Se puede triunfar en Hialeah sin arroz y frijoles. Este restaurante francés es la mejor prueba

Cuando nadie pensaba que Hialeah podía tener un restaurante francés, Sandy Sánchez y su esposo, el chef Benoit Rablat, se atrevieron. En un centro comercial medio escondido, en el este de Hialeah, abrieron La Fresa Francesa en el 2015. Y desde entonces se pueden degustar platos gourmet inspirados en la cocina de la familia de Rablat, nacido en París y con un amor por la gastronomía del sur de Francia, donde vivió con una tía.

También se pueden encontrar platos que tienen un sabor tan tropical como la guayaba, que cristalizó en el pastelito de Foie Gras y guayaba, con una mermelada muy fresca de Redland, la zona agrícola de Miami-Dade. El toque distintivo es el foie gras que llega de Canadá, proveniente de una granja que trata a los animales con compasión, indica Sandy.

“Cuando se lo sugerí a Benoit le dio un ataque al corazón”, cuenta Sandy. “Le traje pastelitos de diferentes bakerys, y luego de probarlos, se dio cuenta de que era una buena idea. El pastel de guayaba, algo dulce, viene muy bien con el foie gras. En Francia este se come con una mermelada de cebolla dulce”.

Pastelito de Foie Gras y guayaba de La Fresa Francesa, en Hialeah. Jose A. Iglesias/jiglesias@elnuevoherald.com
Pastelito de Foie Gras y guayaba de La Fresa Francesa, en Hialeah. Jose A. Iglesias/jiglesias@elnuevoherald.com

El foie gras se sella en una sartén y el pastelito lo tostamos en el horno, cuenta Sandy sobre la preparación de este plato, hecho para el paladar miamense, que adora la guayaba. “Arriba le ponemos pistachos tostados, y no se sirve una porción grande porque si no empalaga”.

Quién dice que la cocina francesa y la cubana no se parecen

Sandy nació en Hialeah y creció rodeada de comida. Su preparación no le era ajena porque su familia hacía cantinas. Así que cuando comparte la receta del plato de Conejo a la mostaza que ofrece La Fresa Francesa no le extraña que esta reportera le diga que se le parece, en el paladar de su memoria afectiva, al que comía en El Conejito, un restaurante del Vedado, que no solo la traslada a los días especiales en que su familia salía a celebrar un cumpleaños en La Habana, sino a la cocina de un tío en Canarias, que hacía un Conejo en salmorejo de “muerte lenta”, como decimos los cubanos cuando algo sabe buenísimo.

“El conejo a la mostaza lo sazonamos con una Dijon muy buena, y toma un sabor picantico. Después lo asamos con bacon, cebolla, y mucho vino blanco, como un fricasé”, dice sobre una manera de cocinar que también recuerda los domingos en familia en la Cuba de antes de 1959.

Lapin a la Moutarde o conejo en fricasé con mostaza Dijon, en el restaurante La Fresa Francesa, fiel a la cocina francesa en Hialeah. Jose A. Iglesias/jiglesias@elnuevoherald.com
Lapin a la Moutarde o conejo en fricasé con mostaza Dijon, en el restaurante La Fresa Francesa, fiel a la cocina francesa en Hialeah. Jose A. Iglesias/jiglesias@elnuevoherald.com

Otro plato que según Sandy une la cocina francesa y la cubana es el Oxtail Tarte Flambée, que lleva el rabo encendido a otro nivel. La carne de cola de buey, como le dicen en otros países de Latinoamérica, es un plato muy gourmet y a la vez muy casero.

En la versión de Benoit, se hace un hojaldre ligero flambleado que sirve de base al rabo, que queda muy suave, y que para nosotros, miamenses de Ropa Vieja y Vaca Frita, parece como si esos dos platos hubieran salido de fiesta, y luego de una noche de baile, regresarán agotados pero felices. Esa es la emoción que dejan el hojaldre, la carne de rabo y el chile Fresno, que tiene un sabor más afrutado y ahumado que el jalapeño.

Un restaurante de Montmartre con ambiente familiar de Hialeah

La Fresa Francesa se ha sumado a la moda de los murales en Miami, y en la pared exterior del restaurante, una chica rubia de ojos grande se come un chocolate, como anuncio de que estás llegando a territorio gourmet.

Afuera, unas cuantas mesitas, protegidas con sombrillas, adelantan el ambiente relajado que se encuentra en el interior del restaurante, que ha ido creciendo desde su fundación y ahora tiene 40 mesas.

“A cada rato me dejan una vajilla de regalo”, dice Sandy sobre el aporte de sus clientes, que se sienten identificados con el restaurante y prefieren que el legado familiar continúe activo en uno de sus lugares preferidos.

La decoración tiene carácter porque se hizo con cuadros y detalles de segunda mano, comprados en thrift shops y en tiendas de antigüedades locales. La imaginación te traslada a un bistro francés, pero todo tiene un aire familiar. No te obliga a vestirte elegante para compartir una cena con amigos. Tampoco hay que pelear por un estacionamiento como en South Beach, el downtown o Coconut Grove.

El espacio también es territorio libre de reggaeton. Puede que escuches a Nicolas Godin en Les rues de Paris, porque la música también está concebida para que los comensales la disfruten muy al fondo, suave, como complemento de los platos y vinos, pero sin quitarles protagonismo.

La decoración de La Fresa Francesa te hace sentir como en casa, con música suave en francés que no interrumpe el disfrute de los platos. Jose A. Iglesias/jiglesias@elnuevoherald.com
La decoración de La Fresa Francesa te hace sentir como en casa, con música suave en francés que no interrumpe el disfrute de los platos. Jose A. Iglesias/jiglesias@elnuevoherald.com

Unos mejillones con blue cheese y vino blanco, que se sirven con pan, para mojar en la salsa, como si estuvieras en casa, o las bolitas de papa que vienen con caviar y huevas de salmón en una crema que se hace con pimienta española –y que viene de los vascos, especifica Sandy– son los platos que provocan a los seguidores de La Fresa Francesa a venir desde Kendall, Pinecrest y Coral Gables.

“A Benoit le gusta la simplicidad, no le gusta que un plato tenga 40 ingredientes, para lucirse”, dice Sandy. “Prefiere que lo que brille en el plato sean los ingredientes frescos y la calidad”.

La meta del chef es mantener la tradición, por eso no hace juegos de luces con la “espumita ni las punticas” para adornar los platos, dice Sandy.

Todos esos aspectos son los que hacen que La Fresa Francesa esté incluida en la lista de The Top 50 Places to Eat in Miami”, de Yelp.

Historia de triunfos de un francés en Estados Unidos

Hialeah se hubiera quedado sin disfrutar de esta comida francesa si Benoit no hubiera soñado con emigrar a Estados Unidos y si luego no hubiera conocido en Los Angeles a Sandy, que se mudó para California para desarrollar su carrera de actriz.

“Me mudé para Los Angeles para seguir mi carrera, pero como tantas actrices, empecé a trabajar en restaurantes”, cuenta Sandy, indicando que en determinado momento le interesaba más el mundo de la comida que el de la actuación.

“Si un viernes por la noche me hubieras preguntado si quería ir a ver una obra de teatro o a un nuevo restaurante, te hubiera respondido que al restaurante”, recuerda Sandy, que se convirtió en sommelier, y obtuvo la certificación de la International Sommelier Guild y Court of Master Sommeliers.

Benoit había seguido el típico camino del inmigrante. Llegó a San Francisco sin hablar inglés y empezó a trabajar como busboy en un restaurante elegante.

Pommes Dauphines & Caviar, uno de los platos del chef Benoit Rablat, que prefiere la simplicidad, la frescura y calidad de los ingredientes. Jose A. Iglesias/jiglesias@elnuevoherald.com
Pommes Dauphines & Caviar, uno de los platos del chef Benoit Rablat, que prefiere la simplicidad, la frescura y calidad de los ingredientes. Jose A. Iglesias/jiglesias@elnuevoherald.com

“Se movió muy rápido, aprendió el inglés, empezó a trabajar con vinos, y de mesero pasó a ser el director de vinos. Luego abrió su propio restaurante, una petite creperie”, cuenta Sandy.

Se conocieron cuando trabajaban en un famoso restaurante de L.A., Osteria Mozza, de Nancy Silverton, quien obtuvo el premio de chef destacada de la James Beard Foundation en el 2014 y ha logrado construir un imperio de restaurante.

Un regalo del universo

Sandy regresó de un mes de vacaciones en Bali cuando notó un nuevo talento en Osteria Mozza, Benoit, a quien calificó como “un regalo del universo”. Fue ella quien dio el primer paso, y la primera cita fue en un restaurante francés.

La pequeña crepería de Benoit no resultó y Sandy decidió regresar a Hialeah para estar con sus padres y ayudarlos en una emergencia familiar.

Cuando la pareja abrió La Fresa Francesa querían despertar la curiosidad de las personas. Algo sí no era negociable: no dejarían su compromiso con la cocina francesa.

“Al principio nos decían: ‘Si van a abrir un restaurante en Hialeah, tienen que tener arroz y frijoles. Pero siempre nos quedamos con la integridad de lo que pensábamos, aunque fuera un éxito o no”, rememora Sandy, que contesta varias veces el teléfono durante la visita del Herald para tomar reservaciones.

No es miércoles, una noche especial en la que ofrecen escargots y una botella de vino a muy buen precio, pero ya se van llenando las mesas. Abrieron a las 5 p.m. y aun no ha bajado el sol. Varias personas llegan para cenar y celebrar un cumpleaños, y el teléfono sigue sonando.

Además de expandir La Fresa Francesa, Sandy y Benoit abrieron otro restaurante en el 2019. Silverlake Bistro, en Miami Beach, lleva el nombre del vecindario del norte de Los Angeles, donde vivían, Silver Lake, y ofrece comida americana inspirada en California.

La Fresa Francesa abre de miércoles a domingo y ofrece brunch los fines de semana, 59 West 3 Street, Hialeah. 786-717-6886.