Tyson Fury, el gigante del boxeo que volvió a la vida y se va querido y adorado
La retención del campeonato mundial pesado del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) del inglés Tyson Fury (120 kg) con un soberbio uppercut derecho a la mandíbula de su compatriota Dillan Whyte (114.000 kg), a los 2′59s del sexto round en una reunión magnánima efectuada en el Wembley Arena de Londres ante 94.000 espectadores, se convirtió en un disparador esencial sobre cómo describir a esta disciplina cuando se desarrolla en su máxima expresión. Potenciada por factores externos como la opulencia, el drama, la sospecha y el dinero, que lo convierten en un espectáculo colosal. Inigualable. En algo especial y totalmente ajeno a lo conocido como deporte convencional.
El match fue manejado por Fury a su antojo ante un retador opaco. Aprovechando su alcance de 2,06 metros y colocando golpes de apertura que decantaban lo que iba a ocurrir: la llegada del KO. Y así fue, en una maniobra de dos movimientos tan simples como artesanales: izquierda recta y un uppercut diestro preciso que desmoronó a Whyte en cámara lenta y sin retorno, justificando la cuenta de 10s por parte de Mark Lyson, el referí inglés que por pasajes perdió el control de los boxeadores en el ring. Por momento, los cabezazos y los codazos amenazaron con frustrar este desafío.
Fury, de 33 años, con 32 victorias (23 KO) y un empate, culminó esta fiesta pugilística a su manera. Cantando junto a la masa de aficionados que lo vivaba eufóricamente. Volvió a declarar, con más intensidad, lo que anticipó en la última semana: su retiro del cuadrilátero. Aunque no fue tajante ni convincente. Dijo al respecto: “Creo ha sido mi última pelea. Se lo prometí a Paris, mi esposa. Son muchos años en este trabajo. Pero quería tener mi último combate ante mi gente, ante toda Inglaterra y frente a un guerrero auténtico como Dillan Whyte”.
“¡Claro!, este fue el mejor golpe de mi carrera. Y las mejorías en estos uppercut es mérito del trabajo de mi entrenador, Sugar Hill Steward, para mí, el mejor del mundo, que me dio muchas cosas y me convirtió en uno de los mejores pesos pesados de la historia. Eso es lo que soy”.
En torno al marco imponente y la escenografía del evento, Fury, dijo lo siguiente: “¿Qué más podemos hacer? Llenamos el Wembley Arena y fue una fiesta inglesa, para todos los ingleses y la vieron en el mundo. Sería lo ideal terminar de esa manera y eso es lo que tengo pensado”.
Convertido en una de las dos atracciones máximas en la industria del boxeo junto al mexicano Saúl “Canelo” Álvarez, a Fury sólo le queda una asignatura pendiente en su carrera: medirse con el vencedor del pleito entre el ucraniano Olex Usyk, campeón pesado (FIB-AMB-OMB) y el extitular inglés Anthony Joshua, quienes combatirán, probablemente, en septiembre próximo. Y esto le permitiría lucir todos los cinturones de la categoría.
Mas allá de su imponencia, sólo superada por el excampeón mundial ruso Nicolai Valuev, con 2,13 metros de altura, ahora deberá aflorar su inteligencia y su sinceridad para saber si aún mantiene encendido el fuego interior para continuar en este oficio tras esta estupenda victoria.
El “recital” de Fury
A @Tyson_Fury fight night doesn't end without a sing-along! 🎶
Wembley Stadium is an absolute scene! 🏟#FuryWhyte | BT Sport Box Office ▶️ https://t.co/b0uV32C1tB pic.twitter.com/lNCSua69cl— #FuryWhyte | Saturday | BT Sport Box Office 🥊 (@BTSportBoxing) April 23, 2022
Todo salió a pedido del show. Los celulares y sus luces de emergencia dieron vida a un paisaje imborrable en un recinto soñado para el pugilismo. Nadie se movió de su butaca pese a la traición de una llovizna inesperada. El campeón cobró 29.538.000 millones de dólares y el retador 7.384.000 millones; el ring-side cobijó a las personalidades más “buscadas” de la Gran Bretaña y hasta se convirtió en tribuna política difundiendo un mensaje de Wladimir Klitschko, desde la pantalla principal, pidiendo no olvidar en tiempos de guerra a su Ucrania querida.
Los principales pasajes y el KO
Pudo ser la última noche en el ring de un gigante altruista de Manchester que emergió de un inferno personal en modo increíble y admirable. Con una fórmula basada en voluntad, esfuerzo y amor, volvió a la vida con un cambio rotundo. Siendo querido y adorado. Siendo otra persona, con sus KO y sus buenas acciones. Sobre todo, porque supo salir del fango cuando ya nadie creía en él, allá por 2016.