Una recepción fría para el hombre del Presidente
Juan Arvizu
CIUDAD DE MÉXICO, julio 13 (EL UNIVERSAL).- Es el hombre del Presidente en el PRI. Enrique Ochoa Reza entra al Auditorio “Plutarco Elías Calles”, cómodo esta tarde para el ritual en el que asume la cabeza del partido en el poder, acompañado por los secretarios de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, y Educación Pública, Aurelio Nuño, y es recibido con aplausos de cortesía de un público que en ningún momento elevará la temperatura del lugar, y en las primeras filas compartirá butaca con más secretarios del gabinete que gobernadores.
Relevo necesario, por la renuncia de Manlio Fabio Beltrones, un líder que el día de su entronización atrajo grupos de militantes y simpatizantes, en tal número que en la entrada de Insurgentes Norte era difícil abrirse paso y dentro del auditorio la temperatura semejaba un sauna.
La tarde de este martes se siente el aire acondicionado fresco. Entre la primera fila y el presídium ha sido colocada una muralla de macetas, y en la parte más alta hay espacios disponibles. Minutos antes de las 18:00 horas se abre el acceso a periodistas, que echan de menos el área que suelen ocupar los gobernadores, destinada a personalidades invitadas.
Los que saben que entrar a los grandes eventos del priísmo requiere de llegar a buena hora, tienen tiempo para saludarse, entre ellos están los ex presidentes Humberto Roque Villanueva, Fernando Ortiz Arana y José Antonio González Fernández, Adolfo Lugo Verduzco, Jorge de la Vega Domínguez, Roberto Madrazo Pintado y María de los Ángeles Moreno, quienes serán testigos de la inauguración de la nueva etapa.
Frío, el auditorio de las pasiones, de los duelos y los festejos, el lugar más intenso del partido en el poder, esta tarde de verano, desprovisto de grandes multitudes, y de los implementos de los mítines de esta casa —cencerros, matracas, batucadas—, responde lento a las invitaciones del maestro de ceremonias.
En otros tiempos, casi sólo el público gritaba porras. Su bullicio era música que preparaba los ánimos que se volvían propicios para recibir al dirigente nacional y su séquito de acompañantes. Esta vez, el maestro de ceremonias va solo en sus llamados a desbordar entusiasmo. Grita y muy pocos reaccionan con él.
Varios gobernadores han venido, como Mariano González Zarur (Tlaxcala), Carlos Lozano de la Torre (Aguascalientes), Alejandro Moreno (Campeche), Claudia Pavlovich (Sonora), Jorge Herrera Caldera (Durango), y han llegado más integrantes del gabinete, como José Antonio Meade (Sedesol), Ildefonso Guajardo (Economía), Gerardo Ruiz Esparza (SCT), Claudia Ruiz Massieu (SRE), Enrique de la Madrid (Turismo), David Penchyna (Infonavit) y José Reyes Baeza (ISSSTE).
El senador Emilio Gamboa, el diputado César Camacho, Cristina Díaz (CNC), Carlos Aceves del Olmo (CTM), Manuel Cota (CNC), como todos, escuchan expectantes una inusual intervención de una ex presidenta del partido, María de los Ángeles Moreno Uriegas, quien con rostro triste habla: “Soy priísta de corazón y me duelen los descalabros electorales”. Lamenta que antes de la reflexión por lo ocurrido el 5 de junio, sobrevenga la asunción de un nuevo presidente. Y en ese minuto de una hora que pinta desabrida, el suspenso sube hasta un pico. El rostro triste de María de los Ángeles Moreno Uriegas atrapa la atención general. Dice que espera que el nuevo presidente “adquiera la experiencia política que se necesita”, y anuncia que votará a favor de Enrique Ochoa Reza, “e invito a todos a hacer lo mismo, por la unidad del PRI”.
Moreno Uriegas camina a su lugar en la primera fila, y se acerca a ella Ochoa Reza para saludarla.
Sigue el rito de entronización. Rubén Escajeda, de la Comisión de Procesos Internos, lee un dictamen que declara al “ciudadano militante”, Ochoa Reza, “aspirante adecuado”, “único”, y a mano alzada es votado por unanimidad. A las 18:45 es declarado electo, y es ungido.
“Sí, protesto”, dice.
El nuevo presidente del PRI reconoce a su antecesor Manlio Fabio Beltrones. El clímax llega cuando dice que “el mayor activo del PRI es el presidente Enrique Peña Nieto”. Uno de los signos vitales de este partido, que es sonoro y se mide con el aplausómetro, se enciende, por el hombre que llevó de regreso al PRI a Los Pinos. Todos de pie.
“Les pido una oportunidad; permítanme ganarme su confianza”, y su grito de que “¡Viva el PRI!”, sólo una parte lo sigue.