¿Puede Donald Trump perdonarse a sí mismo y evadir una posible persecución judicial?

El resultado de la elección presidencial del 3 de noviembre le dio el triunfo al demócrata Joe Biden, pero el aún presidente Donald Trump se ha negado a reconocer ese resultado, alegando sin pruebas que hubo fraude, y al parecer se dispone a mantener combativamente esa posición con demandas judiciales y mítines ante multitudes de simpatizantes.

Y también se afirma que Trump podría ejercer, en las semanas que le quedan de mandato, uno de las facultades más amplias que tiene el ejecutivo estadounidense: el otorgamiento de perdones y conmutaciones judiciales. Y podría hacerlo, se afirma, para perdonarse a sí mismo y evadir posible persecución judicial federal en el futuro.

El presidente Donald Trump perdió la elección del 3 de noviembre y se especula que podría tratar de otorgarse a sí mismo un perdón contra posibles acciones judiciales luego de que deje la Casa Blanca. (Photo by: zz/Dennis Van Tine/STAR MAX/IPx)
El presidente Donald Trump perdió la elección del 3 de noviembre y se especula que podría tratar de otorgarse a sí mismo un perdón contra posibles acciones judiciales luego de que deje la Casa Blanca. (Photo by: zz/Dennis Van Tine/STAR MAX/IPx)

En el pasado, otros presidentes han hecho uso de esa facultad de clemencia, incluso en casos muy controversiales. Por ejemplo, George Bush padre benefició a seis implicados en el escándalo Irán-Contras; Bill Clinton al magnate y donante demócrata Marc Rich, acusado de delitos fiscales, y a su propio hermano Roger Clinton, condenado por cargos de drogas; y George W. Bush a Irving ‘Scooter’ Libby, sentenciado por obstrucción de la justicia y perjurio en el contexto de la investigación sobre la revelación de la identidad de la agente de la CIA Valery Plame.

Pero quizá el más controversial de todos los perdones presidenciales fue el que el presidente Gerald Ford le concedió a su antecesor, Richard Nixon, en 1974. Ese perdón protegía al expresidente, que renunció tras el escándalo Watergate, de todas las posibles acusaciones y cargos que Nixon pudiera enfrentar.

Al momento de esa clemencia Nixon no enfrentaba cargos formales, pero ese perdón lo protegió por completo de ser sometido a proceso.

Así, la pregunta sobre si Trump puede perdonarse a sí mismo ha cobrado resonancia tras su derrota electoral por la noción de que, en efecto, habría casos que podrían ser interpuestos en su contra una vez que deje la presidencia. Por ejemplo, en su reporte sobre la injerencia electoral de Rusia y la subsecuente presunta obstrucción de las investigaciones al respecto, el fiscal especial Robert Mueller determinó que no acusaría a Trump de cargos de obstrucción. Pero no porque considerara que no había elementos para ello sino por el criterio, que Mueller mantuvo, de no acusar a un presidente en funciones.

Pero una vez fuera de la Casa Blanca, esos cargos podrían caer sobre Trump si el Departamento de Justicia de la administración de Biden decidiera tomar acción al respecto.

Es por ello que el aún presidente tendría una punzante motivación para tratar de perdonarse a sí mismo.

Que Trump conceda clemencia a personajes cercanos a su entorno que se encuentran bajo proceso o que podrían estarlo es algo altamente probable: ya conmutó (aunque no perdonó) la sentencia de Roger Stone y podría emitir perdones amplios para él, para su exasesor de seguridad Michael Flynn, su exjefe de campaña Paul Manafort o su abogado Rudy Giuliani, que tiene a dos asociados bajo proceso por cargos relacionados a aportaciones ilegales de campaña y al escándalo de Trump con Ucrania.

Podría hacerlo en beneficio de otras personas e incluso de sus familiares. Pero la gran cuestión es si tratará de perdonarse a sí mismo y si tiene facultades para hacerlo.

El propio Trump afirmó años atrás en Twitter su facultad “absoluta” de otorgar clemencia e incluso clamó poder otorgársela a sí mismo.

La Constitución de Estados Unidos da al presidente amplios poderes para otorgar clemencia, tanto a personas sentenciadas o en proceso judicial como a aquellas que no enfrentan cargos pero podrían ser sometidos a proceso. Nixon recibió esa última clase de perdón, y es el que Trump presumiblemente podría tratar de concederse.

Con todo, eso no daría inmunidad absoluta a Trump, pues el perdón presidencial no se aplica a procesos judiciales estatales, como los que se le siguen al presidente en Nueva York y que, incluso si Trump se perdonara a sí mismo, continuarían y podrían dar pie a acusaciones y juicios.

Incluso se ha afirmado que si Trump se perdona a sí mismo, la fiscalía del Distrito de Manhattan tendría un incentivo aún mayor para proceder contra el presidente, ante la noción de que la acción de Trump se originaría en un temor fundado de ser objeto de acción judicial.

La ley no señala explícitamente que el presidente pueda otorgarse perdón a sí mismo, y en ese sentido la ventana está abierta para la interpretación y para que Trump trate de beneficiarse.

Pero en esa interpretación hay un principio clave, no escrito en el lenguaje constitucional que otorga la facultad de perdón al presidente pero que es fundamental en el estado de derecho: que una persona no puede ser al mismo tiempo parte y juez de una causa. Al otorgarse un perdón, Trump estaría vulnerando ese paradigma y, en ese sentido, muchos consideran que el autoperdón no es constitucional.

Esa conclusión es hasta el momento meramente argumentativa, pues no ha sido dilucidada ante una corte. Pero si Trump se otorga el perdón, es previsible que eso sea impugnado judicialmente y el caso eventualmente llegue hasta la Corte Suprema.

Tras renunciar a la presidencia, Richard Nixon recibió un perdón de su sucesor Gerald Ford. (AP Photo)
Tras renunciar a la presidencia, Richard Nixon recibió un perdón de su sucesor Gerald Ford. (AP Photo)

Trump desea pensar que los nombramientos de jueces que él ha hecho en la Corte Suprema y que han creado una amplia mayoría conservadora en ese tribunal implica que esos magistrados se plegarán a sus deseos e intereses, lo que no es necesariamente cierto. Y, en realidad, es crítico para el orden legal que esos jueces, sin importar quién los nominó, sean independientes.

Por ello, no puede descartase que un autoperdón pudiese ser revertido por la Corte Suprema. Ello dejaría a Trump en un estado de desnudez judicial, pues se quedaría sin la inmunidad que deseaba y, justamente, la pretensión de tenerla catalizaría las sospechas, y posiblemente las acciones en su contra, en relación a sus posibles faltas.

La impulsividad de Trump podría llevarle a declararse perdonado de antemano, incluso alegando que lo hace no por haber incurrido en posibles faltas sino para desactivar una persecución política en su contra.

Pero aún no es claro si optará por abrir esa caja de pandora, algo que no lo protegerá de procesos a escala estatal y podría incluso revertírsele en tribunales.

En paralelo, tampoco resulta evidente que la administración de Biden decida emprender directamente procesos penales contra Trump, pues eso crearía tensiones sustanciales dado el fuerte apoyo que el hoy presidente aún goza entre sus simpatizantes entusiastas. Esa prudencia, o realismo político, podría dejar a Trump en paz, al menos en lo federal, para propiciar una reconciliación nacional, aunque también podría argumentarse que Trump podría simplemente nunca dejar de alegar que se le robó la elección para mantener visibilidad e influencia y eso continuaría alimentando el malestar de sus seguidores radicales.

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