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El trágico final del hermano de Juan Carlos, por una bala que el propio rey disparó

Un 29 de marzo de 1956 ocurrió uno de los misterios más negros dentro de la monarquía española. Los protagonistas: Juan Carlos, de tan solo 18 años y su hermano Alfonsito de 15. Mientras ambos jugaban con una pistola supuestamente descargada, un disparo terminó con la vida de Alfonso, ante la mirada atónita de su hermano mayor.

Esperando la hora de la cena, los dos hermanos estaban solos en la sala de juegos de la mansión, donde realizaban algunos disparos contra un blanco circular con una pistola calibre 22, que les habían regalado.

El arma que estaba en manos Juan Carlos se disparó y la única bala que contenía, entró limpiamente por uno de los orificios de la nariz de Alfonsito. Doña María, madre de ambos, que estaba en una habitación contigua con varios amigos oyó el disparo y fue a socorrerlo. Esta tragedia la destrozó a nivel personal ya que se creía responsable de haber dejado a sus hijos jugar con la pistola para evitar que siguieran peleándose.

Alfonsito fue cubierto con una bandera española por su padre, que obligó a Juan Carlos a ponerse de rodillas y jurar que había sido un accidente.

Entre la desesperación y el sentimiento de culpa, el futuro rey Juan Carlos quedó marcado de por vida, y forjó una tendencia a la introspección. La relación con su padre nunca volvió a ser la misma, y dos días después, Juan Carlos fue enviado a España para continuar su formación militar.