El Tren de Cuba imparable: gana por nocaut y retiene su corona mundial en Japón

Robeisy Ramírez obtuvo un triunfo contra la infamia.

En el quinto asalto el cubano liquidó por nocaut técnico al japonés Satoshi Shimizu y retuvo su corona de la Organización Mundial de Boxeo del peso pluma, en la Ariake Arena en Tokio.

Más importante que eso, noqueó a la dictadura de Cuba.

Antes de la pelea, funcionarios de la embajada cubana en Japón gestionaron ante los promotores de la velada del martes en Tokio para que prohibieran que Robeisy usara la bandera de Cuba y se entonara el himno de su país, como es tradicional en el boxeo.

En lugar de amilanar a Robeisy, por el contrario, esta arbitraria decisión estimuló al de Cienfuegos quien dio la impresión que al frente tenía al régimen cubano y no al boxeador japonés y lo aplastó a base de coraje y determinación.

“¡Esto es para Cuba!”, exclamó Robeisy tras su victoria.

Robeisy (13-1, 8 KOs) se plantó firme y empezó a demoler a un Shimizu (11-2, 10KOs) -más alto y con mayor alcance- con golpes arriba de zurda y ganchos de derecha.

En el quinto episodio, Ramírez derribó al japonés con un zurdazo. Shimizu se levantó de la lona con la nariz ensangrentada y sin nada en el tanque como para contener la avalancha de golpes que le caían encima.

“Esta ha sido una tremenda experiencia”, expresó Ramírez.

“Ha sido una bendición poder demostrar mi talento en un estadio lleno de gente en esta parte del mundo. Estoy agradecido y feliz por haber cumplido con mi trabajo”.

La demostración que dio Robeisy es una muestra clara de su talento, efectividad y dedicación. Afirmó que cumplió al pie de la letra las indicaciones de su entrenador Ismael Salas y ahora está listo para lo que venga.

“Nuestro siguiente objetivo es la unificación del título de los plumas”, afirmó el cubano.

“Estoy listo para pelear en Japón, Escocia, Inglaterra, México o en cualquier lugar queme programen. Siempre estará disponible para cumplir con mi responsabilidad”.

Esa misma responsabilidad de la que habla Robeisy no solamente la muestra en el cuadrilátero y en su profesionalismo sino en su comportamiento como ciudadano libre.

Cuando el lunes los funcionarios cubanos gestionaron su atropello en Japón ante los promotores, Robeisy se mantuvo firme y dijo que solo subiría al ring con los colores de Cuba y el único himno que era el de su país.

Al final, las presiones de la dictadura cubana tuvieron efecto, pero eso no impidió que en algún momento Robeisy ondeara los colores de Cuba, cantara el himno nacional y al final del combate, en los vestuarios, se fotografiara con la bandera de la mayor de las Antillas. También peleó con la bandera de su país en los guantes.

Robeisy huyó hacia la libertad el 2018 luego de haberle dado a Cuba dos medallas de oro olímpicas, en Londres 2012 y en Río de Janeiro 2016. Escapó en México y luego en Estados Unidos desarrolló una carrera impecable que lo sitúa como uno de los grandes actores en la historia del boxeo cubano.

“¡Qué locura! Indiscutiblemente están pendientes”, exclamó Robeisy en un video que subió en Instagram. “Les duele que uno tenga éxito fuera de Cuba”.

En efecto, no hay nada que indigeste más a las dictadura que el triunfo que logran los que pudieron salir.

En la pelea estelar de la jornada boxística en Tokio, el japonés Noaya Inoue (25-0, 22 nocauts) despojó de las coronas del Consejo Mundial de Boxeo y de la OMB de los plumas jr. al estadounidense Stephen Fulton (21-1, 8 nocauts), al derrotarlo por nocaut en el octavo asalto.

Mientras, en el preliminar, Kanamu Sakama (8-0, 7 nocauts) también venció por la vía del cloroformo a Ryu Horikawa (3-2-2, 1 nocaut) en el octavo asalto.