El ultimátum de Elon Musk desata una ola de renuncias y acelera la crisis en Twitter

El explosivo estilo gerencial de Elon Musk en Twitter ha mermado las filas de los ingenieros de software que mantienen en funcionamiento la plataforma
El explosivo estilo gerencial de Elon Musk en Twitter ha mermado las filas de los ingenieros de software que mantienen en funcionamiento la plataforma

WASHINGTON.- Otra semana, otro vendaval. La historia de Elon Musk y Twitter ofreció un nuevo nivel de intensidad, y le agregó otra dosis de incertidumbre al futuro de la red social. El magnate le dio un ultimátum a los empleados de la empresa que desató un éxodo de la compañía, y después comenzó a rehabilitar cuentas suspendidas, dando los primeros pasos para cumplir con su promesa de abrir la plataforma y aligerar las restricciones a favor de la libertad de expresión, un giro controvertido que encuentra resistencia política.

Cientos de empleados renunciaron el jueves después de que Musk enviara un correo electrónico a toda la compañía con una elección: o se comprometían a un nuevo Twitter 2.0 “extremadamente exigente”, o aceptaban un paquete de compensación. “Esto implicará trabajar largas horas a alta intensidad”, dijo Musk, según revelaron medios norteamericanos. “Solo un desempeño excepcional constituirá un aprobado”, agregó. Musk puso una hora para aceptar la oferta: las 17, hora del este de Estados Unidos.

La respuesta de muchos empleados se vio, como era de esperarse, en Twitter: saludos y mensajes de despedida, algunos con una dosis de sarcasmo. Uno de los trabajadores, Matt Miller, subió un video que filmó junto con un grupo de trabajadores en el que hacen una cuenta regresiva hasta la hora fijada por Musk para aceptar su oferta. “Todos estamos por ser despedidos. He estado acá, nueve años y medio”, dice, antes de comenzar la cuenta regresiva. Una cuenta, @dmofengineering, publicó ese video junto con varios otros mensajes de despedida de la compañía.

“Mis amigos se han ido, se avecina una tormenta y no hay ningún incentivo económico. ¿Qué harías?”, tuiteó Peter Clowes un ingeniero que rechazó el ultimátum de Musk. Etiquetas como #TwitterMigration, o “MigraciónTwitter”, se volvieron tendencia.

Las primeras estimaciones internas de la compañía indicaban al menos 1200 renuncias, pero el número final era una incógnita. La empresa ya había reducido su planta de 7500 a 3700 empleados por un recorte draconiano ordenado por Musk. El magnate envió un correo desesperado: “Cualquiera que sepa escribir software, por favor repórtese al 10º piso a las 2 PM hoy”, indicaba, según The New York Times.

Pese a la ola de renuncias, Musk se mostró tranquilo. “Los mejores se quedan, así que no estoy superpreocupado”, escribió en Twitter.

Pero la nueva crisis interna de la plataforma dejó un hilo de dudas acerca de cuál es la fuerza laboral real que queda en pie en la compañía, y si el brutal recorte del 50% en la planta que decidió Musk apenas tomó el control de la empresa sumado a estas últimas salidas no han dejado a la red social vulnerable, y ante un serio riesgo de enfrentar un colapso. Al cierre del jueves, Musk volvió a celebrar a través de su cuenta que la red había tenido otro récord de uso.

“¿Qué debería hacer Twitter próximamente?”, tuiteó este viernes.

Una compra complicada

Musk está bajo la lupa desde que asumió la conducción de Twitter al comprarla por 44.000 millones de dólares en una de las adquisiciones más controvertidas de los últimos años, con un enorme impacto político. Su primera semana en la empresa ya había sido caótica. La compra dejó a Musk bajo una enorme presión financiera. Los analistas han colocado el valor de la empresa más cerca de los 25.000 millones de dólares, muy por debajo del precio que pagaron Musk y sus inversores.

Los cálculos privados indican que Musk deberá pagar alrededor de 1000 millones de dólares solo en pagos de intereses anuales. Musk, dueño de SpaceX y Tesla, tomó préstamos por alrededor de 13.000 millones de dólares, que deberán ser devueltos por Twitter, y no por él.

Apremiado por recortar las pérdidas de la red social y pagar su costosa compra, Musk recortó a la mitad la planta de empleados con despidos que recorrieron la red social y el mundo. La ola de despidos incluyó también el cierre temporal de todas las oficinas, y la suspensión del acceso de todas las credenciales.

Una de las movidas que más ruido generó fue la decisión de Musk de comenzar a cobrar ocho dólares al mes por la suscripción de “Twitter Blue”, que le brinda a los usuarios el tilde azul distintivo de las cuentas verificadas. Musk anunció que el lanzamiento de ese nuevo servicio quedó postergado para fines de noviembre. Y siguió adelante con sus planes de rehabilitar cuentas suspendidas por haber publicado mensajes que violaban las reglas de contenidos de la empresa. Musk dejó latente la decisión más esperada: la cuenta del expresidente Donald Trump.

Musk dio así los primeros pasos para cumplir con su promesa de implementar una moderación más ligera en la plataforma para permitir una mayor libertad de expresión con la esperanza de que eso atraiga más usuarios. Pero organizaciones civiles han hecho la advertencia que eso puede llevar a que prolifere el discurso de odio, el racismo y la violencia. Una de las cuentas rehabilitadas fue The Babylon Bee, un sitio satírico conservador. “La decisión sobre Trump no fue tomada aún”, dijo Musk, estirando el suspenso.