Trump cuenta con amplio apoyo en las zonas rurales, pero no le bastaría para reelegirse en 2020

La presidencia de Donald Trump ha estado plagada de controversias, escándalos y confrontaciones desde su mismo comienzo, a un grado que ha sido considerado inédito en la historia reciente de Estados Unidos. Y aunque Trump nunca ha gozado de elevados niveles de popularidad (sus índices de aprobación han tenido su tope en torno al 45% y con frecuencia han caído debajo del 40%, de acuerdo a Gallup), sí posee un apoyo sustantivo de un amplio grupo de votantes en el que Trump continuamente se apuntala y al que continuamente se refiere y retroalimenta en su discurso político.

Las pasadas elecciones intermedias del 6 de noviembre, aunque Trump no estuvo en las boletas de votación, fueron en buena medida un referendo de la gestión y las actitudes del presidente. Y sus resultados fueron una lectura sobre la popularidad o impopularidad de su figura de cara a los estadounidenses: legisladores republicanos en numerosos distritos urbanos y suburbanos fueron desplazados por retadores demócratas y fue en las contiendas del Senado en varios estados clave donde los republicanos, y el propio presidente, que apostó su acción a ello, lograron importantes triunfos, que a la postre compensaron su debacle en la Cámara de Representantes. Esos triunfos, y otros, se apuntalaron en el voto rural, donde Trump tiene un muy amplio respaldo.

Donald Trump cuenta con un intenso apoyo de la derecha radical y de una amplia mayoría de los votantes en zonas rurales de Estados Unidos. (Reuters)
Donald Trump cuenta con un intenso apoyo de la derecha radical y de una amplia mayoría de los votantes en zonas rurales de Estados Unidos. (Reuters)

Es por ello que, como se comenta en FiveThirtyEight, la dicotomía entre el apoyo y el rechazo a Trump en buena medida se refleja en la división entre las comunidades rurales y las urbanas estadounidenses.

Según encuestas recientes citadas por FiveThirtyEight, Trump goza de muy alta popularidad entre los habitantes de las zonas rurales de Estados Unidos: 61% de aprobación y 26% de desaprobación, según un estudio de Selzer & Co., y 62% de aprobación y 35% de desaprobación en la encuesta de Investor’s Business Daily/TIPP.

En cambio, en las áreas urbanas su aprobación es de solo 31% (con 59% de rechazo) en el primero de los estudios y 27% (con 67% de desaprobación) en el segundo.

Y son los habitantes de zonas suburbanas los que resultan claves en la balanza y en las pasadas elecciones legislativas fueron decisivos en triunfos demócratas en varios distritos de la Cámara de Representantes. En esas comunidades la aprobación de Trump fue del 41% y 32% (50% y 60% de rechazo, respectivamente) en las mencionadas encuestas.

Este último factor es de enorme significado de cara al futuro, sobre todo con miras a las elecciones de 2020, donde Trump buscará la reelección. En 2018 los republicanos lograron incrementar en dos escaños su bancada en el Senado, lo que fue una victoria muy importante, y en buena medida el voto rural fue decisivo para arrebatarle a los demócratas el escaño en Dakota del Norte, Indiana y Missouri. También habría sido el caso de Florida, pues si bien los demócratas en la elección de senador ganaron por amplio margen en los grandes condados urbanos (Miami-Dade, Broward, Palm Beach, Orange), el voto rural fue sustantivamente favorable al candidato del Partido Republicano, avalado por Trump, y eso al final contribuyó a la victoria republicana.

Esa división se constató también en Texas. El aspirante demócrata logró amplias victorias en las grandes ciudades (Austin, Dallas, El Paso, Fort Worth, Houston, San Antonio), pero el senador Ted Cruz (que aunque tuvo una corrosiva rivalidad con Trump en la primaria republicana de 2016 tuvo su aval para lograr la reelección) logró suficientes votos en las áreas rurales y suburbanas para mantener su escaño.

Así, Trump, sus candidatos afines y su plataforma cuentan aún con enormes apoyos, concentrados poderosamente en las áreas rurales pero con una oposición mayoritaria en las grandes ciudades y en ciertas áreas suburbanas. Incluso, por ejemplo, en Tennessee, un estado ampliamente conservador y que eligió en noviembre a un gobernador y un senador republicanos, los demócratas lograron amplias victorias en las ciudades de Memphis y Nashville, pero fueron superados ampliamente en el resto del estado, con márgenes muy amplios favorables a los republicanos en las regiones rurales.

Todo ello es una expresión de las hondas diferencias que existen y se han ido incrementando entre las poblaciones urbanas y las rurales en Estados Unidos. La filiación política de los estadounidenses que viven en las zonas rurales, y su proclividad a apoyar a Trump, es solo una de sus dimensiones, aunque ciertamente es de relevancia. Según una encuesta del Centro Pew, 54% de los votantes en zonas rurales se consideran republicanos y el 38% demócratas, situación que se invierte a 31% y 62% en las áreas urbanas. Significativamente, muy amplias mayorías de unos y otros creen que el resto no entiende sus problemas.

En todo caso, también existe una amplia convicción, más aguda en las zonas rurales pero también mayoritaria en las urbanas, de que las comunidades en pueblos pequeños y el campo no reciben el apoyo del gobierno federal que les corresponde, y esa percepción de injusticia tendría parte que ver con el apoyo amplio a Trump, que ha sido percibido como una persona ajena al establishment y cuyas políticas y narrativas se hacen eco de reclamos y agravios de los estadounidenses que viven en las regiones rurales.

O al menos en parte, porque en lo económico las tarifas impuestas por Trump a importaciones extranjeras se han traducido en tarifas de represalia contra algunos productos agrícolas estadounidenses, lo que ha afectado en cierta medida a muchos de los seguidores más fieles de Trump.

The urban-suburban-rural divide extends to politics and perspectives
The urban-suburban-rural divide extends to politics and perspectives

En ese sentido, la brecha entre las poblaciones urbanas y rurales tiene otras expresiones que también tienen relación con el apoyo de las segundas a Trump. Por ejemplo, de acuerdo al Centro Pew, quienes viven en las zonas rurales (una amplia mayoría de ellos anglosajones) consideran muy importante la diversidad étnica y racial solo en 17%, cifra que es 30% entre los que viven en áreas urbanas. Este elemento es clave, si se le añaden componentes (con frecuencia controversiales) en lo económico y lo político, del apoyo a la política antiinmigrante del actual gobierno que se registra, medida por el voto, en las áreas rurales.

Al final, la gran pregunta es cuál es la perspectiva electoral de Trump en 2020 si se considera que, de acuerdo a los datos de la elección de 2018, sus apoyos mayores están en lo rural, con oposición mayoritaria en las zonas urbanas y un rechazo creciente en las suburbanas. Su actual discurso polarizante, sus políticas públicas y sus constantes escándalos no resultan propicios para atraerse a los votantes urbanos y suburbanos en grandes proporciones, si bien es cierto que a escala de una elección presidencial el voto de los indecisos y de los republicanos moderados no necesariamente se comportará como en 2018 y el factor de quién será el candidato presidencial demócrata que rete a Trump, todavía una incógnita, es otro factor mayúsculo.

Sea como sea, Trump necesita de los votantes urbanos para reelegirse y la gran pregunta, aún sin respuesta, es si moderará su discurso y sus acciones para atraerlos o si se mantendrá en su tónica actual, que resulta muy atractiva a la derecha radical pero no sería suficiente para garantizarle su permanencia en la Casa Blanca. Por lo que Trump ha mostrado hasta ahora, resulta poco probable que dé un giro y lo previsible (aunque con él ha sido todo sorpresa y estridencia) es que se mantenga e incluso agudice sus actuales posiciones, lo que deja entrever que el camino de aquí a las elecciones de 2020 podría ser muy espinoso.

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