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Una iglesia católica prohibe la tradición de designar padrinos en los bautizos

El reverendo Salvatore Cubito le da la bendición a Samuel De Luca durante su bautizo, en una iglesia de Catania, Italia, el 3 de octubre de 2021. (Gianni Cipriano/The New York Times)
El reverendo Salvatore Cubito le da la bendición a Samuel De Luca durante su bautizo, en una iglesia de Catania, Italia, el 3 de octubre de 2021. (Gianni Cipriano/The New York Times)

CATANIA, Italia — La madre había preparado todo para el bautismo. Vistió a su bebé, Antonio, con un traje de etiqueta satinado hecho a mano y un sombrero de copa a juego, color crema con diamantes de imitación. Contrató a los fotógrafos y le compró al pequeño una cruz de oro. También reservó un gran bufete en el Copacabana para el almuerzo de todo el clan.

Pero cuando el sacerdote de la parroquia de la ciudad siciliana de Catania llevó a cabo la liturgia habitual, convocó a la familia a renunciar a Satanás y, con una bandeja, vertió agua bendita en la inquieta cabeza del bebé, hizo falta una parte esencial del ritual.

No había padrino.

“Esto no está bien”, comentó Agata Peri, de 68 años, la bisabuela del pequeño Antonio. “Desde luego que yo no tomé esta decisión”.

Fue la Iglesia. Ese fin de semana de octubre, la diócesis Católica Romana de Catania decretó una prohibición de tres años sobre la antigua tradición de designar padrinos en los bautizos. Las autoridades de la Iglesia sostienen que una figura que solía ser fundamental en la educación católica de un niño ha perdido todo su significado espiritual. Afirman que, más bien, se ha vuelto una oportunidad para que las familias que buscan aumentar su fortuna, garanticen dotes de collares de oro y, en ocasiones, establezcan relaciones favorables con influyentes agentes de poder locales que tienen docenas de ahijados.

Las autoridades de la Iglesia afirman que el apadrinamiento se convirtió en una costumbre laica entre familiares o vecinos, muchos de ellos, no muy religiosos o que viven en pecado, y ahora es solo era una manera de reforzar los lazos familiares.

Y en ocasiones también los lazos con la mafia.

Los fiscales italianos han rastreado los bautizos para determinar la manera en que los jefes del hampa extienden su influencia, y, en el tribunal, las viudas de la mafia han guardado su rencor más venenoso para los “verdaderos Judas“, que traicionan el vínculo del bautismo. Es una transgresión más relacionada con “El padrino”, sobre todo si vemos la escena del bautizo cuando Michael Corleone renuncia a Satanás en la iglesia mientras que sus matones están liquidando a todos sus enemigos.

El reverendo Angelo Alfio Mangano en la iglesia de Santa María en Ognina, Italia, el 3 de octubre de 2021. (Gianni Cipriano/The New York Times)
El reverendo Angelo Alfio Mangano en la iglesia de Santa María en Ognina, Italia, el 3 de octubre de 2021. (Gianni Cipriano/The New York Times)

No obstante, las autoridades de la Iglesia advierten que, más que otra cosa, la secularización los llevó a eliminar a los padrinos, algo propio de Sicilia que ha estado presente durante 2000 años, o al menos desde los primeros días inciertos de la Iglesia, cuando los padrinos, conocidos de los obispos, avalaban a los conversos para evitar infiltraciones paganas.

“Es un experimento”, comentó Salvatore Genchi, el vicario general de Catania, en su oficina que está detrás de la basílica de la ciudad, mientras sostenía una copia de la prohibición. Genchi, padrino de al menos quince ahijados, afirmó que estaba bien capacitado para esa tarea, pero que calculaba que el 99 por ciento de los padrinos de la diócesis no lo estaba.

Esta pausa le daba a la Iglesia un tiempo para enviar a Catania de regreso a la escuela católica, pero Genchi no creía que eso funcionara. “Me parece muy difícil que uno pueda revertirlo”, comentó.

El reverendo de la iglesia de Santa María en Ognina en Catania, Angelo Alfio Mangano, celebró la prohibición, sobre todo porque le daba la oportunidad de descansar de los personajes cuestionables en materia espiritual que “amenazan al sacerdote de la parroquia” para presionarlo a él y a otros más con el fin de que los nombraran padrinos.

En ocasiones, señaló, este cargo se usaba para usura y chantajes sociales, pero, más que nada, se convirtió en una manera de imponer la arraigada cultura del parentesco ritual de Sicilia.

“Se crea un lazo más fuerte entre las familias”, explicó Nino Sicali, de 68 años, mientras rebanaba un pez espada con un machete en la pescadería de Catania. Comentó que, cuando lo hicieron padrino, correspondió dándole a bautizar a sus propios hijos al padre de su ahijado. Sicali mencionó que, con el paso de los años, se vio comprometido a ayudar a su compadre en apuros a salir de problemas económicos. “Murió debiéndome 12.000 euros”, afirmó.

Algunas familias buscaban padrinos que les abrieran puertas.

Salvatore Cuffaro, un expresidente de la Región Siciliana, señaló que no fue padrino de bautizo de muchos ahijados, “solo unos veinte”, porque solo aceptó cerca del cinco por ciento de las peticiones. Comentó que lo buscaban por sus “principios cristianos”, demostrados durante décadas de vida política.

“Pese a lo que creen algunos sacerdotes, yo les presté atención a todos mis ahijados de bautizo” y les ordené asistir a escuelas católicas, aseveró.

Cuffaro, a quien apodan “Totò Vasa Vasa ” (beso beso en siciliano) por su inclinación a dar besos a todo el mundo, pasó casi cinco años en la cárcel por ayudar a dar aviso a un jefe de la mafia de que su teléfono estaba intervenido. Él negó esas acusaciones y también que algún mafioso haya sido alguna vez padrino de alguien de la isla.

“Al menos en Sicilia, donde he vivido, esto no es así”, comentó. “Solo es un vínculo religioso; no existen vínculos de ilegalidad”.

Le preocupaba que, al eliminar esta tradición, la Iglesia estuviera “confundiendo las cosas”.

Los padres que bautizaron a sus hijos en las iglesias de todo Catania el primer domingo de la prohibición también se quedaron consternados por la pérdida de esa preciada tradición.

“Es terrible”, comentó Jalissa Testa, de 21 años, quien celebró el bautizo de su hijo en la basílica de Catania bailando mientras su esposo ofrecía una serenata a una multitud de mujeres que agitaban servilletas blancas. “Sabemos en nuestros corazones, ellos lo sabrán, que él tiene padrino”.

Incluso la familia que recibió un permiso especial para tener padrino debido a que un fallecimiento en la familia había aplazado un bautizo ya programado se desconcertó por esta disposición.

“No entiendo por qué la Iglesia está haciendo esto”, dijo después del bautizo Ivan Arena, de 29 años, quien podría ser el último padrino en Catania, después del bautizo de su sobrino, el cual estaba vestido con un traje azul pastel de tres piezas y gorra blanca tipo coppola. “Estoy a favor de las viejas tradiciones”.

Después de la ceremonia, el sacerdote se dirigió a la familia que estaba en la nave central de la iglesia. Las mujeres resplandecían con sus lentejuelas y los hombres llevaban peinados de monjes: cabello corto en el frente y largo en la parte posterior, rasurado alrededor de las orejas. No recibieron el permiso.

“¿Cuál es la diferencia?”, comentó el orgulloso padre, Nicola Sparti, de 24 años, quien dijo que su ocupación era “un poco de esto y un poco de aquello”. (Un artículo periodístico reciente sobre él decía “Se escapa de la guardia civil en una motocicleta”). “Un día está el padrino y al otro ya no. Pero el padre está para siempre”.

Más tarde, Sparti y su esposa fueron en automóvil a la ciudad cercana de Aci Trezza para tomarse fotografías frente a las tres imponentes rocas marinas que, según la leyenda, lanzaron los cíclopes a Ulises cuando este huía. Pusieron a Antonio en un Mercedes-Benz blanco de control remoto en miniatura y vitorearon mientras paseaba por el puerto.

Sobre ellos, Giovanni Mammino, el vicario general de la ciudad, salió de la iglesia de San Juan Bautista después de celebrar un bautizo. Su diócesis pedía que los padrinos llenaran unos formatos en los que juraban ser creyentes y no pertenecer a la mafia. Mammino comentó que, a diferencia de Catania, su diócesis había tomado un camino intermedio y permitía que hubiera padrinos, pero que no eran indispensables.

Ahora la gente sale de las fronteras de Catania para ir a bautizar a sus hijos.

“Siguen viniendo hasta acá para poder tener padrinos”, explicó.

© 2021 The New York Times Company

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