Turquía y Rusia se involucran en delicadas maniobras sobre Siria tras caída de Assad
La rápida caída del presidente sirio Bashar Assad ha desencadenado una nueva ronda de delicadas maniobras geopolíticas entre el mandatario ruso Vladímir Putin y su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan.
Con el polvo todavía no asentado tras los asombrosos acontecimientos en Damasco, el resultado por ahora parece favorecer a Ankara, que respaldó a los rebeldes victoriosos, mientras que Moscú sufrió un duro golpe a su influencia internacional.
“En el juego de zares contra sultanes, esto va sultanes 1 y zares 0”, afirmó Soner Cagaptay, director del Programa de Investigación Turca en el Instituto Washington para la Política en Oriente Próximo, un grupo de expertos centrado en el análisis e investigación para informar la política de Estados Unidos en la región. “Lejos de ser aliados, Turquía y Rusia son competidores. Y en este caso, Turquía ha aventajado a Rusia”.
La caída del régimen de Assad abre otro capítulo en la compleja relación entre Putin y Erdogan, con amplias implicaciones no sólo para Siria sino también para Ucrania —y los vínculos de los dos líderes con Washington.
Rusia y Turquía comparten intereses económicos y de seguridad, además de una intensa rivalidad. La relación personal entre Putin y Erdogan a menudo los muestra elogiarse mutuamente, incluso cuando compiten por ganancias políticas y económicas.
“Actualmente sólo quedan dos líderes en el mundo: estoy yo y está Vladímir Putin”, dijo Erdogan recientemente, lo que refleja el respeto por el líder del Kremlin. Putin, a su vez, ha elogiado a menudo la destreza política de Erdogan.
Conflictos y acuerdos
Rusia y Turquía respaldaron bandos opuestos en la guerra civil de Siria que comenzó en 2011, lo que los puso en curso de colisión. Las tensiones aumentaron cuando un jet de combate turco derribó un avión de guerra ruso cerca de la frontera entre Turquía y Siria en noviembre de 2015, poco después que Moscú lanzara su campaña aérea para apoyar a Assad.
El Kremlin respondió con amplias sanciones económicas que pusieron freno a las importaciones turcas, expulsaron a las empresas turcas del lucrativo mercado ruso y cortaron el flujo de turistas rusos a los centros turísticos de Turquía.
Ante el enorme daño económico, Erdogan se disculpó meses más tarde. Poco después, Putin lo apoyó firmemente cuando enfrentó un intento de golpe militar en julio de 2016, lo que ayudó a mejorar sus lazos rápidamente. En 2018, Moscú y Ankara negociaron un acuerdo de alto al fuego y desescalada para la provincia de Idlib —en el noroeste de Siria, en la frontera con Turquía—, controlada por los rebeldes, y buscaron anclar el acuerdo, violado con frecuencia, con acuerdos de seguimiento en los años siguientes.
Pero incluso mientras cooperaban en Siria, Moscú y Ankara también competían por influencia en Libia, donde Rusia apoyó a las fuerzas leales al comandante militar Khalifa Hifter, mientras que Turquía respaldó a sus enemigos con base en Trípoli. Turquía también buscó agresivamente incrementar su influencia en las ex naciones soviéticas de Asia Central, en competencia con Rusia y China.
En 2020, Moscú se retiró cuando Azerbaiyán, aliado de Turquía, derrotó a las fuerzas de etnia armenia en la lucha por la región separatista de Karabaj. Aunque Armenia albergaba una base militar rusa, el Kremlin ha sostenido un acto de equilibrio delicado para tratar de mantener una conexión cercana tanto con Azerbaiyán como con Turquía.
A pesar de que sus intereses políticos a menudo chocaban, los lazos económicos prosperaron: Rusia impulsó las exportaciones de gas natural a Turquía a través de un gasoducto en el Mar Negro, construyó la primera planta nuclear de Turquía y proporcionó al miembro de la OTAN sistemas avanzados de defensa aérea —para consternación de Washington—.
Relaciones durante la guerra en Ucrania
Los lazos con Turquía se volvieron aún más importantes para Putin después que invadió Ucrania en 2022, el mayor conflicto de Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Occidente respondió con sanciones económicas que expulsaron a Rusia de la mayoría de los mercados occidentales, restringieron su acceso al sistema financiero internacional, cerraron rutas de transporte y detuvieron las exportaciones de tecnologías clave. Turquía, que no se sumó a las sanciones, se ha convertido en la puerta de entrada clave de Rusia a los mercados globales, lo que ha fortalecido la posición de Erdogan en las negociaciones con Putin.
Si bien Turquía respaldó la integridad territorial de Ucrania y suministró armas a Kiev, Erdogan adoptó la postura de Putin al acusar a Estados Unidos y a la OTAN de fomentar el conflicto. Putin ha elogiado a Erdogan por ofrecerse a mediar para llegar a un acuerdo.
En marzo de 2022, Turquía fue sede de las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania en Estambul que fracasaron rápidamente, y tanto Putin como Erdogan culparon a Occidente de ello.
Más tarde ese año, Ankara aunó esfuerzos con Naciones Unidas para negociar un acuerdo que abrió la puerta a las exportaciones de granos ucranianos desde sus puertos del Mar Negro —un acuerdo que ayudó a reducir los precios mundiales de los alimentos antes de que se viniera abajo al año siguiente.
El acto de equilibrio de Turquía en Ucrania está motivado por su dependencia del enorme mercado ruso, los suministros de gas natural y el flujo de turistas.
El enfoque de Rusia en Ucrania ha erosionado su peso en regiones donde Turquía y otros actores han tratado de aprovechar la debilitada influencia de Moscú.
En septiembre de 2023, Azerbaiyán recuperó el control de todo Karabaj en un ataque de un día, mientras las fuerzas de paz rusas en la región se mantuvieron al margen. Eso dañó los lazos de Rusia con Armenia, que se ha desplazado cada vez más hacia Occidente.
El enfoque renovado de Moscú en Siria
Concentrada en Ucrania, a Rusia le quedaban pocos recursos disponibles para Siria en el momento en que Hezbollah retiró a sus combatientes en medio de la guerra con Israel y el apoyo iraní a Assad se debilitó también.
Rusia intentó patrocinar las conversaciones para normalizar las relaciones entre Turquía y Siria, pero Assad las bloqueó y se negó a cualquier compromiso.
La intransigencia de Assad ayudó a desencadenar la ofensiva de la oposición respaldada por Turquía en noviembre. El ejército sirio, desmoralizado y sin fondos suficientes, se desmoronó rápidamente, lo que permitió a los rebeldes arrasar el país y capturar Damasco, la capital.
Incluso mientras ofrecía asilo a Assad y su familia, Rusia se ha puesto en contacto con los nuevos líderes de Siria en busca de garantizar la seguridad de sus tropas que aún están allí y extender los arrendamientos de sus bases navales y aéreas.
En su conferencia de prensa anual del jueves, Putin dijo que Rusia ofreció a los nuevos líderes de Siria utilizar las bases para la entrega de ayuda humanitaria, y sugirió que Moscú podría ofrecer otros incentivos.
Si bien la caída de Assad es un duro golpe para Rusia, algunos creen que Moscú podría navegar en este entorno rápidamente cambiante para retener al menos algo de influencia.
“Las fuerzas de oposición de Siria entienden bien que el futuro del país es incierto”, dijo en un comentario Nikolay Kozhanov, consultor asociado del programa Rusia y Eurasia de Chatham House —un grupo de expertos sin fines de lucro que analiza los principales asuntos internacionales, con sede en Londres. “Quieren a Rusia, si no como un amigo, al menos como una parte neutral”.
También señaló que “el objetivo principal de Moscú será mantener al menos un nivel mínimo de influencia a través de una presencia militar, por ejemplo, en sus bases existentes, o a través de contactos con otros actores regionales, como Turquía”.
Cagaptay refirió que, si bien a Turquía le gustaría ver el fin de la presencia militar de Rusia en Siria, la posición de Ankara dependerá de cómo evolucionen las relaciones con Washington.
“Si vemos un reinicio en las relaciones entre Estados Unidos y Turquía, donde Turquía crea que puede apoyarse cómodamente en Estados Unidos contra Rusia, puedo ver a Erdogan adoptando un tono más bullicioso frente a Putin”, dijo. Pero si Estados Unidos mantiene su alianza con los kurdos y se opone al esfuerzo de Turquía de hacer retroceder a los combatientes kurdos en el noreste de Siria, “Ankara podría decidir que necesita seguir equilibrando intereses con todos los bandos como lo ha hecho durante aproximadamente una década”, agregó Cagaptay.
Putin señaló que Rusia entiende los motivos de Turquía para asegurar sus fronteras, pero también advirtió que los kurdos podrían ofrecer una fuerte resistencia si son atacados.
Emre Ersen, un experto en Rusia de la Universidad de Mármara, en Estambul, también señaló que, si bien la caída de Assad disminuirá la influencia de Moscú, “la relación entre Turquía y Rusia no se verá devastada por los acontecimientos en Siria”.
“Obviamente, todavía tienen que acercarse entre sí respecto a la crisis en Ucrania, pero también porque tienen relaciones económicas muy importantes”, sostuvo Ersen, y añadió que podría esperarse que Erdogan busque más concesiones de Rusia en asuntos energéticos y comerciales.
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Suzan Fraser contribuyó a este despacho desde Ankara, Turquía.