoltados por el mismo ejército y llegamos a la ciudad de Eilat, a 160 kilómetros de casa”, contó.

Hoy, Guido y su familia viven en un hotel junto a otros vecinos del mismo kibutz.

En el hotel, los refugiados tratan de vivir la vida en comunidad tal cual lo hacían en el kibutz
En el hotel, los refugiados tratan de vivir la vida en comunidad tal cual lo hacían en el kibutz

“Mi mamá es maestra jardinera y acá da clases en una carpa grande. Niños de entre 1 y 5 años tienen clases como si fuera en un jardín de infantes común, pero con menos cantidad de horas”, describió. Su padre y él trabajan a distancia, pero menos horas: “Nos sirve también para desconectar y distraernos un rato de todo lo que estamos viviendo”, reconoció.

Los más chicos tienen algunas horas de clases recreativas por día
Los más chicos tienen algunas horas de clases recreativas por día

Además contó que Mariel fue maestra de Ariel Bibas, de cinco años, y Kfir, de nueve meses, los hermanos que fueron secuestrados junto a su madre Shiri Silberman por Hamas cuando ingresó al kibutz Nir Oz.

Según contó Guido, entre las personas se comenta que la situación va a seguir así durante cuatro o seis meses: “Las fiestas ya sabemos que las vamos a pasar acá, pero esperamos que no falte mucho para volver a casa y poder vivir en comunidad como antes, tener un poco de verde”.

Ahora esperan la reconstrucción del kibutz en el que vivían: “No sé cuanto falta para esto, pero espero que sea pronto”.