"Tiempos difíciles": Advierten sobre la rápida salida de China de política de 'cero contagios'

Por Brenda Goh y Liz Lee

PEKÍN, 14 dic (Reuters) - Una semana después de que China empezara a desmantelar sus duros controles de "cero contagios" frente al COVID-19, la Organización Mundial de la Salud advirtió que se avecinan tiempos "muy difíciles" y medios estatales informaron de algunos pacientes gravemente enfermos en hospitales de Pekín, lo que hace temer una oleada de infecciones.

El pasado miércoles, China anunció cambios radicales en las normas de análisis y cuarentena, alineándose con un mundo que se ha reabierto en gran medida, tras las históricas protestas contra los confinamientos masivos que causaron tensión mental a millones de personas, pero mantuvieron el coronavirus bajo control.

La euforia que provocaron esos cambios se ha desvanecido rápidamente en medio de los crecientes indicios de que China puede pagar un precio por proteger a una población que carece de "inmunidad de grupo" y tiene bajas tasas de vacunación entre los ancianos.

"Siempre es muy difícil para cualquier país salir de una situación en la que ha tenido controles muy, muy estrictos", dijo la portavoz de la OMS Margaret Harris en una rueda de prensa en Ginebra el martes, añadiendo que China se enfrentaba a un "momento muy duro y difícil".

La OMS suele abstenerse de comentar las políticas de los distintos países, aunque el director general de la agencia, Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirmó en mayo que el régimen anterior de China frente al COVID-19 no era sostenible.

El recuento oficial de casos de COVID-19 en China ha tendido a la baja en las últimas semanas, pero ello ha coincidido con un descenso de las pruebas y se contradice cada vez más con la situación sobre el terreno.

A última hora del martes, la agencia estatal de noticias Xinhua informó que había 50 casos graves y críticos en hospitales de Pekín, la mayoría de ellos con problemas de salud subyacentes. Estas cifras son pequeñas si se tienen en cuenta los 1.400 millones de habitantes de China, pero crece el temor de que éste sea sólo el comienzo de la próxima oleada.

China no ha informado de ninguna muerte relacionada con el COVID-19 desde el 3 de diciembre, antes de que el país iniciara la relajación de las restricciones.

"Este es el precio que pagamos por ser más libres", dijo a Reuters en las calles de la capital un joven de 26 años apellidado Liu que trabaja en mercadotecnia.

"Ahora es esencial que mejoremos nuestra concienciación en autoprotección. Creo que ahora el riesgo depende de las personas", añadió, solicitando el anonimato.

Las largas colas ante las clínicas de fiebre —edificios anexos a los hospitales que realizan pruebas de detección de enfermedades infecciosas en la China continental— han sido una imagen habitual en Pekín y otras ciudades en los últimos días.

En Shanghái, la ciudad más poblada de China, al menos siete escuelas han anunciado que suspenderán la enseñanza presencial debido a los casos de COVID-19 y que las clases se impartirán en línea, según padres y avisos a los que tuvo acceso Reuters.

Se espera que las infecciones se extiendan por todo el país en las próximas semanas, a medida que algunas personas que no han podido viajar regresen a sus ciudades y pueblos de origen.

Medios estatales informaron el miércoles de que la afluencia diaria a la principal estación de ferrocarril del centro tecnológico de Hangzhou se había duplicado con creces, hasta alcanzar las 128.000 personas, a medida que los jóvenes se dirigían a sus hogares.

El movimiento masivo de personas alcanzará su punto álgido con motivo de los festivos del Año Nuevo Lunar, que comienzan el 22 de enero, tras las restricciones impuestas a los viajes nacionales durante los tres años anteriores.

La Comisión Nacional de Salud informó que pondría en marcha la segunda dosis de refuerzo de la vacuna contra el COVID-19 para los grupos de alto riesgo y los ancianos mayores de 60 años.

También dijo que dejaría de notificar nuevas infecciones asintomáticas por COVID-19, ya que muchos ya no participan en las pruebas.

En los tres años transcurridos desde que estalló la pandemia en la ciudad de Wuhan, en el centro de China, el país sólo ha notificado 5.235 muertes relacionadas con el COVID-19, lo que representa número pequeño de su población y una cifra extremadamente baja en comparación con los niveles mundiales.

GIRO DE 180º

En las últimas semanas, las autoridades sanitarias chinas han restado importancia a la amenaza de la enfermedad y han fomentado la idea del autocuidado, lo que supone un giro radical con respecto a los mensajes anteriores de que había que erradicar el coronavirus.

Sin embargo, en medio de la creciente preocupación por la propagación del virus, los dirigentes chinos han retrasado una reunión clave de política económica, en la que estaba previsto planificar las medidas de estímulo necesarias para la segunda mayor economía del mundo.

Un artículo de Bloomberg publicado el martes, en el que se citaba a personas familiarizadas con el asunto, afirmaba que la reunión se había retrasado y que no había calendario para reprogramarla.

Analistas empresariales y expertos en política económica señalaron que se esperaba que los dirigentes de la economía trazaran nuevas medidas de estímulo y debatieran los objetivos de crecimiento en la reunión anual de tres días.

Economistas estiman que el crecimiento de China se ha ralentizado hasta el 3% este año, muy por debajo del objetivo oficial del 5,5%, lo que supone uno de los peores resultados en casi medio siglo.

El Fondo Monetario Internacional advirtió en noviembre de una posible revisión del PIB chino. Su jefa, Kristalina Georgieva, dijo que eso era ahora "muy probable" tras el reciente aumento del COVID-19, informó el martes la agencia de noticias France-Presse.

El yuan chino, que va camino de registrar su peor año desde 1994, cuando China unificó los tipos de cambio oficiales y de mercado, bajaba el miércoles frente al dólar.

(Información de Bernard Orr y Liz Lee en Pekín y Brenda Goh, Casey Hall, Winni Zhou, David Stanway y Shen Yiming en Shanghái; escrito por John Geddie; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)