CDMX: el infierno de la población flotante para llegar a la 'ejemplar' ciudad del empleo

CDMX recibe trabajadores y estudiantes a diario de al menos tres estados colindantes. (Gerardo Vieyra/NurPhoto via Getty Images)
CDMX recibe trabajadores y estudiantes a diario de al menos tres estados colindantes. (Gerardo Vieyra/NurPhoto via Getty Images)

Nadie elegiría por su voluntad pasar dos, tres, y hasta cuatro horas en el transporte público para llegar a CDMX. Pero eso es lo que hace la población flotante que todos los días se traslada desde algún estado colindante (Edomex, Hidalgo y Morelos prevalecen, por ser los más cercanos) a la Ciudad de México. No tienen opción: por trabajo o escuela, deben hacer un recorrido que se torna eterno en el mapa citadino. Tráfico, camiones deficientes, inseguridad. El paquete completo de padecimiento.

Según el último informe de gobierno, la Ciudad de México es la entidad que más empleos ha generado en el último año (se abrieron 13 mil 897 negocios de bajo impactado, traducido en 134 mil 574 puestos. Pero habría que voltear a ver un poco más allá de la formalidad de la que gusta regodearse a los gobernantes. Ciudad de México cuenta con unas 1.5 millones de personas que se trasladan todos los días a la capital para trabajar, de acuerdo con el INEGI. Y, en el ámbito educativo, unos 355 mil estudiantes de otros estados viajan a las diferentes opciones educativas que se otorgan, primordialmente estudios superiores y media superior.

Ciertamente, las personas que optan por hacer esos inclementes traslados no han encontrado un empleo adecuado en sus zonas de origen. Es así que deciden ir a la capital aunque tengan que sacrificar de cuatro a seis horas diarias en su traslado. Se contempla que los sueldos son mejores en CDMX y que hay mayores oportunidades de crecimiento y proyección futura. Eso en el ámbito profesional, porque en cuanto a la informalidad, ir a Ciudad de México es una suerte de salvación: se encuentran los empleos precarizados que ni siquiera existen en los estados de origen. Como se suele decir: de lo perdido lo encontrado.

En el aspecto educativo la brecha se vuelve mucho más evidente: es en Ciudad de México donde están los planteles más grandes y completos de la UNAM e IPN, tanto en universidad como en bachillerato. Quien se quedan a estudiar en sus lugares de origen ven limitadas sus opciones a escuelas y universidades estatales, que muchas veces enfrenta limitantes de infraestructura que las colocan en claras desventajas antes los planteles capitalinos (que, de hecho, tampoco se caracterizan por la abundancia.

Otra perspectiva recurrente es aquella que toma en cuenta los gastos de traslado que lleva a cabo la población flotante. Una persona que viaje desde alguno de los tres estados mencionados gastará diariamente no menos de 60 pesos al día. Por lo tanto, hay una pregunta inevitable: ¿No sería mejor invertir ese gasto en una renta en Ciudad de México? Desafortunadamente, los elevados costos en la capital hacen que esa opción sea descartada en la mayoría de los casos. En el aspecto laboral, debe considerarse que las personas que viajan tienen que llevar gasto a sus familias, por lo que se desestima la opción de alquilar. Además, el precio de diversos insumos es más alto en Ciudad de México, por lo que los ingresos netos se ven ajustados.

Personas esperando el transporte público en Ciudad de México. (Gerardo Vieyra/NurPhoto via Getty Images)
Personas esperando el transporte público en Ciudad de México. (Gerardo Vieyra/NurPhoto via Getty Images)

Por eso también se equivocan quienes culpan a la población flotante del caos que se genera en la urbe. ¿Acaso el tráfico es exclusivo de determinados trabajadores? La Ciudad es conflictiva para todos, a todas horas. No se puede negar que hay un impacto debido a la población flotante, pero a estas alturas ya resulta inevitable tomarlo como factor cotidiano, pues no han encontrado las oportunidades laborales y educativas más apropiadas en sus lugares de origen.

Ese sería el escenario ideal, pero se sabe que cualquier opción mínimamente óptima pasa a tener la etiqueta de utopía en este país. Algo tan elemental, como tener un trabajo digno y una educación de calidad, debe buscarse más allá del terruño porque de otro modo es imposible.

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