El tributo de las tres vacas mantiene la paz en los Pirineos

La ceremonia se celebra cada 13 de julio desde 1375 y en ella los habitantes de los valles de Baretous en Bearne (Francia) y los del Roncal en Navarra (España) sellan la paz con la entrega anual de tres reses que los bearneses hacen a los navarros. Es el tributo de las tres vacas, considerado como el tratado en vigor más antiguo de Europa.

Las vacas han de ser por supuesto pirenaicas, con pelaje y cornamenta en perfectas condiciones, y se entregan como tributo anual y perpetuo en una tradición de la que se desconoce el origen y la causa pero que no ha dejado de realizarse desde la Edad Media.

Celebración del tributo de las tres vacas en 2016. (GAIZKA IROZ/AFP via Getty Images)
Celebración del tributo de las tres vacas en 2016. (GAIZKA IROZ/AFP via Getty Images)

Parece ser que un conflicto entre los vecinos de ambos valles llevó en el siglo XIV a la redacción de la sentencia por la que se mantenía la obligación de los franceses de entregar tres animales sanos a los roncaleses, con el alcalde de Ansó (Huesca) como juez y árbitro de la disputa.

Las autoridades se reúnen actualmente en torno al mojón 262 (sustituto de la Piedra de San Martín) en el collado de Ernaz. De un lado del valle los baretoneses portan en su pecho una banda azul, blanca y roja, los colores de la bandera francesa. Del otro lado aparecen los roncaleses ataviados con su vestimenta tradicional.

Las autoridades locales de uno y otro bando, los vecinos, y actualmente también visitantes y curiosos, escuchan al alcalde de Isaba en calidad de presidente preguntar a los franceses: ¿Estáis dispuestos a hacer entrega de tres vacas como tributo? Hasta tres veces pregunta el navarro y hasta tres veces confirman los bearneses el pago de su presente.

Tras la respuesta afirmativa, todos los representantes ponen su mano sobre la piedra, uno encima de otro, comenzando un baretonés y siguiendo un roncalés. Al final el alcalde de Isaba posa la suya al tiempo que pronuncia también tres veces las palabras “Pax avant”. Y los vecinos de ambos valles celebran su amistad un año más.

Algunos historiadores defienden que se trata de un tributo de guerra, por su condición de perpetuo –y no de una compensación por uso de pastos y fuentes–, mientras que otros explican que se trataría, en cualquier caso, de un presente de igual a igual y no de un tributo estrictamente hablando.

Hoy en día se ha convertido en una ceremonia milenaria cuyo valor se ha reconocido por el Gobierno navarro, que en 2011 lo declaró Bien de Interés Cultural Inmaterial.

Firma del tributo de las tres vacas. (Photo by JMN/Cover/Getty Images)
Firma del tributo de las tres vacas. (Foto: JMN/Cover/Getty Images)

El coronavirus no ha roto seis siglos de tradición

Solo se ha registrado un 13 de julio en más de 600 años en el que no se pudo llevar a cabo la ceremonia. Fue en 1944 en plena Segunda Guerra Mundial, tras la ocupación alemana dado el temor de los nazis de que los bearneses escapasen a España a través del valle del Roncal.

Ni siquiera la pandemia ha conseguido interrumpir el tributo de las tres vacas. El peso de la tradición y el de la imaginación han sido mayores que el del virus. En 2020 y 2021 se ha transformado la celebración, la comida fue suprimida y se redujo la duración del acto pero este no dejó de celebrarse.

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Además, para evitar el contacto al posar las manos sobre la piedra, se han sustituido manos por lanzas. Durante, los años de pandemia, bearneses y navarros han recurrido al ritual antiguamente utilizado: cruzar lanzas sobre la piedra como forma de sellar el tratado.

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