Unidos por el amor, divididos por la política

Algunas parejas con posturas políticas opuestas ya quieren que acaben las elecciones. (Lucas Burtin/The New York Times)
Algunas parejas con posturas políticas opuestas ya quieren que acaben las elecciones. (Lucas Burtin/The New York Times)

En las elecciones presidenciales de 2024, Karl Lenker votará por el expresidente Donald Trump. Su novia desde hace una década, Jan Lewin, votará por la vicepresidenta Kamala Harris.

Por eso, a Lewin, de 67 años, no le gustó la taza de Biden y Harris con la leyenda “Tonto y retonta” que su pareja compró para su café matutino. Tampoco le gustó el papel higiénico con la cara del presidente Joe Biden que él puso en el cuarto de baño de su apartamento de Atlanta (Lewin tomó represalias y lo cambió por papel higiénico con temática de Trump).

Lenker, de 74 años y autodenominado “republicano libertario”, no se contiene a la hora de hablar de política. Cree que Harris es una marioneta utilizada para impulsar una agenda de “izquierda liberal” que califica de “insensata”.

“No todos los demócratas son estúpidos”, dijo Lenker. “Pero todos los estúpidos votan por los demócratas”.

Lewin trata de no engancharse con las burlas de Lenker, pero puede ser igualmente contundente: “Trato de no atacar a Trump a menos que esté haciendo algo tan estúpido que no pueda evitarlo”, afirmó.

Lenker y Lewin no son la única pareja que discute sobre ideología política en vísperas de unas elecciones presidenciales históricamente reñidas. Según estimaciones recientes, aproximadamente un tercio de las parejas no comparten una afiliación política, y para las verdaderas parejas divididas (el 6 por ciento o menos de los matrimonios son entre un demócrata y un republicano) este puede ser un “momento difícil”, señaló Cynthia Peacock, profesora adjunta de estudios de comunicación en la Universidad de Alabama, que investiga las relaciones políticamente dispares.

Las investigaciones de Peacock han revelado que las personas que mantienen este tipo de relaciones tienden a declarar niveles de satisfacción ligeramente inferiores a los de quienes comparten los mismos puntos de vista que su pareja. “Las actitudes políticas no son como las opiniones que tenemos sobre nuestras películas o comidas favoritas”, explicó. “Están ligadas a nuestra moral, a nuestra identidad, a cosas que consideramos muy profundas y personales”.

Su investigación sugiere que las diferencias ideológicas pueden tener menos importancia en la satisfacción de la relación que el modo en que las parejas se enfrentan al hablar de ellas. “Si se pelean más y esas peleas son cada vez más intensas y desagradables, eso es lo que está dañando la relación”, aseguró. “No necesariamente la diferencia de posturas políticas”.

Centrarse en valores compartidos

Jim Davis, de 75 años, ha aprendido que una de las mejores cosas que puede hacer por su relación es simplemente no hablar de política con su pareja desde hace 50 años, Michele Weiner-Davis.

Cuando la pareja se conoció en la década de 1970, Davis era “antisistema y liberal”, pero se ha vuelto cada vez más conservador, según su esposa. Pero ni siquiera en eso coinciden. Davis dijo que desde hace tiempo tiene una “personalidad antiélite”, pero se describió a sí mismo como “entre libertario y conservador”.

La pareja vive en Boulder, Colorado, que normalmente se inclina hacia los demócratas, “así que cuando soy lo bastante valiente para decirle a la gente que estoy casada con alguien con creencias políticas diferentes, casi se quedan boquiabiertos”, dijo Weiner-Davis riendo.

Pero Weiner-Davis es una terapeuta de parejas que a menudo ayuda a sus pacientes a superar sus diferencias políticas y ha aprendido a dar prioridad a lo que ella y su marido tienen en común —sobre todo, un profundo amor por sus hijos y nietos— y a guardar relativo silencio sobre su política.

“Hace tiempo decidí que tenemos derecho a ser diferentes”, comentó. “Cuando la gente se mete realmente en problemas es cuando intenta convencerse mutuamente de las virtudes de sus posturas, como hicimos nosotros al principio”.

Separando a la pareja del partido

Aunque la política puede llegar a consumirlo todo antes de unas elecciones presidenciales, la mayoría de la gente simplemente no sigue la política de forma sistemática, afirmó Peacock, lo que significa que no afecta la dinámica de sus relaciones en el día a día.

Pero, ¿qué ocurre cuando eso cambia?

Thomas Moran, de 60 años, que se define como un “demócrata centrista” de Las Vegas, lleva casado más de 20 años. Durante la mayor parte de su matrimonio, la política nunca fue un tema demasiado importante. Pero en los últimos cinco años, más o menos, su mujer se ha convertido en una ávida consumidora de Fox News, cuyas opiniones políticas divergen mucho de las suyas (la esposa de Moran declinó ser entrevistada).

“Nos queremos mucho y nos apoyamos mutuamente en todos los aspectos, excepto en este”, dijo.

Así que hacen concesiones. “Digamos que lo ponemos en una caja y lo hacemos a un lado”, dijo Moran. Su mujer ve los telediarios en el dormitorio de invitados; él se reserva el consumo de noticias políticas.

Evitar las discusiones políticas es una forma de proceder, pero no la única, según los expertos.

Las parejas pueden no tener muchas oportunidades para hablar de política con eficacia en el entorno político actual, explicó Elizabeth Earnshaw, que es terapeuta matrimonial y familiar certificada y autora de “‘Til Stress Do Us Part” (que podría traducirse como “hasta que el estrés nos separe”).

“La gente no está hablando de manera sana ni positiva sobre sus diferencias”, dijo. “A menudo hay desprecio, críticas y acusaciones”.

El objetivo es poder decir: “Quiero saber por qué esto es importante para ti”, dijo, y encontrar un terreno común. Sin embargo, si las diferencias políticas se basan en valores fundamentalmente distintos, a las parejas les resultará más difícil superarlas y puede ser un buen motivo para poner fin a una relación, explicó.

Lenker dice que su relación funciona porque él y su novia se esfuerzan más por debatir que por discutir.

“La regla número uno es esta: Jan y yo nos negamos a permitir que las diferencias políticas abran una grieta en nuestra relación personal”, dijo.

A menudo Lewin acaba diciéndole a su novio: “¡Basta de política!”, comentó. “Y él capta el mensaje”.

Aun así, no es perfecto.

“Ya sabes, si no estoy de buen humor y de verdad quiero hacerlo enojar, le digo lo idiota que es por creer en esas cosas”, concluyó.

c.2024 The New York Times Company