Un padre bajo investigación por defender a sus hijos de un abusón
Como padre es suficientemente difícil enviar a los hijos a la escuela, pero imagina lo que se puede sentir si al salir de la escuela han sido víctimas de acoso escolar hasta el punto de terminar en un hospital.
Esta es la situación en la que se vio inmerso Christopher Cooper cuando se decidió a enfrentar al acosador de sus hijos.
Hace un año, este padre galés de 37 años cambió a sus hijos a una nueva escuela en la que han sido víctimas de acoso por parte de un estudiante.
“Él y su padilla tiraron a Millie al suelo y la rodearon dándole patadas en las costillas. Trastornada, se quitó las gafas para secarse las lágrimas. La respuesta de los abusadores fue decirle a un niño más pequeño que pisase las gafas. Las rompió”, eso dijo Cooper en un post de Facebook.
Luego pasa a describir el acoso a ambos niños: entre otros incidentes, describe uno en el que su hijo de nueve años fue agredido en una tienda cercana a la escuela, y otro en el que también fue golpeado hasta que le rompieron un brazo. De hecho, tuvo que ser intervenido quirúrgicamente. Además, en parte debido a que el primer incidente quedó impune, durante una fiesta en la escuela a su hija le dieron puñetazos y patadas y le vertieron bebidas encima.
Braiden en el hospital con un brazo roto (Facebook / Christopher Cooper).
“Ambos se han visto afectados desde el punto de vista emocional, hasta tal punto que Millie está atravesando un trastorno alimentario y Braiden se hace el enfermo para no ir a la escuela”.
Cuando Cooper se dirigió a la escuela para abordar la situación, le dijeron que no se podía hacer nada porque los primeros incidentes se habían producido fuera del recinto escolar. Después se dirigió a ver a los padres del abusador, pero ellos le amenazaron con poner una denuncia en su contra por ir a su casa.
“Como padre, todo esto me ha destrozado: he visto cómo cambiaban su personalidad, cómo disminuían sus ganas de ir a la escuela, he visto a mi hijo con miedo antes de dormirse al ser operado, y todo esto junto a la falta de apoyo tanto de la policía de Cumbria como de la escuela North Walney para tratar de forma eficaz este caso de abusos, que no se limita a mis hijos, ya que lo hacen con otros alumnos de la escuela”.
Millie, de 11 años, posa con agentes de la Policía de Nueva York en Times Square durante un viaje reciente a la ciudad (Facebook / Christopher Cooper).
Ante tal sentimiento de importancia, hizo lo único que le quedaba por hacer: fue junto a su hija a hablar con el abusón.
“Voy a ser plenamente sincero: le dije [a mi hija] que lo empotrase contra la valla, le diese un rodillazo en sus partes íntimas y le dijese que no volviese a tocarla nunca más. Tristemente ella no lo hizo porque temía las represalias por parte de ‘su pandilla’. En lugar de eso me dejó enfrentarlo a mí, le dije que dejase tranquilos a mis hijos o que se atuviese a las consecuencias. No lo toqué, a decir verdad no lo amenacé. Aunque confiaba en que hacía lo correcto, ahora no estoy seguro. El resultado: actualmente estoy siendo investigado por la policía y me arriesgo a echar a perder mi carrera”.
Cooper ya ha sacado a los niños de la escuela en un intento por protegerlos de esos abusos. Su post en Facebook es una petición de ayuda para lidiar con esta difícil situación.
“Por favor, compartan esto y publíquenlo donde quieran. Quizás alguien de la escuela primaria North Walney, del departamento de educación de Cumbria, de la Ofstead (encargada de la normativa en materia educativa), o incluso de la policía de Cumbria, decida sentarse, escucharme y proteger a mis hijos. Lo único que queremos es seguridad para que nuestros hijos puedan disfrutar de su educación y de su infancia”.